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La SHCP puede sanear las finanzas públicas, o estimular una economía estancada. El Banco Central, cuyo único mandato es mantener el poder adquisitivo, podría seguir recortando la tasa de interés para incentivar la demanda, en momentos en que la inflación ha estado repuntando en sus últimas mediciones. El punto es ver el costo de la euforia fiscal
*Por Rodolfo Ostolaza, subdirector de Estudios Económicos de Banamex
México navega un 2025 tormentoso, atrapado entre una economía debilitada y la sombra de los aranceles impuestos por Donald Trump.
Las decisiones de política fiscal de 2023 y 2024 han dejado un legado de déficits y tensiones. Y ahora, en un contexto de desaceleración, la Secretaría de Hacienda y el Banco de México (Banxico) enfrentan cada una, dilemas distintos.
Por un lado, la SHCP puede sanear las finanzas públicas o estimular una economía estancada. Por el otro, el Banco Central, cuyo único mandato es mantener el poder adquisitivo, podría seguir recortando la tasa de interés para incentivar la demanda, mientras que la inflación ha repuntado en sus últimas mediciones.
La política económica ha elegido su camino, pero el margen de error es mínimo, y un paso en falso podría ser muy costoso en términos de recuperación.
El costo de la euforia fiscal
En 2024, México abandonó la relativa disciplina que había definido a la administración de López Obrador. Se desató una política fiscal expansiva, canalizando recursos a proyectos emblemáticos y programas sociales, al parecer para asegurar el triunfo electoral de 2024. El precio fue alto: el déficit fiscal escaló a 5.7% del PIB en 2024 (desde 4.3% en 2022 y 2023), al igual que la deuda pública (54.9% en 2024 vs 50.9% en 2023), poniendo en riesgo la sostenibilidad de esta última en caso de no revertir su tendencia.
El crecimiento del PIB de 3.4% en 2023 -impulsado por un consumo robusto y un sólido desempeño económico en Estados Unidos (2.9%)- disimuló temporalmente estas presiones. Pero en 2024, el crecimiento de la economía se desplomó a 1.4% anual, con un crecimiento trimestral promedio de 0.1%, y una contracción de 0.7% en el último trimestre, golpeado por condiciones internas, como la reforma al Poder Judicial y elevadas tasa de interés reales, y, en la parte externa, por la incertidumbre ante la llegada de Trump a la presidencia de EUA.
Esto se tradujo en la desaceleración del consumo, de tasas de 4.3% reportadas en 2023 a niveles de 2.8% en 2024, así como en la caída de la inversión privada, desde los niveles de dos dígitos de 2023, de 15.7% hasta llegar a un 4.5% durante 2024.
El nearshoring, a pesar de haber sido una narrativa poderosa, no se materializó, entre otras razones, por la falta de confianza en el nuevo entorno institucional.
Hoy, con una economía estancada y en desaceleración, un impulso fiscal sería bienvenido para reanimar el crecimiento. Sin embargo, las arcas públicas están exhaustas. La SHCP reconoció que la tendencia del déficit ponía en riesgo la sostenibilidad de la deuda (y la calificación crediticia de la misma), y ha optado por una consolidación fiscal en 2025, recortando gasto e inversión para reducir el déficit a 3.0% del PIB (aunque nosotros lo vemos en 4.2%).
Esta estrategia, aunque prudente, llega en un momento crítico: los aranceles del 25% impuestos por Trump amenazan las exportaciones mexicanas, y su incierta duración –junto con la impredecibilidad del presidente estadounidense– agrava el panorama.
La renegociación del T-MEC, programada para la segunda mitad de 2025, será un punto de inflexión pero, hasta entonces, México enfrenta un riesgo creciente de estancamiento.
Banxico: equilibrando inflación y crecimiento con un mercado laboral atípico
En el frente monetario, Banxico mantuvo una postura restrictiva en 2023 y 2024 para domar una inflación que alcanzó 7.9% en 2022. La tasa de referencia subió de 10.5% a 11.25% entre diciembre de 2022 y marzo de 2023, logrando reducir la inflación general a 5.2% en 2023 y a 4.9% en 2024.
