Tiempo de lectura aprox: 6 minutos, 12 segundos
Frente a la posición dominante de Telmex y América Móvil, Telefónica de España no sólo ha tenido que invertir 13 mil 500 millones de dólares en la última década sino también construir un complejo blindaje tributario y financiero para resistir la lucha por cada punto de participación que busca ganar en uno de los mercados más rentables del mundo, pero en el que sus márgenes son cada vez más reducidos.
En México, las tarifas de terminación de llamadas a teléfonos móviles se ajustaron por disposiciones de la autoridad, hasta un nivel de los más bajos del mundo, dice en entrevista, el presidente de Telefónica México, Francisco Gil Díaz.
“No recuperar costos castiga desproporcionadamente a las empresas entrantes y perjudica a las personas de menores ingresos, para las que se vuelve no rentable la provisión del servicio”, agrega el presidente de la firma multinacional en México.
Por ello, la estructura financiera y fiscal de Telefónica de España debe ser impecable y en línea con el modelo global de la firma española que matemáticamente se repite en cada país en donde tiene presencia. Telefónica, además, debe hacer frente a las pérdidas cambiarias que hasta el tercer trimestre del año pasado contabilizaron 5 mil 400 millones de euros y más de 900 millones tan sólo por los ajustes en monedas como el bolívar.
En México, algunas inversiones en activos que se han registrado como pérdidas contra el pago de impuestos y juicios que llegan hasta la Suprema Corte de Justicia, en un intento por evitar nuevos impuestos, son algunas de las estrategias fiscales que Telefónica México ha puesto en marcha o en las que ha participado para sostener la carrera de largo plazo en la que compite contra Carlos Slim por el mercado mexicano de telefonía celular y de servicios de telecomunicaciones.
En medio de la reestructura de su deuda global (por casi 63 mil millones de dólares al cierre de 2013) y de las trincheras que construye en sus mercados europeos, el gigante español enfrenta un momento clave en México porque debe corregir su modelo de negocios para buscar clientes dispuestos a pagar más por servicios de telefonía y telecomunicaciones, después de que los nuevos acuerdos de interconexión y terminación de llamadas modificaron las reglas del juego y afectaron sus ingresos.
Telefónica apuesta a los teléfonos inteligentes para incrementar la facturación por el mercado de datos y también a los servicios para el sector gobierno. En los servicios Machine to Machine (M2M), Telefónica es líder en Europa y en México ya controla el 25 por ciento. Ahora, dice Gil Díaz, van por una mayor participación en este segmento en donde aprovecha las alianzas con Nextel, Iusacell, Televisa y Megacable.
La metamorfosis de Telefónica México, por lo tanto, busca acelerar las ventas por servicios de datos porque los ingresos por terminación de llamadas cayeron hasta en una tercera parte.
“Se registra una tendencia mundial al ajuste de tarifas para la terminación de llamadas, eso está pasando en México, en Brasil, en muchos países. Además, en el mercado mexicano, Telefónica ha hecho un cambio importante al abaratar los servicios, pero el camino ha sido complicado frente un operador dominante”, dice en entrevista desde Madrid, Andrés Bolumburu Cámara, del Bancsabadell.
Para el analista español, Telefónica México buscará mejorar este año su posición en México y, como sucede con otras empresas globales, el manejo fiscal busca apoyar las grandes inversiones que realiza.
Tarifas, impuestos e inversiones, la clave
Igual que lo hace en otros países de América Latina y Europa, Telefónica utiliza empresas en regulaciones laxas para realizar inversiones, pelea ante tribunales hasta el último peso de impuestos y busca deducir las pérdidas generadas en algunas de sus adquisiciones en el único mercado en el que se ha enfrentado a un operador dominante con una regulación adversa y que la limita, hasta ahora, al segmento de acceso móvil a pesar de que ha comprado espectro para todo tipo de servicios de Internet de alta velocidad, según la consultoría Signals Telecom.
Cálculos de Bancsabadell indican que al cierre de 2013 la tasa de impuestos contra flujos de efectivo de Telefónica de España sería aproximadamente del 2 por ciento; en 2012, la tasa tributaria efectiva fue de 25 por ciento. “No parece que se estén aprovechando como tal de la situación fiscal, pero sí que buscan mayores eficiencias”, dice el analista del banco español, Andrés Bolumburu.
Sin embargo, para un gigante multimercados como Telefónica, uno o dos puntos porcentuales en el pago de impuestos pueden representar miles de millones de dólares.
Por su compleja estrategia fiscal, no es gratuito, dice Jorge Álvarez Hoth, exsubsecretario de Comunicaciones y Transportes, que Telefónica invitara a Francisco Gil Diaz, extitular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, para dirigir sus operaciones en México. El exfuncionario público no sólo contaba con probada experiencia previa en el sector de las telecomunicaciones –en Avantel- sino que su trayectoria al frente de la Secretaría de Hacienda representaba un gran valor agregado para Telefónica.
También el exsubsecretario de Ingresos, Rubén Aguirre, es ahora asesor de la Asociación Nacional de Telecomunicaciones (Anatel), organismo que ha solicitado a la Secretaría de Hacienda una revisión integral del marco tributario del sector.
Paradójicamente, recuerda un ex directivo de Avantel que pidió omitir su nombre, fue Francisco Gil Díaz quien desde esa dependencia impulsó nuevos impuestos para el sector de las telecomunicaciones.
