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Este 15 de septiembre de 2025, el reloj marcaba las once menos cuarto cuando los reflectores se encendieron sobre el balcón central de Palacio Nacional. La plancha del Zócalo, con más de doscientas mil personas reunidas, vibraba en expectativa. Por primera vez en 215 años de historia, una mujer presidenta se preparaba para dar el Grito de Independencia.
La presidenta Claudia Sheinbaum apareció en punto de las 23:00 hrs. vestida de morado, un color cargado de simbolismo. No fue un detalle casual: el morado es la bandera de la lucha feminista, adoptado en su sexenio como tono político y como recordatorio de las mujeres que han abierto camino.
El vestido con bordados blancos de flores nahuas en la parte superior, falda tableada y accesorios discretos, fue diseñado por Thelma Islas Laguna y Crystel Martínez Torre; confeccionado por Rocío Castro Cruz, con el bordado artesanal de la maestra Virginia Arce Arce, originaria de Tlaxcala, conectando así también con el Año de la Mujer Indígena, decretado por el propio gobierno.
Horas antes, en un breve video difundido en redes, donde se expuso el proceso de elaboración artesanal de la banda presidencial, la mandataria había insinuado que ya tenía su elección: no era sólo un vestido, sino un mensaje de convicción, identidad y de historia.
Un homenaje a Leona Vicario
Antes de salir al balcón, Sheinbaum montó una breve guardía frente al retrato de Leona Vicario, su mayor referente femenino en la historia de México. Vicario, nacida en 1789, fue periodista, benefactora de la insurgencia y mensajera que arriesgó fortuna y vida por la independencia. Declarada “Benemérita Madre de la Patria”, es para la presidenta el ejemplo de que la independencia no sólo se escribió con nombres masculinos.
Un balcón austero, distinto a otros sexenios
En el balcón principal la acompañaron su esposo, Jesús María Tarriba, y los integrantes del gabinete legal: la jefa de Gobierno, Clara Brugada, la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez; el secretario de Economía, Marcelo Ebrad; el secretario de Hacienda, Édgar Amador, los titulares de Defensa y Marina; además de los secretarios de Educación, Energía, Cultura y Seguridad.
A diferencia de los años en que se abarrotaban los pasillos con artistas, empresarios y políticos invitados, esta vez la ceremonia fue austera, sin parafernalia ni alfombras de celebridades.
La escolta que entregó la bandera estuvo integrada solo por mujeres cadetes del Heroico Colegio Militar, encabezadas por la subteniente Jennifer Samantha Torres Jiménez. Otro gesto con carga histórica.
El momento de los vivas: un gesto de fuerza que parecía venir de los dioses
Al salir al balcón, Sheinbaum tomó la campana en una mano y la bandera en la otra, y antes de repicar, lanzó su llamado con una fuerza que parecía emanar de los dioses de la antigua Tenochtitlán.
—¡Mexicanas, mexicanos!, ¡Viva la independencia!
El Zócalo estalló en respuesta. Luego vinieron uno a uno los 22 vivas que marcaron su grito Cada palabra retumbaba con eco poderoso, como si el Zócalo entero se llenará de la energía de siglos de lucha y resistencia:
“¡Viva Miguel Hidalgo!” “¡Viva José María Morelos y Pavón!” “¡Viva Vicente Guerrero!”
La fuerza de su voz era la misma que hace 48 años; era imposible no recordar a la joven líder estudiantil que recorría los pasillos del CCH y de la Facultad de Ciencias, alzando la voz en los mítines por una educación gratuita, un México más justo y un futuro con más oportunidades para todos.
Cada viva no fue solo un acto ceremonial; fue un gesto cargado de convicción, memoria histórica y fuerza moral, con una voz firme y sostenida, que contagiaba a la multitud, misma que respondía con un estruendo que parecía fundirse con la historia del propio Palacio Nacional.
– ¡Vivan los héroes y las heroínas que nos dieron patria!
La plaza quedó momentáneamente en silencio, sorprendida por la dirección inesperada que tomó la arenga; Sheinbaum no solo nombró heroínas de la independencia; proyectó un espíritu feminista que atravesó siglos; cada nombre que pronunció fue un acto de reconocimiento a quienes, como ella, han luchado por justicia, libertad y dignidad.
Desde las insurgentes que arriesgaron todo por la patria hasta las heroínas anónimas que sostienen al país en la vida cotidiana, su voz resonó con fuerza y convicción, recordando que la historia también se escribe desde la acción de las mujeres:
“¡Viva Josefa Ortiz Téllez-Girón!”, la nombró con su apellido de soltera, no como “Ortiz de Domínguez”, para subrayar la independencia de su identidad, más allá del vínculo matrimonial.
-“¡Viva Gertrudis Bocanegra!”, insurgente michoacana fusilada tras negarse a delatar a los suyos.
– “¡Viva Manuela Medina, la Capitana!”, la mujer que lideró tropas insurgentes en las batallas junto a Morelos.
– “¡Viva Leona Vicario!”, la madre de la patria que sostuvo la insurgencia con ideas y con recursos.
Sheinbaum también gritó por las mujeres indígenas, por la dignidad, la libertad, la democracia y la justicia. Cada viva fue lanzado sin titubeos, y acompañado de la respuesta atronadora de la multitud; el eco de los “¡Viva México!” que cerraron la arenga fue casi ensordecedor.
Una frase que resume todo
Minutos después, entre fuegos artificiales y música en la plancha del Zócalo, la presidenta levantó los brazos y abrazándose a sí misma, pero con el corazón a quienes decidieron acompañarla y confiar en ella, se despidió del balcón.
A pesar de que días antes de este evento histórico, en su conferencia matutina, la mandataria aseguró que el hecho de que una mujer diera el grito de independencia ya era mucha novedad, tanto ella como su equipo dejaron claro, la noche de este 15 de septiembre, que aún tienen mucho por mostrarle a los mexicanos y mexicanas, y que esto apenas comienza.
Así quedó marcado el primer Grito de Independencia del sexenio de Claudia Sheinbaum: morado, austero, femenino, y con un eco que resonó con fuerza más allá de la plaza, como un recordatorio de que la historia también se puede reescribir con otra voz.
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