En marzo de dicho año, el banco central inició un ciclo de relajamiento con un recorte de 25 puntos base, para después pausar (sorpresivamente) y continuar con cuatro recortes más (en agosto, septiembre, noviembre y diciembre).
En 2025, Banxico aceleró el ritmo: tres recortes de 50 puntos base (febrero, marzo y mayo) situando la tasa en 8.5%, con un recorte adicional de 50 puntos base anunciado para junio, lo que la llevará a 8.0%. Si bien en este nivel la tasa seguiría en terreno restrictivo, esta estrategia podría reflejar la creciente preocupación por la desaceleración de la economía por pare del organismo central, aunque el mandato del Banco no incluye el crecimiento económico.
Sin embargo, la inflación sigue siendo un desafío.
Aunque la general se mantuvo dentro del rango objetivo (3% ± 1%) de enero a abril de este año, y la de mercancías está en niveles bajos, esta última ha comenzado a acelerarse rápidamente, mientras que la de servicios, que había promediado 4.5% en lo que va del 2025, por lo que disminuye a un ritmo lento, posiblemente está reflejando que las presiones de costos permanecen elevadas.
Esto, debido parcialmente a un mercado laboral sorprendentemente resistente: A pesar de la desaceleración, el desempleo se mantiene en mínimos históricos (2.6% en el primer trimestre de 2025), debido a una caída en la tasa de participación laboral, de niveles de 60.1% en 2023 a 59.1% en 2024.
Esta reducción se explica, en parte, por los apoyos a la tercera edad, como la pensión universal para adultos mayores, que ha incentivado el retiro de trabajadores mayores, junto con factores más estructurales del mercado laboral, como la informalidad.
Desde su implementación (marzo de 2025) los aranceles de Trump complican aún más el panorama. Si bien el dólar se ha debilitado, el peso mostró una depreciación anual mayor al 15% entre marzo y mayo, encareciendo las importaciones y alimentando los riesgos inflacionarios.
La incertidumbre sobre la duración de los aranceles y la renegociación del T-MEC en la segunda mitad de 2025 pone a Banxico en una posición delicada: un relajamiento excesivo podría desanclar las expectativas inflacionarias, en 3.6% para 2027 desde hace meses, mientras que mantener una postura restrictiva podría asfixiar aún más a la economía.
Un rumbo definido, pero plagado de riesgos
México ha trazado su ruta: consolidación fiscal para sanear las finanzas públicas y una política monetaria que, con recortes agresivos de 50 puntos base, que busca apuntalar el crecimiento.
Sin embargo, el éxito de estas medidas depende de factores internos y externos. Internamente, una consolidación fiscal de mediano plazo requiere una reforma tributaria que amplíe la base fiscal sin sofocar el consumo, la cual ni siquiera se ha discutido seriamente en algún foro.
Externamente, la renegociación del T-MEC y la evolución de los aranceles de Trump serán cruciales. En Banamex, proyectamos que el PIB de 2025 no crezca con respecto a 2024.
La expansión fiscal aseguró victorias políticas, pero dejó un boquete financiero que limita las opciones actuales. Banco de México, con una tasa en 8.5% y un recorte adicional programado, apuesta por reactivar la economía (aunque la tasa se mantendría en terreno restrictivo), pero la inflación y los aranceles de Trump representan amenazas latentes.
México, una vez más, está a merced de las decisiones de su vecino del Norte, pero no puede ignorar sus retos internos. La política económica ha jugado sus cartas; esperemos que haya acertado, porque un error podría sumir al país en una escenario incierto y prolongado.
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*Rodolfo es subdirector de Estudios Económicos de CitiBanamex, donde se encarga de dar seguimiento a los sectores real y externo de la economía mexicana.
Tiene una Maestría en Economía de El Colegio de México, una Licenciatura en Finanzas de la Universidad Tecnológica de México, y una Licenciatura en Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Anteriormente, fue economista senior en el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos. También desempeñó los cargos de jefe de la sección de estadísticas de comercio internacional en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
El ejecutivo también estuvo al frente de la Dirección de Insumo Producto en el INEGI, y fue jefe de la Oficina de Medición de los Sectores Primario y Terciario del Banco de México (Banxico).