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La velocidad del viento, a 10 metros por segundo, ha sido el codiciado recurso de las trasnacionales que llegan a tierras istmeñas, con sus aerogeneradores de 76 metros de alto y que visten ya la región indígena de Oaxaca. Pueblos enteros se oponen; mientras, la industria anuncia inversiones de 14 mil millones de dólares para finales de 2018.
Matías Romero, Istmo de Tehuantepec, Oaxaca.- En esta región del Sureste mexicano, la riqueza natural es uno de los tesoros más codiciados por las trasnacionales. Energía Eólica del Sur tiene presupuestado un proyecto para que Fomento Económico Mexicano, SAB de CV (FEMSA), embotellador de la compañía refresquera Coca-Cola, la más grande del mundo, y la cervecería Cuauhtémoc Moctezuma generen su propia energía con el viento que corre por estos lares.
Y es que el aire exclusivo de este territorio es anhelado por las trasnacionales que ya han instalado aerogeneradores de electricidad y que pretenden multiplicar su presencia, entre ellas: Alstom, General Electric, EcoWind, Energies Nouvelles, Eólica del Sur, Eolectric y más. Compañías que han instalado más de 1 mil 500 aerogeneradores, distribuidos en 31 parques por todo el país.
La instalación de estos también se contempla en el Plan Nacional de Infraestructura 2014-2018, a través de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Esta forma de generar energía inició con la administración de Ernesto Zedillo, en el marco de la apertura comercial con Estados Unidos y Canadá.
Los resultados, al transcurrir 21 años de la instalación del primer parque eólicos: despojo, descontento, abuso y división entre los campesinos de la región, contrario a las millonarias ganancias para la elite empresarial.
Desde 2013, la barra de Santa Teresa es uno de los terrenos objetivos en esta región oaxaqueña (el más numeroso en la activación de estos vehículos de electricidad en el país). La empresa de origen español Energía Eólica del Sur (antes nombrada Mareña Renovable), pretende instalar un parque en medio de pescadores para que FEMSA sea dotada de energía.
El presidente de la Asociación Mexicana de Energía Eólica (AMDEE), José Adrián Escofet Cedeño, respalda la industria a la que representa y dice en entrevista que esta es una de las generadoras de energía renovable por excelencia. En entrevista con Fortuna comenta que la resistencia que hay en algunos pueblos de Oaxaca responde a la complejidad sociocultural que hay en el estado y niega que la industria a la que representa genere contaminación al entorno.
Escofet Cedeño anuncia: “Lo que viene a corto plazo es la instalación de alrededor de otros 5 o 6 mil megavatios (MW), duplicar lo que ya existe para llegar a finales de 2018; es decir, una capacidad instalada casi de 9 mil MW. La instalación futura implica inversiones en el rango de 14 mil millones de dólares, lo existente invertido está en el rango de los 5 mil millones de dólares”.
El financiamiento del BID
El financiamiento del proyecto de Energía Eólica del Sur, al que se han opuesto las comunidades indígenas y pesqueras del Istmo, se otorgó por la “principal fuente de financiamiento multilateral de América Latina”, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Bajo el proyecto ME-L1107, el BID explica que “consiste en la construcción de una planta de energía eólica de 396 MW en Oaxaca y la infraestructura asociada, en la área del Istmo de Tehuantepec. El Proyecto proveerá energía al Fomento Económico Mexicano, SAB de CV, bajo el marco legal del Programa de Autoabastecimiento”.
El BID anunció desde 2011, en un comunicado de prensa, que este proyecto sería el “mayor parque eólico de México y uno de los más grandes de América Latina”; su número de operación es 2644A/OC-ME y el financiamiento estimado de 74 millones 991 mil 156 dólares (1 millón 153 mil 476 millones 466 mil 14 pesos, aproximadamente, al tipo de cambio del 29 de mayo de 2015).
El organismo multilateral apuntó: “Estamos ayudando a México a aprovechar sus abundantes recursos eólicos a fin de satisfacer la creciente demanda de energía y, al mismo tiempo, reducir la importación de combustibles fósiles para la generación de electricidad”. El proyecto consistirá en la construcción de 132 torres con aerogeneradores.
