Tesla paga los “platos rotos” de Elon Musk en Estados Unidos y Europa, pero… ¿También en México?

Tesla paga los “platos rotos”

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 35 segundos

El costo del affaire político del magnate repercute en la reputación de Tesla en Estados Unidos, Europa, pero también en México.

Elon Musk no solo es el hombre detrás de Tesla, SpaceX y Starlink. Desde el pasado 20 de enero, cuando Donald Trump asumió nuevamente la presidencia de Estados Unidos, Musk también se convirtió en una figura clave dentro de su administración, encabezando el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Dicho movimiento, lejos de fortalecer su imagen pública, ha sumido a Tesla en una crisis sin precedentes. El reporte financiero más reciente revela que Tesla solo generó 409 millones de dólares en ganancias entre enero y marzo de 2025, en contraste con los 1,400 millones obtenidos en el mismo periodo del año anterior.

Esta caída no solo refleja un mal trimestre, sino una sacudida estructural relacionada con la reputación pública de su CEO. La iniciativa Tesla Takedown, una campaña global de boicot y protesta contra la marca, ha derivado en ataques vandálicos, desinversiones y protestas públicas en Estados Unidos y Europa.

Sin embargo, México presenta un caso particular. Aunque las calles mexicanas no han sido escenario de manifestaciones contra la compañía, el fenómeno sí ha impactado en el terreno más silencioso, pero igual de potente: la percepción digital y el ánimo de consumo.

México: ¿resistencia pasiva o antesala de un rechazo activo?

Tras un análisis realizado por Oca Reputación realizado mediante la plataforma SentiOne, se analizaron un total de 1048 menciones en redes sociales entre el 20 de enero y el 20 de abril de 2025 revela que el 37.8% de las conversaciones sobre Tesla son negativas, frente a un escaso 13.3% de opiniones positivas. El resto (48.9%) se mantiene en un terreno neutral, aunque dominado por la incertidumbre. Si bien Tesla no reporta oficialmente sus cifras de venta en el país al INEGI, este cambio de tono resulta significativo.

Parte del escepticismo se relaciona directamente con la figura de Musk. Su alianza con Trump y su rol como funcionario federal en Estados Unidos ha generado inquietudes en un contexto mexicano marcado por tensiones comerciales, discursos nacionalistas y una creciente preferencia por productos tecnológicos con identidad local o asiática.

La “gigafactory” de la discordia

El proyecto más ambicioso de Tesla en México —su anunciada gigafactory en Nuevo León— se ha convertido en un símbolo de esta ambivalencia. Aunque en su momento fue celebrada como una victoria industrial para el país, la falta de información oficial, los vaivenes del comercio bilateral y las políticas proteccionistas del nuevo gobierno estadounidense han envuelto a la inversión en un velo de incertidumbre.

Mientras tanto, marcas como la china BYD y la emergente firma mexicana Olinia, comienzan a ganar terreno en la conversación pública. Con precios más competitivos y un discurso alineado al consumo nacional, estas alternativas podrían posicionarse como opciones viables para un segmento creciente de consumidores que ya no ve a Tesla como la única respuesta a la movilidad eléctrica.

Entre el nacionalismo económico y la innovación tecnológica

Otro factor que alimenta la erosión reputacional de Tesla en México es el discurso nacionalista, reavivado por las tensiones diplomáticas con Estados Unidos. Las narrativas que promueven la defensa de la industria automotriz nacional, así como la imposición de impuestos a compañías extranjeras, colocan a Tesla en una posición incómoda, especialmente al tratarse de una marca fuertemente asociada al establishment político estadounidense.

No obstante, Tesla conserva ventajas significativas. Su liderazgo en innovación, su red de carga rápida (SuperChargers) y su capacidad de generar experiencias de marca siguen atrayendo a un público tecnófilo y aspiracional. Eventos como Capital Meetings, donde participan spakers de Tesla, mantienen vivo el interés por la conducción autónoma y otras apuestas disruptivas, pero el riesgo de quedar atorada en un debate político ajeno a su origen crece día a día.

Una marca atrapada en su fundador

El mayor desafío para Tesla no es tecnológico ni de mercado: es simbólico. La marca está profundamente ligada a Elon Musk, y su incursión política ha contaminado ese vínculo. En un escenario en el que consumidores cada vez más informados toman decisiones basadas en valores y contexto político, la figura de Musk deja de ser un activo para convertirse en un pasivo de alto costo.

En México, donde aún no se han materializado los boicots que afectan a otros mercados, la empresa parece estar a tiempo de replantear su narrativa. Pero si no logra desvincular su imagen de la controversia política y responder con mayor claridad a las preocupaciones del mercado local, Tesla podría enfrentar una erosión lenta de su reputación y su participación en el sector automotriz mexicano.