Después, como ejecutivo de Avantel y Telefónica, el propio Francisco Gil Díaz dirigió las estrategias y los argumentos ante las autoridades tributarias para impedir la aplicación de más gravámenes como el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) o el IVA al servicio de roamming para llamadas de larga distancia.
Gil Díaz, también como representante de Telefónica ha criticado que Telmex deduzca el ciento por ciento de las inversiones que realizó en los primeros cuatro años posteriores a su privatización, lo que representó un “regalo” de 11 mil 500 millones de dólares, con lo cual se ha generado una distorsión crónica en el mercado de las telecomunicaciones.
En España y, en medio de la crisis de esa economía, Telefónica de España también pidió a su gobierno reconocer las pérdidas que le generaron algunas inversiones en otros mercados y que, en los tribunales fiscales, se definieron como “transmisiones de participaciones sociales”; en otras palabras minusvalías por el diferencial en el precio de una compañía al registrar el precio real de las acciones contra el valor en libros.
En un largo pleito que involucró créditos fiscales por más de 3 mil 500 millones de dólares netos, Telefónica exhibió ante la Audiencia Nacional las pruebas de las pérdidas que le generó la compra de Terra Lycos, en la cual también se incluían activos en México. El caso llegó al Tribunal Supremo de Justicia en España y el operador de servicios de telecomunicaciones fue sometido a una inspección hacendaria que incluyó desde el 2001 hasta el 2004 y, en los cuales se habría presentado una pérdida generada por el diferencial entre el precio pagado y el valor en libros.
Ahora, Telefónica podría dejar de pagar en España esos 3 mil 500 millones de dólares en impuestos por registrar durante los próximos ejercicios. El expediente en el que se encuentran los activos de México forma parte de otro caso de compras en América Latina presentadas ante las autoridades tributarias españolas y que incluyen créditos fiscales por pérdidas que suman otros 883 millones de dólares. La compraventa de TeleSudeste Brasil –hoy Vivo– y operaciones a través de Telefónica Móviles de México, en el ejercicio 2002, generaron dichas pérdidas porque tras la fusión de activos se registraron valuaciones de activos mucho menores, lo que generó minusvalías.
El fiscalista Herbert Bettinger, fundador de Bettinger y Asociados, ha estudiado el caso por sus implicaciones para México y precisa que en España la legislación permite que anualmente se acumulen las pérdidas de inversiones, pero a nivel local; sin embargo, Telefónica logró que las autoridades fiscales reconocieran el esfuerzo de la compañía para lograr la expansión de su capital en el extranjero.
Pareciera, reflexiona Bettinger, un incentivo a un sector como el de las telecomunicaciones que, en medio de la crisis, necesita seguir invirtiendo para mantener posiciones geoestratégicas en una industria en plena reconfiguración y que representa un activo fundamental para la alicaída economía española.
El marco tributario para el sector de las telecomunicaciones, dice Bettinger, constituye un caso de estudio para muchos gobiernos porque se trata de una industria que genera beneficios directos para la calidad de vida de la población y para la productividad de las economías; sin embargo, hasta ahora, su regulación ha sido tarifaria y de mercado para evitar las concentraciones y posiciones dominantes.
Las inversiones de las compañías de telecomunicaciones, por lo tanto, –dice el fiscalista– están casi siempre condicionadas a las regulaciones tarifarias y no a la necesidad del mercado para generar beneficios al consumidor. “En México se ha generado un divorcio entre las normas fiscales y las reglas de los organismos reguladores”, dice Bettinger.
Por ello, Telefónica ha apoyada sus estrategias de inversión global en complejos esquemas tributarios.
En 2011, el diario español Cinco Días dio a conocer que, para reducir su carga impositiva, Telefónica de España constituyó en Irlanda su filial Telfin Ireland, cuyo principal propósito era financiar a otras empresas del grupo en operaciones realizadas un año antes.
A través de Telfin Ireland –que opera en un régimen fiscal con impuesto sobre la renta de sólo 12.5 por ciento contra el gravamen de 30 por ciento vigente en España– se financió, por ejemplo, la compra de Telefónica Internacional de Chile. No fue la única transacción, vía Telfin también se compró una gran parte del espectro radioeléctrico que, a partir de 2010, la empresa española adquirió en Europa y América Latina. Aquel reporte del diario Cinco Días incluían a las compras de espectro en México.
Y más allá de las adquisiciones, los impuestos representan, como sucede con las tarifas, uno de los grandes frentes que Telefónica ha buscado proteger en mercados tan importantes como Brasil. En donde, según su reporte anual presentado ante la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC).
En Brasil, Telefónica de España enfrenta en estos momentos una disputa con las autoridades tributarias de ese país buscan grabar con nuevos impuestos sus servicios. En Perú también se han presentado algunos litigios fiscales.
Además, las autoridades españolas incluyeron en sus auditorías fiscales, que concluyeron en 2012, los últimos siete años de operación en Argentina; los últimos cinco años de inversiones en Uruguay, México, Colombia y Noruega; los últimos cuatro de Venezuela, Nicaragua y Perú, así como los últimos tres de Chile, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos y Panamá.
En Europa, de acuerdo con documentos de Telefónica, la inspección de las operaciones de Telefónica incluyó seis años.