La llegada de los aerogeneradores
Carlos Beas Torres, integrante de la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo de Tehuantepec, comenta que la región del Istmo se convirtió en un foco de atención de la Agencia de Desarrollo de Estados Unidos, corporación que realizó estudios para medir la velocidad y la cantidad de viento que circula por esta región.
Además, dice, en México la Comisión Federal de Electricidad (CFE) estableció que el proyecto La Venta en 1994, tendría seis o siete torres, “pero tiempo después [hacia 1996] empezaron a haber algunos gestores que hacían el apartado de la tierra en la que pagaban 20, 50 o 100 pesos por hectárea y decían que ya estaba apartada”.
El luchador social comenta que “desde un principio ha habido una resistencia importante de ejidatarios, no vendieron donde era estratégico para la CFE y recuerda que fue tan grande la confrontación, que la propia Comisión denunció penalmente a 73 campesinos de La Venta por el delito de daños por 30 millones de pesos, campesinos cuyo único delito era defender su tierra”.
Pedro Orozco Márquez, vocero de la organización social defensores del mar Mugier Ndyuck, quien ha liderado la resistencia en San Dionisio del Mar, comenta en entrevista que desde hace 3 años se tiene detenido el proyecto, pues el pueblo entero se opuso a la llegada de los aerogeneradores. Esta situación trajo con ello el amedrentamiento, acoso y descontento de algunos en la zona; sin embargo, dice, las personas siguen en resistencia y viviendo de la pesca, como ancestralmente se ha hecho.
“La resistencia se mantiene, sigue viva, dejamos en reposo la instalación de aerogeneradores pero ellos están fomentando la división entre la gente. Ahora, el pueblo se está contaminando con los partidos políticos e insisten en controlar la voluntad de los pueblos a través de la captación de un color de partido o de otro. Nosotros lo vemos como un problema porque los partidos políticos son obedientes de los objetivos del gobierno, pero no para los pueblos.
Oaxaca, un paraíso con viento
México es un país con locaciones idóneas para la explotación eólica en gran escala, dice el ensayo Energía eólica en el istmo de Tehuantepec: desarrollo, actores y oposición social, elaborado por los investigadores de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Sergio Juárez-Hernández y Gabriel León.
En el estudio, los universitarios muestran que desde la década de 1980 se vienen realizando estudios que han permitido valorar la calidad y cualidad del aire en esta región. “Desde entonces sobresalió la región Sur del Istmo de Tehuantepec, en el estado de Oaxaca, donde la velocidad media anual de los vientos excede 10 metros por segundo (m/s), siendo que en promedio en el mundo se aprovechan vientos de 6.5 m/s para la generación de energía. Los vientos en el Istmo de Tehuantepec son además relativamente estables, un porcentaje alto de horas por año, de ahí que su potencial energético sea considerado como excelente.
Además, la topografía istmeña es “favorable” para la instalación de centrales eoloeléctricas. “Todo ello lo distingue como uno de los sitios más atractivos en el mundo para la explotación eólica en escala comercial…”
“La construcción de centrales eólicas en el Istmo de Tehuantepec es liderada por empresas privadas, fundamentalmente extranjeras. Los intereses de estas empresas frecuentemente chocan con los de las comunidades locales donde se pretenden erigir los proyectos. Ello se refleja en el descontento social creciente ante el despliegue masivo de aerogeneradores, luego de constatar que el desarrollo eólico no ha beneficiado en la medida esperada a los pobladores locales”, mencionan Juárez y León.
La aniquilación ambiental
Victorio Vázquez Martínez, biólogo por el Instituto Tecnológico Agropecuario de Oaxaca, dice entrevista que cualquier obra o magaproyecto tienen siempre un impacto sobre la biodiversidad y “en esta zona, donde están los parques eólicos, hay especies micro endémicas; el riesgo es que si desaparecen de esa parte del mundo, desaparecen a nivel planetario. Estos parques implican la remoción de la vegetación, por el manejo y uso, liberan aceites y eso contamina, indudablemente”.
