Un estratega en Pemex

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Emilio Lozoya Pemex

A siete años de que se aprobó el régimen fiscal que prometía para Petróleos Mexicanos (Pemex) mayores recursos, la necesidad de una reforma integral efectiva se impone y el tiempo para que se transforme la paraestatal se acaba.

El gobierno mexicano debe maximizar cada gota de petróleo de sus reservas como lo han hecho empresas como Petrobras y Statoil de Noruega. Pemex, además, necesita un marco jurídico que le permita avanzar en alianzas con empresas privadas midiendo adecuadamente el riesgo de cada operación.

Los recursos que necesita Pemex son cuantiosos y la reforma buscaría la forma de obtenerlos sin poner en riesgo la soberanía del Estado sobre el petróleo. Para explorar en aguas profundas, según datos de la paraestatal, se necesitan más de 5,000 millones de dólares.  Sólo un barco para explorar cuesta 1,500 millones de dólares.

Todo el presupuesto de Pemex en un año es de 28,000 millones de dólares y se reconoce que no cuenta con la tecnología necesaria para exploración de pozos profundos. La mayor tragedia se presenta cuando el pozo resulta seco y los recursos. La visión de la reforma es convertir a Pemex en un jugador en el mercado petrolero que agregue valor a su petróleo crudo y no que se mantenga como una compañía del Estado especializada en exploración geológica. “El modelo noruego es el que jala para México”, dijo el director general de Pemex, Emilio Lozoya Austin.

La ruta crítica

En 2009, cuando participaba como director para América Latina en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, el economista y abogado mexicano Emilio Lozoya Austin advirtió, junto con otros analistas del organismo, que los fondos de Pemex eran insuficientes para cumplir con las crecientes necesidades de inversión en la paraestatal durante la próxima década.

Ese pronóstico se cumplió. Además, los problemas para Pemex aumentaron por el retraso en las inversiones operativas que año con año se fueron acumulando. Entonces, vaticinó Lozoya Austin, eran necesarios nuevos mecanismos para el financiamiento y desarrollo de activos productivos para la petrolera.

Para ello, decía Lozoya Austin en el reporte sobre la competitividad de México (The Mexico Competitiveness Report, 2009), la reforma del gobierno corporativo de Pemex era indispensable para alinear los incentivos de una administración con la eficiencia que exige la administración de la paraestatal. De ello dependían las inversiones necesarias para descubrir nuevos yacimientos y sostener el nivel de las reservas probadas y probables de Pemex.

Y con varias décadas de rezago en el desarrollo y acceso a la tecnología de punta que hoy la industria petrolera de avanzada emplea para maniobras de exploración y perforación, Lozoya Austin escribió entonces: “El Estado mexicano deberá iniciar coinversiones (joint ventures) con petroleras privadas, pero también con compañías de regímenes estatales que sí están remontando el rezago tecnológico.

Sin indicios, en ese momento,  de  que llegaría a la dirección de Pemex, para Lozoya Austin el mapa de ruta de los cambios necesarios en la paraestatal quedó marcado en aquel documento del Foro Económico Mundial. Con Enrique Peña Nieto, asegura Lozoya Austin, estrecharía la relación y las coincidencias sobre la necesidad de mayor inversión para la economía mexicana durante sus visitas al Foro Mundial de Davos, la pasarela de inversiones en donde las naciones con altos niveles de productividad compiten por los capitales.

Lozoya Austin recuerda que, en las visitas de Enrique Peña Nieto al Foro Económico Mundial de Davos, todavía como gobernador del Estado de México, su objetivo era cerrar acuerdos y atraer inversiones extranjeras a la entidad. Junto con Luis Videgaray, ahora titular de la Secretaría de Hacienda, buscaban las mejores inversiones para generar empleos y elevar la productividad. “Eran una dupla que cazaban inversiones y así dirigían su agenda política en Davos”, recuerda el director general de Pemex.

Pemex Exploracion[1]

En Pemex, dice Lozoya Austin, las alianzas estratégicas permitirán conocer la tecnología de punta en materia de exploración y dirigir mejor las inversiones de la paraestatal, con o sin reforma.

En los primeros meses de su gestión en Pemex, Lozoya no sólo ha cerrado alianzas con empresas extranjeras sino con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para realizar un diagnóstico socio-económico y ambiental que permita garantizar la sustentabilidad de la nueva refinería de Hidalgo.

El mandato de esta alianza es realizar un diagnóstico en cinco estados con más de 250 comunidades como parte de la estrategia de Desarrollo Sustentable del proyecto Nueva Refinería. Un grupo multidisciplinario estudiará, de esta forma, las acciones que se aplicarán para desarrollar el proyecto de una forma sustentable y con el mínimo impacto social y ambiental.

A pesar de que la refinería es un proyecto que surgió durante la administración panista de Felipe Calderón, Lozoya Austin asegura que el proyecto seguirá adelante. Algunos analistas estiman que el desarrollo de esta refinería podría no ser del todo rentable con una inversión superior a los 11,000 millones de dólares; sin embargo, también reconocen que detrás de la operación de una nueva refinería se encuentra la seguridad energética de la economía mexicana y la necesidad de no depender de la producción extranjera de petrolíferos.

Además, Lozoya Austin llega a Pemex en medio de una transformación del mapa mundial de la energía. La revolución que imponen las nuevas tecnología para obtener shale gas, también conocido con gas pizarra, están convirtiendo a Estados Unidos en el nuevo jugador dominante de la geopolítica energética. Y si bien Calderón anunció en 2011 inversiones por más de 10,500 millones de pesos para incrementar hasta en 40 por ciento el tendido de gasoductos que conecten a Estados Unidos con México, la nueva administración en Pemex busca caminos más cortos y rápidos.

Foto: Emilio Lozoya Austin, director de Pemex.