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Haydeé Moreyra*
Leer que Grecia tiene una alta posibilidad de quebrar, que España se ve amenazada por un serio y creciente problema de deuda o que Argentina enfrenta una crisis de pagos, no son noticias que hoy en día sorprendan. Pero saber que prósperas regiones estadunidenses, como California o Detroit, enfrentan problemas de deuda y con riesgo a caer en bancarrota, no es algo que se escuche frecuentemente.
A mediados de julio, Kevyn Orr, administrador especial de la ciudad de Detroit, solicitó la bancarrota ante un juez de Michigan. La también llamada la “ciudad del automóvil” había llegado al límite, y su incapacidad de cumplir con sus compromisos financieros fue evidente; aseguradoras, bancos, inversionistas institucionales, formaron parte de los cerca 100 mil acreedores de una ciudad cuya deuda alcanzó poco más de 20 mil millones de dólares. Esto convirtió a Detroit, junto con el estado de California, en casos de bancarrota inusuales que no se presentaban desde la década de los 50.
Vale la pena detenernos un poco con algunos datos interesantes sobre esta ciudad. Detroit es considerada una de las 366 metrópolis más importantes de Estados Unidos. Con un Producto Interno Bruto (PIB) que suma 208 mil millones de dólares, esta ciudad ocupa el décimo cuarto lugar de importancia a nivel nacional. Detroit era a mediados del siglo pasado la cuarta ciudad más poblada de Estados Unidos con cerca de 2 millones de personas. Su economía está basada en una de las industrias más exitosas a nivel mundial gracias al cluster formado por las “Tres Grandes” empresas automotrices: General Motors, Chrysler y Ford.
Pero la población de Detroit ha pasado de ser la cuarta ciudad más poblada en Estados Unidos, con 2 millones de personas en 1940, a la décima novena con 951 mil 720 personas en 2012. Su tasa de desempleo se ha triplicado desde el año 2000; actualmente Detroit registra una tasa de desempleo de 19 por ciento vs 7.3 por ciento a nivel nacional. El salario promedio mensual apenas alcanza los 1 mil 200 dólares (cifra antes de impuestos) y 20 por ciento de la población se encuentra en pobreza.
Pero las malas noticias no paran ahí. La tasa de homicidios ha registrado niveles históricamente altos y es considerada una de las ciudades más peligrosas de Estados Unidos en los últimos 20 años. Los servicios públicos también han sido afectados. Por ejemplo, en el primer trimestre de 2013 cerca del 40 por ciento de las luces de la ciudad dejaron de funcionar, y el mantenimiento y la infraestructura en la ciudad pasaron a segundo plano.
¿Cómo es que una ciudad con perspectivas económicas tan promisorias haya sido declarada en bancarrota y cómo es que una década de logros fue desapareciendo? Pues sí, sí es posible. Los problemas que enfrenta Detroit no sólo se atribuyen a la crisis económica mundial y a la entonces emproblemada industria automotriz, también responde a una mala administración municipal.
El primer gran problema de Detroit se llama “deuda”. Se estima que la ciudad tiene una deuda a largo plazo que alcanza poco más de 18 mil millones de dólares, lo que equivale a una deuda por habitante de 19 mil 017 dólares. Una abultada deuda generalmente obedece a la incapacidad de los gobiernos de generar suficientes ingresos para hacer frente a sus gastos. La caída en la economía local y un creciente desempleo obligó la salida de muchas familias y empresas (contribuyentes) lo que provocó una caída en la recaudación.
Si a lo anterior le sumamos que en la actualidad sólo 30 por ciento de los trabajos en la ciudad son de residentes de Detroit y más de la mitad son de ciudadanos cuyo trabajo es fuera de la metrópoli, la problemática de generación de ingresos propios se hace cada vez más evidente. Es así que los ingresos del gobierno por concepto de predial cayeron 20 por ciento desde 2008, mientras que la recaudación de impuesto sobre la renta lo hizo en 30 por ciento.
La otra parte de la ecuación tiene que ver con gastos. Detroit, como muchos otros gobiernos locales, enfrentan un serio problema con las pensiones. En Detroit existen al menos, 13 mil burócratas trabajando actualmente, pero 22 mil retirados que demandan un plan de pensión y de salud que le cuesta a la ciudad 200 millones de dólares, lo que implica que una cuarta parte del gasto ya está comprometido y de seguir esa tendencia no sorprendería que llegara a la mitad. Tan sólo el compromiso de recursos por concepto de fondos de retiro y plan de salud asciende a 9 mil millones de dólares.
En otras palabras, mientras el gobierno de Detroit no logre recaudar más, no tendrá los fondos suficientes para cumplir con compromisos financieros cada vez más crecientes, y que dejan poco margen de maniobra en el ejercicio del gasto público.
Detroit enfrenta problemas en su economía real a partir de la crisis de la industria automotriz, pero también en su sistema tributario. Este caso es un claro ejemplo de que ciudades prósperas (acaso también países) no son inmunes al entorno económico y que las decisiones equivocadas pueden provocar el hundimiento de una región que no necesariamente está ubicada en Europa.
*M.A. Haydeé Moreya García
Coordinadora Executive MBA-EGADE Business School