Critica las manifestaciones de impacto ambiental, realizadas por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), pues “siempre se hacen según las necesidades de las mismas empresas, no tenemos un estudio independiente. Por ello, es preocupante que se extinga la biodiversidad (las aves, los reptiles, etcétera), mucha de ésta es fuente de alimento y medicamentos. Así de sencillo: si acabamos con toda una especie rompemos toda una cadena de vida”.
Guillermo Rodríguez Curiel, integrante de la Asamblea Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental, comenta que desde 1992, con las reformas hechas al Artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el expresidente Carlos Salinas de Gortari abrió las puertas a esto que hoy llamamos proyectos de muerte: a toda la actividad minera y la extracción de hidrocarburos, hidroeléctricas y parques eólicos.
Los candados que aún quedaban cerrados en la Constitución para cometer el despojo contra los pueblos indígenas los abrieron en 2014, con la complicidad de todos los partidos políticos, y se da esta reforma que abre totalmente la puerta para el despojo de los bienes naturales y comunes de los pueblos, de las comunidades y de la biosfera.
En el caso de los aerogeneradores, como están prendidos las 24 horas del día, generan vibraciones, hay un ruido que lastima los oídos de las aves, de los mamíferos; ya no hay vacas alrededor de esos parques, los animales pequeños ya se fueron, los ahuyentan y generan enfermedades cardiovasculares por ese ruido permanente que afecta todo el sistema nervioso. Lo quisieron vender como una energía limpia e inocua y ya está muy documentado que provoca daños.
Se solicitó entrevista con los representantes de Energía Eólica del Sur, a través de la encargada de comunicación, Marcela Treviño, sin que hasta el momento se haya obtenido respuesta.
La defensa de los eólicos
De acuerdo con la Asociación Mexicana de Energía Eólica (AMDEE) en México hay 2 mil 551 MW operando; y se contempla incrementar para 2020 o 2022 a 15 mil.
La primera cifra se genera debido a la presencia de 1 mil 570 generadores, a través de 31 parques eólicos, los que han significado una inversión de 5 mil 100 millones de dólares.
En el país, los parques instalados se encuentran en: Nuevo León, Tamaulipas, Jalisco y Chiapas (con un proyecto cada uno), el resto se concentra en Oaxaca.
La AMDEE indica en su portal electrónico que “la energía eólica se considera una forma indirecta de energía solar. Entre el 1 y 2 por ciento de la energía proveniente del sol se convierte en viento, debido al movimiento del aire ocasionado por el desigual calentamiento de la superficie terrestre. La energía cinética del viento puede transformarse en energía útil, tanto mecánica como eléctrica.
“La energía eólica transformada en energía mecánica ha sido históricamente aprovechada, pero su uso para la generación de energía eléctrica es más reciente, existiendo aplicaciones de mayor escala desde mediados de la década de 1970 en respuesta a la crisis del petróleo y a los impactos ambientales derivados del uso de combustibles fósiles”.
—¿Por qué se tendría que decir sí a esta energía? –se le pregunta a José Adrián Escofet Cedeño.
—La energía eólica es la energía renovable por excelencia, no utiliza combustibles fósiles para nada. Además, tiene una gran ventaja sobre otras: los terrenos que utilizas se pueden seguir utilizando para sus usos acostumbrados porque realmente lo único que utilizas es entre el 3 y 4 por ciento de la superficie total arrendada, para instalar las plataformas, los refinadores, los caminos, las bodegas, la oficina.
“El 96 por ciento de la superficie del terreno se puede seguir utilizando para fines agrícolas o ganaderos, no hay desplazamiento de personas y los arrendadores de parques eólicos tienen la ventaja de que el ingreso que tienen por renta de sus terrenos se suma al ingreso tradicional por su actividad. Un parque en operación paga 12 o 14 mil pesos anuales por hectárea, pero pagas por todo el terreno que arrendaste; si tienes un terreno de 1 mil hectáreas voy a pagar 13 millones de pesos de arrendamiento al año. Hay propietarios que pagan más que otros”.
—Se habla de que esta es una energía limpia; sin embargo hay resistencia en los pueblos a ella.
—Una hidroeléctrica compra los terrenos porque los vas a inundar y a los propietarios de esos terrenos los indemnizas y los desplazas, en un parque solar sucede lo mismo; sin embargo, los únicos parques con mala publicidad es la eólica. Esto surge de un fenómeno socio-político y económico en Oaxaca, principalmente, porque el desarrollo de las eólicas en México, por razones de recurso natural de viento se inició en Oaxaca, que tiene unas condiciones espléndidas para esta energía.
