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El proceso electoral de este año está echado a andar. Los partidos políticos nuevamente se verán las caras el próximo domingo 7 de junio y nuestra joven democracia se pondrá a prueba con nuevos jugadores en el tablero electoral.
Comenzamos este proceso precisamente con una cantidad tremenda de spots, en donde se privilegian las acusaciones entre los partidos políticos, que si usan relojes de millones de pesos, que si construyen presas en sus propiedades personales o si coleccionan mansiones de millones de dólares, en vez de canalizar las propuestas, ideas y plataformas de cada uno de los candidatos y de los partidos. Estamos viendo y viviendo una “guerra electoral” sin precedentes que confirman nuevamente que el ciudadano como usted y como yo, no importamos.
Ya no importan las propuestas que deberían ser el eje de este proceso, no importan qué haremos por tener un sistema de justicia a la altura de lo que estamos viviendo. No importan los esfuerzos por querer combatir la corrupción que aqueja a un sin número de instituciones (tanto federales, como locales); no importa que haya un trato justo a los migrantes que día a día cruzan las fronteras de este país y son tratados de las peores maneras. No importa la trata de hombres y mujeres que día a día son “comercializados” por redes de personas sumamente organizados y algunos de ellos amparados bajo la luz de la autoridad.
Estamos pues ante dos escenarios que parecen ser diametralmente opuestos, pero que a la vez tienen que ver uno con otro, porque es precismente mediante el voto como elegimos a los “señores” que se suponen legislarán para acabar o por lo menos tratar de minimizar los problemas que aquejan a México.
Este Índice de Impunidad Global (IGI), es un primer trabajo académico internacional que mide el fenómeno de la impunidad y que demuestra que de los 193 Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), solamente 59 países fueron incluídos en el Índice Global de Impunidad por haber contado con información estadística suficiente y actualizada en materia de seguridad, justicia y derechos humanos. Y los resultados no son nada halagadores para México; revisemos algunos:
El estudio demuestra que México tiene dos dimensiones prioritarias que debe atender: la funcionalidad de su sistema de seguridad y la estructura de su sistema de justicia.
Referente a la estructura de los sistemas de seguridad, el índice afirma los esfuerzos gubernamentales de crecimiento del cuerpo policíaco en México, es decir, 355 policías por cada 100 mil habitantes; cifra que se encuentra muy pegada al promedio de la proporción de policías que es de 332 por cada 100 mil habitantes. Además la funcionalidad del sistema de justicia mexicano muestra una deficiencia al tener casi la mitad de su población detenida sin sentencia, lo que equivale al 46 por ciento.
Y estos datos duros nos llevan una vez más a reflexionar que la corrupción e impunidad, más que ser un problema cultural como en algún momento señaló el presidente, Enrique Peña Nieto, son problemas instaurados dentro del sistema político que nos ha gobernado. El IGI retrata puntualmente que el problema en nuestro país es funcional y estructural, lo que inevitablemente lleva pensar que sería necesario tomar medidas urgentes para reducir los altos niveles que observamos.
¿Serán capaces los candidatos ganadores en la elección intermedia de corregir el rumbo? ¿Habrá verdadera disposición de los nuevos actores en el Congreso para comenzar a discutir leyes que reviertan estos datos duros que nos muestra el Índice de Impunidad Global? De lo que estoy seguro es que quienes iremos a sufragar el voto el domingo 7 de junio de 2015, tendremos la convicción y la esperenza de que las cosas deberán cambiar.
ARISTAS
Por Salvador Zaragoza Andrade, productor y Locutor.
Correo electrónico: szaragozaa@gmail.com / twitter.com/SalvadorZA