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Bryant Harris/IPS
Washington.- Los defensores de una reforma migratoria en Estados Unidos procuran capitalizar el nuevo impulso nacional sobre el tema, luego de que congresistas conservadores pusieran fin a meses de titubeos y presentaran una “lista de principios” para negociar.
En ese documento, legisladores del opositor Partido Republicano finalmente abrieron una puerta para que algunos indocumentados obtengan la legalización, siempre que tengan un tiempo residiendo en el país y carezcan de antecedentes penales, y para que los “dreamers” (jóvenes indocumentados que ingresaron cuando eran niños) reciban la ciudadanía.
Los principios permiten la legalización sólo para que trabajadores no documentados que respeten la ley, “paguen significativas multas e impuestos atrasados, logren un buen dominio del inglés y de la cultura cívica estadounidense y sean capaces de mantenerse a sí mismos y a sus familias (sin acceso a beneficios públicos)”.
Sin embargo, también llaman a fortalecer la seguridad fronteriza y a consolidar una política de “cero tolerancia” para quienes ingresen ilegalmente a Estados Unidos.
FWD.us, grupo de presión de la industria tecnológica liderado por el fundador de la red social Facebook, Mark Zuckerberg, y que apoya los esfuerzos para cambiar el sistema migratorio, declaró el lunes 3 “día de acción” para aprovechar este nuevo impulso.
La organización instó a la población estadounidense a que se contactara con legisladores clave del Partido Republicano para promover la reforma.
En este país hay 11 millones de inmigrantes indocumentados, muchos de los cuales sufren explotación. En los últimos cinco años, el gobierno de Barack Obama deportó a dos millones de personas.
Grupos religiosos, que representan uno de los sectores conservadores a favor de la reforma, también redoblaron sus esfuerzos. Los cristianos evangélicos subrayan el daño que provocan las actuales leyes de inmigración en las familias de los indocumentados.
“Más que en razones de seguridad y económicas, pienso que se necesita (la reforma) para la salud de las familias”, opinó Alex Cosio, pastor evangélico del estado de Carolina del Norte, durante una conferencia de prensa el lunes.
“Las familias sufren mucho cuando temen que algún pariente pueda ser atrapado y deportado. (La deportación) divide a las familias”, afirmó.
Cosio también señaló los efectos negativos del actual sistema migratorio en los jóvenes indocumentados que fueron traídos a Estados Unidos a edades muy tempranas.
“Es muy difícil para un padre decirle a un hijo que no puede tener licencia de conducir porque no están legalmente aquí”, señaló.
Cauto optimismo
El año pasado, el Senado aprobó un proyecto de ley para revisar todos los aspectos del sistema migratorio del país.
Esa propuesta habría abierto un camino a la ciudadanía para muchos de los 11 millones de indocumentados, pero republicanos en la Cámara de Representantes se opusieron arguyendo que en realidad eso constituía una “amnistía” para responsables de delitos.
Desde entonces, la iniciativa permaneció estancada y los republicanos no se decidían sobre cómo proceder en el tema.
A diferencia de sus pares en el Senado, los líderes republicanos en la Cámara de Representantes ahora afirman que no desean abordar el tema de la inmigración en un proyecto de ley único.
En cambio, prefieren tratar este y otros asuntos relacionados de manera fragmentada, a través de sucesivas leyes hasta potencialmente resolver el conflicto.
No obstante, el hecho de que la Cámara de Representantes esté nuevamente discutiendo el tema les dio a muchos promotores de la reforma un renovado optimismo.
En algunos casos, los nuevos principios republicanos muestran un giro ideológico de 180 grados. Por ejemplo, aceptan por primera vez una vía para que jóvenes indocumentados con título de estudios superiores o que sirvan en el ejército obtengan la residencia legal o incluso la ciudadanía.
Esto representa un acercamiento a las propuestas de una iniciativa anterior del gobernante Partido Demócrata, conocida como la Ley DREAM (acrónimo en inglés de Progreso, Alivio y Educación para Menores Extranjeros), a la que se opusieron algunos congresistas republicanos.
Los múltiples intentos fallidos desde 2001 para aprobar la Ley DREAM en el Congreso llevaron al presidente Obama a emitir una orden ejecutiva que detuvo la deportación de jóvenes indocumentados que cumplieran ciertos requisitos.
“Creo que podemos estar seguros de que aquellos que califiquen bajo las leyes y reglas establecidas para los estudiantes en DREAM se convertirán en un gran valor para nuestra nación”, dijo a IPS la directora de la Asociación Cristiana para el Desarrollo Comunitario, Noel Castellanos
“No todos esos jóvenes terminarán yendo a la escuela, pero algunos se unirán al ejército y contribuirán con grandes obras para servir a nuestro país”, sostuvo.
Además de la derecha cristiana, la Cámara de Comercio, el mayor lobby empresarial del país, también recibió con agrado los principios republicanos.
“La reforma migratoria es un elemento esencial del crecimiento económico, y creará empleos estadounidenses”, sostuvo en una declaración el presidente de esa institución, Thomas J. Donahue.
“El momento es ahora, y la Cámara está determinada a lograr que 2014 sea el año en que finalmente se apruebe esa reforma migratoria”, afirmó.
Ambivalencia progresista
Mientras los grupos conservadores que apoyan la reforma se mostraron ilusionados con la lista de principios republicanos, en el campo progresista hubo menos entusiasmo.
America’s Voice, una organización pro-reforma con sede en Washington, criticó que los republicanos insistieran en fortalecer la seguridad en la frontera con México, como requisito para avanzar en la legalización de los inmigrantes.
Los activistas advierten que el gasto en seguridad fronteriza ya es exorbitante.
“El gobierno de Estados Unidos gasta 18.000 millones de dólares anuales en hacer cumplir las leyes de inmigración, más que todas las agencias federales combinadas”, señaló la organización en un análisis enviado a IPS. “La patrulla fronteriza se duplicó en los últimos años para llegar a un récord de 21.000 agentes”, adujo.
“No obstante, los republicanos están desempolvando la vieja postura de ‘seguridad primero’, haciendo creer que eso es lo que falta”, sostuvo America’s Voice.
Defensores de los derechos laborales también condenaron que los republicanos se nieguen a facilitar el acceso de los extranjeros a la ciudadanía, con el argumento de que eso afectaría los puestos de trabajo y los salarios de los estadounidenses.
“Hasta que no tengamos un sistema migratorio con un camino hacia la ciudadanía, empleadores inescrupulosos seguirán explotando a trabajadores con bajos salarios, impulsando a la baja los sueldos de todos”, alertó Richard Trumka, presidente AFL-CIO, la mayor central sindical estadounidense.
“Los lugares de trabajo serán más seguros y los salarios crecerán para todos los empleados, sean inmigrantes o no, cuando podamos abrir un camino hacia la ciudadanía. Y sin embargo, los republicanos no solo rechazan esto, sino que abrazan un modelo que reducirá los sueldos e incrementará la desigualdad de ingresos”, sostuvo.
Todavía no está claro cómo continuarán las discusiones en el Congreso, y si todos los republicanos cerrarán sus filas detrás de estos nuevos principios.
El domingo 2, el representante republicano Paul Riyan dijo a periodistas que estaba “claramente en duda” si el Congreso aprobaría una reforma migratoria este año.
Después de todo, en noviembre se celebrarán las elecciones legislativas en Estados Unidos, y la reforma migratoria es un tema candente para muchos.