“Sin embargo, Oaxaca es de una complejidad sociocultural política muy importante; tiene 580 municipios, más de la mitad de ellos se gobiernan por usos y costumbres, una diversidad de comunidades indígenas y afectos políticos que no se ve en el resto del país, es un estado muy interesante, pero ello también tiene sus complejidades. Por otro lado Oaxaca tiene altos índices de pobreza y esta mezcla hace que cuando aparece una industria que invierte esas cantidades se convierten en un problema porque empiezas a generar a una parte de la población con más ingresos que el resto. Luego, se presenta el abandono del campo y se vuelve una comunidad de rentista, dejan de ser una comunidad productiva.
“Las empresas somos los únicos que vamos a convivir con esas comunidades por los próximos 30, 40 o 50 años. La vida útil de los proyectos eólicos anda entre 25 y 30 años. Por eso hay un gran sentido de responsabilidad, una atención precisa a ese tipo de temas y cada empresa en particular, y como asociación, desarrollamos estrategias para invertir en cada comunidad presupuestos de responsabilidad social de desarrollo comunitario. Hay temas que resuelven necesidades inmediatas, como pavimentación, equipo escolar o proyectos productivos a largo plazo”.
—Hay oposición por contaminación de los aerogeneradores, porque hay escurrimiento de los aceites que utilizan hacia la tierra.
—Falso. Eventualmente es maquinaria que utiliza aceites y lubricantes, pero el control que se tiene sobre los equipos y el mantenimiento es altísimo. Eventualmente puede haber un derrame de aceite pero son pocos litros, menos el que tira cualquier tractor agrícola. No hay contaminación. No hay que olvidar que en este tipo de proyectos toda la inversión se hace antes de empezar a producir, y después tienes que recuperar la inversión produciendo energía eléctrica a lo largo de 30 años, pero lo tienes que hacer cada vez que sopla el viento.
“La contaminación con aceite es un mito, son banderas que toman los grupos opositores, son grupos que se oponen al desarrollo.
“Tampoco hay contaminación por vibraciones. Dinamarca, España y Holanda son un ejemplo. Tienen una capacidad instalada de 30 mil MW instalados; Dinamarca va a llegar a su 60 o 70 por ciento de su generación eléctrica con aerogeneradores y son países que producen ganado, lácteos y tienen una actividad industrial importantísima y ahí están los aerogeneradores todo el día, la gente no se enferma. Estamos apegados estrictamente a las normas ambientales: si no se cumplen, no se hace el parque.
“En el caso de Oaxaca tenemos que convivir con esta complejidad sociocultural”.
La pobreza en San Dionisio y San Mateo
“Muy alto”, así es el grado de marginación de estas dos comunidades indígenas y pesqueras que serían afectadas por el proyecto de Eólica del Sur.
Los habitantes de esta región viven del mar, comercian y se alimentan de él; y para ellos es muy sencillo: “Los aerogeneradores traerán problemas, uno básico: el aceite que derraman escurrirá al mar”, comenta Pedro Orozco.
De acuerdo con el Catálogo de Localidades, de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), el grado de marginación de San Dionisio del Mar pasó de “Alto” en 2005, a “Muy Alto” en 2010, siendo estas las más recientes estadísticas de la Secretaría.
Su población se calcula en 5 mil 68 habitantes y el 43.69 por ciento de ésta vive en condiciones de hacinamiento (unas 2 mil 214 personas); en tanto que el 88 por ciento sobrevive con ingresos de hasta dos salarios mínimos (4 mil 459 aproximadamente).
San Mateo del Mar se encuentra en condiciones similares, aunque de 2005 a 2010 se ha mantenido en el mismo nivel de rezago: “Muy Alto”, con una población superior a la de su comunidad vecina, pues los datos oficiales contabilizan 14 mil 252 personas; con un población en nivel de hacinamiento del 66.07 por ciento; en tanto que el 75.42 por ciento de la población ocupada vive con ingresos de hasta dos salarios mínimos.