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Por Haydeé Moreyra*
Cuando termina un año y está por iniciar el otro, siempre es recomendable hacer un cierre, reflexionar sobre lo que viene y tomar las decisiones que han quedado pendientes. Esto resulta particularmente útil cuando hablamos de economía. Y es que en los meses recientes, el panorama económico mundial se ha vuelto cada vez más complejo e incierto. Anticiparnos y pronosticar lo que va a suceder con la economía mundial resulta una tarea casi astrológica. No obstante, creo que tenemos los elementos para “bosquejar” un escenario realista para el siguiente año. Y, me temo, son más las malas que las buenas noticias.
Una primera complejidad es que las perspectivas de crecimiento para la economía mundial son muy diferentes entre países y regiones. Según pronósticos del Fondo Monetario Internacional (FMI), la tasa de crecimiento económico podría caer por tercer año consecutivo en las economías emergentes mientras que los países desarrollados parecerán estar ganando momento y paulatinamente irse recuperando de la severa crisis “post-subprime”. El organismo internacional estimó un crecimiento en la economía mundial por 2.9 por ciento en esta primera mitad del 2015 y espera un crecimiento en la economía global de alrededor de 3 por ciento para 2015 y de 3.6 por ciento para 2016.
Hacia el 2016, visualizo al menos tres retos. Por un lado, la permanencia de una alta volatilidad como resultado de la incertidumbre en la política monetaria en Estados Unidos. El aumento en la tasa de interés de referencia en 25 puntos base será un elemento clave en el movimiento de capitales hacia diferentes países y regiones, trayendo turbulencias en el mercado de dinero. Pero no es solo el aumento de las tasas per se sino la velocidad con la que van a ajustarse al alza. También permea el riesgo por la alta volatilidad en los mercados financieros lo que seguirá poniendo bajo presión a los mercados cambiarios. Solo por citar un caso, se espera que ante los movimientos en la tasa de interés de la Reserva Federal, las condiciones financieras en los mercados internacionales se volverán cada vez más rígidas.
Mención aparte merece el tema de los bajos precios de los commodities y particularmente del precio del petróleo. Estos bajos precios parecen haber llegado para quedarse: la sobreproducción histórica de petróleo en Estados Unidos; la menor demanda a nivel mundial; y una alta dependencia de ingresos fiscales por parte de países exportadores que impedirán recortes en la producción. Según la Agencia Internacional de Energía, desde 2010 hasta mediados de 2014, los precios del petróleo se mantuvieron relativamente altos hasta alcanzar un máximo de 115 dólares por barril. A partir de ese momento, la caída en el precio del energético fue de casi 50 por ciento para ubicarse en un rango entre 40 y 60 dólares por barril. De continuar la tendencia a la baja (y todo apunta que así será) afectarán severamente los balances públicos y de cuenta corriente de los países exportadores poniendo en riesgo su crecimiento económico.
Pero comencemos con las buenas noticias primero. En lo que va de este año y lo que se estima para el 2016, habría una recuperación cada vez más sólida en la actividad económica de los países desarrollados. Esto será cierto particularmente para una parte de países europeos, Estados Unidos y Japón. Lo que ha mejorado la perspectiva en estas regiones es la estabilidad en sus finanzas públicas, la mejoría en el mercado laboral y una mayor producción.
Por otro lado, los países importadores de petróleo se verán beneficiados por un menor costo energético derivado de los bajos precios de los commodities. Un primer resultado positivo es la baja inflación y un costo de vida más barato para sus ciudadanos, lo que empujaría el consumo. Adicionalmente, son países que en general vienen mostrando una solidez en sus balances públicos y de cuenta corriente.
Otra buena noticia es que para los bancos centrales de este grupo de países, con tipos de cambio flexibles y bajas tasas inflacionarias, todavía tienen un margen de maniobra para implementar políticas monetarias que empujen el crecimiento económico. Esto no solo favorecerá al mercado interno sino que podría permear hacia el intercambio comercial con el exterior (buenas noticias para el mundo).
Desafortunadamente no todo son buenas noticias…
Como apuntaba en párrafos anteriores, algunas economías en desarrollo seguirán mostrando debilidad económica. Particularmente, los países exportadores de commodities adolecen y seguirán adoleciendo de menores ingresos por los bajos precios internacionales de materias primas. Pero además, seguirán enfrentando problemas estructurales (deuda, sobrecalentamiento de la economía, déficit en balanza de pagos, corrupción, etc.) que mermarán su crecimiento futuro. No hay que olvidar que estos países enfrentan riesgos por la devaluación de sus monedas y enfrentarán una mayor rigidez en las condiciones financieras a partir de que la Fed aumentó las tasas de interés. No menos importante es el hecho de que algunos de estos países están enfrentando conflictos geopolíticos que presionarán la estabilidad de las regiones y los mercados.
