TERROIR: VOZ DEL SUELO, ALMA DEL VINO

Viñedos de altura en Querétaro, donde cada racimo resiste y florece entre granizos y microclimas caprichosos.
Viñedos de altura en Querétaro, donde cada racimo resiste y florece entre granizos y microclimas caprichosos.

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Hay tierras que hablan, no con palabras, sino con silencios minerales, acentos de viento y pausas de sol. El terroir, concepto muchas veces limitado a lo técnico es, en realidad, una trama viva de elementos naturales y humanos: clima, suelo, altitud, biodiversidad y las decisiones que el viticultor toma frente a ese entorno. Es una herencia que se filtra en la piel de la uva y se convierte en relato líquido.

Algunos vinos no se explican, se sienten; los que emergen de suelos volcánicos llevan consigo una vibración profunda, como si el subsuelo hubiera guardado una emoción soterrada y la ofreciera en cada sorbo; no es solo mineralidad, es el eco cálido de lo irrepetible, la sacudida que deja una ausencia.

En cambio, los vinos criados en arcillas suaves parecen hablar en susurros; no se imponen, se deslizan; invitan con lentitud, como el aire denso justo antes de una confesión, en ese borde donde lo íntimo se vuelve inevitable.

En ambos casos, el terroir es más que una geografía, es una red silenciosa de raíces que teje memorias bajo tierra, como un corazón antiguo que late sin necesidad de palabras. El vino es el vehículo de esa pulsación, el recipiente emotivo de una tierra que no habla con voz, sino con savia; beberlo es rastrear lo que nos conecta con lo profundo, lo que nos sostiene, aunque no se vea; lo que permanece, incluso cuando todo cambia.

La tierra volcánica imprime en el vino una vibración profunda, como si el subsuelo ofreciera una emoción soterrada en cada sorbo.
La tierra volcánica imprime en el vino una vibración profunda, como si el subsuelo ofreciera una emoción soterrada en cada sorbo.

 

QUERÉTARO: EL VINO QUE HIZO DEL ORIGEN UNA PROMESA

El 10 de marzo de 2025, esa voz fue escuchada oficialmente, el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) publicó, en el Diario Oficial de la Federación (DOF), la Indicación Geográfica Protegida (IGP) para los Vinos de la Región Vitivinícola de Querétaro, dos semanas después, el 24 de marzo, el distintivo fue entregado formalmente en la Secretaría de Economía, lo que representó la primera certificación de este tipo de vinos en México.

Este reconocimiento no es solo un sello oficial, es una declaración rotunda, ya que este afirma que el vino queretano tiene algo que decir, y que ese algo no puede replicarse en ninguna otra parte del mundo. La IGP, otorgada por el IMPI, legitima que estos vinos son originarios de la región de Querétaro, y que sus características específicas son resultado de factores geográficos y ambientales únicos de la zona, y que el producto refleja cualidades o reputación ligadas a su tierra. A diferencia de las Denominaciones de Origen (DO), que exigen que todas las fases de producción se desarrollen en el territorio delimitado, la IGP permite mayor flexibilidad, sin romper el vínculo con el terruño.

Y es precisamente esa tierra, indómita, elevada, impredecible, la que da sentido al reconocimiento. Querétaro se distingue por una viticultura extrema; las vides aquí, sobreviven a granizos intempestivos, lluvias veraniegas que enfrían las noches, microclimas caprichosos y altitudes que rozan los mil 960 metros sobre el nivel del mar. Cada condición adversa se traduce en carácter, cada obstáculo en una identidad que hoy tiene nombre propio.

“Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo, estoy aquí resucitando.”

Ese verso de María Elena Walsh, inmortalizado por la voz de Mercedes Sosa, parece escrito también para la vid queretana, una cepa que no se rinde ante la adversidad, sino que florece a través de ella. El vino que surge de estas tierras no solo sobrevive, resiste, transforma y deja en cada sorbo la huella de lo invencible.

La IGP no solo protege un producto, protege una historia, preserva el trabajo de viticultores que han decidido no imitar, sino honrar su origen; resguarda la memoria de una tierra que ha aprendido a hablar en taninos y acidez, con cuerpo y alma.

*FOTÓGRAFA Y WINELOVER

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