Para los bancos centrales de estas economías, la depreciación de sus monedas y tasas de inflación por encima de sus metas inflacionarias les impedirán tener un margen de maniobra para implementar políticas monetarias expansivas. De hecho, varios bancos centrales ya están enfrentando el dilema de subir las tasas de interés – sea para contrarrestar la alta inestabilidad financiera, sea para defender la paridad de sus monedas – pese a la debilidad económica imperante.
Pero las malas noticias también son para las economías importadoras de petróleo con tasas de inflación bajas; una caída en el precio de los commodities podría significar un riesgo de deflacionario en tanto que la apreciación del dólar podría traer consigo una disminución en la actividad económica por el encarecimiento de las importaciones para bienes intermedios. Una alta tasa de interés en Estados Unidos, moverá los capitales de estas economías hacia países que ofrecen una mayor rentabilidad poniendo nuevamente presión sobre la moneda local.
Aunado a lo anterior, existen problemas estructurales a nivel mundial que no han sido atendidos como la caída en la productividad; bajas tasas de inversión; menor dinamismo de la demanda global; y la debilidad en mercados financieros. Veo pocas señales que apunten a que en el 2016 hablemos de una solución a estos problemas.
Antes de cerrar esta columna, creo pertinente tener presente tres situaciones que pudieran alimentar la turbulencia: China, Latinoamérica y Europa. Todo apunta a que la tendencia hacia un menor crecimiento en China continuará; el FMI espera que el PIB del país asiático crecerá a penas 6.8 por ciento en este año y 6.3 por ciento en 2016.
Ciertamente la baja en el precio del petróleo puede ayudar a compensar los malos prospectos económicos y ayudar a que la demanda interna se revigorice, pero persisten problemas de sobrecalentamiento en la economía, y burbujas en los sectores inmobiliario y financiero. En Latinoamérica, Venezuela, Brasil, Ecuador, Chile y Perú continuarán siendo afectados por la baja en el precio de los commodities mientras que los déficits en balanza de pagos y en cuenta corriente continuarán profundizándose. Por último, los recientes conflictos geopolíticos en Europa han inyectado de incertidumbre a la región. Esto es particularmente importante si consideramos que la recuperación se ha basado en la inversión y el consumo interno, dos componentes del PIB que suelen ser muy sensibles a la (falta de) confianza y seguridad. En cuanto al papel del Banco Central Europeo, éste ha tomado una decisión firme para comprar activos financieros y mantener sus tasas de interés en un rango de cero a negativo. Esta situación puede ir cambiando en el tiempo confirme el Banco Central responda a la subida de tasas de interés de la FED. Por el momento, la Comisión Europea mantiene su pronóstico para la zona Euro en 1.3 por ciento en 2015 y 1.9 por ciento en 2016. Mi percepción es que estos pronósticos y la esperada recuperación estarán sujetos a cómo se vaya desarrollando los escenarios mencionados.
Ciertamente el 2015 ha sido un año retador pero el que viene pinta serlo todavía más; empresas, familias y gobiernos deberemos estar preparados para tomar decisiones difíciles pero sobretodo, oportunas.
Pero ante todo, mi principal recomendación es iniciar el año con una buena dotación de energía positiva con los mejores deseos para que nos vaya bien en el 2016.
Crecimiento PIB | 2015 | 2016 |
Mundial | 2.8 | 3.3 |
Economías Desarrolladas | 2 | 2.4 |
EU | 2.7 | 2.8 |
Japón | 1.1 | 1.7 |
Reino Unido | -2.7 | 0.7 |
Zona Euro | 1.5 | 1.8 |
Economías Emergentes | 4.4 | 5.2 |
América Latina | 0.4 | 2 |
Medio Oriente y África del Norte | 2.2 | 3.7 |
Fuente: Banco Mundial | ||
Precio Commodities | 2015 | 2016 |
WTI (usd por barril) | 49.08 | 50.89 |
Brent (usd por barril) | 52.93 | 55.78 |
Gasolina (usd por galón) | 2.43 | 2.36 |
Diesel (usd por galón) | 2.71 | 2.67 |
Gas Natural (usd por miles de m3) | 10.36 | 10.07 |
Fuente: US Energy Information Administration | ||
Tasa de Inflación | 2015 | 2016 |
Economías Desarrolladas | 0.3 | 1.2 |
Economías Emergentes | 5.6 | 5.1 |
Fuente: FMI | ||
Tasa de Interés de referencia | 2015 | 2016 |
EU (6 meses) | 0.4 | 1.2 |
Zona Euro (3 meses) | 0 | 0 |
Japón (6 meses) | 0.1 | 0.1 |
Fuente: FMI | ||
Balance en Cuenta Corriente / PIB | 2015 | 2016 |
EU | -2.6 | -2.8 |
Zona Euro | 3.2 | 3 |
Asia | 2.6 | 2.4 |
Sudamérica | -3.5 | -3.3 |
Medio Oriente y norte de África | -3.6 | -4.3 |
Fuente: FMI |
*Coordinadora Executive MBA-EGADE Bussiness School.