Las mujeres en STEM y el poder del acompañamiento

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La persistencia de las mujeres en carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM) sigue siendo uno de los grandes desafíos en la educación superior. Un estudio reciente, titulado “Dear Future Woman of STEM”, recopiló cartas escritas por estudiantes de último año dirigidas a jóvenes universitarias que recién inician su trayectoria en estas disciplinas. A través de estas misivas, las participantes reflejan no solo las dificultades cotidianas que enfrentan las futuras científicas e ingenieras, sino también el valor de la sororidad, el empoderamiento y la perseverancia para avanzar con éxito en un entorno académico y profesional que, con frecuencia, se percibe como competitivo.

El proyecto reunió a 89 estudiantes de dos instituciones públicas en Estados Unidos, aportando perspectivas de diferentes tamaños y enfoques académicos. Los hallazgos se agruparon en siete ejes temáticos, entre los cuales destacan la normalización de las dificultades y la importancia de no permitir que un examen reprobado o la inseguridad ante las matemáticas definan la valía personal. Por el contrario, se enfatiza que los tropiezos académicos constituyen un paso natural en la curva de aprendizaje. Asimismo, muchas de las cartas insistieron en que un resultado negativo no determina la proyección de quien estudia STEM: con disciplina y estrategias de estudio —como acudir a profesores, tutorías y asesorías— es posible retomar el ritmo y fortalecerse profesionalmente.

Otra recomendación frecuente fue la creación de redes de apoyo mediante grupos de estudio y clubes de ciencia y tecnología. Estas redes, además de intercambiar información y recursos, cimentan la confianza mutua. La presencia de mentoras y profesoras también contribuye a que las jóvenes se reconozcan capaces de forjar una carrera exitosa; este modelo de éxito femenino en áreas de alta exigencia técnica ayuda a derribar estereotipos. Si bien el respaldo académico influyel, el sostén familiar emergió como un factor decisivo para muchas participantes, especialmente cuando se combinan la formación profesional y las responsabilidades del hogar.

De hecho, los equilibrios familiares y profesionales varían según el contexto cultural. En ciertos ámbitos orientales, la familia ocupa un lugar prioritario, mientras que en entornos occidentales el trabajo suele tomar el protagonismo. Sin embargo, en ambos casos se percibe la urgencia de conciliar estas dimensiones para lograr un progreso sostenible. Un ejemplo ilustrativo es el testimonio de Davina Evans, académica senior con más de 18 años de experiencia en consultoría de liderazgo y administración sostenible: al decidir procrear, relata que hubo jornadas tan exigentes que apenas lograba ver a su hijo; aun así, alcanzó un crecimiento profesional notable y mantuvo un vínculo estrecho con él, hoy mayor de edad. Esta historia evidencia que, históricamente, el rol de ama de casa no siempre ha garantizado la realización personal de la mujer: algunas se sienten plenas en ese papel, mientras que otras aspiran a expandir sus horizontes y requieren un esfuerzo doble para avanzar en su trayectoria profesional y, a la vez, nutrir el entorno familiar.

En ese sentido, la constancia y la determinación se revelan fundamentales para afianzar la presencia femenina en STEM. Los mensajes de aliento y de celebración de cada logro —sea un proyecto, un examen aprobado o una meta cumplida— actúan como motores internos que superan presiones externas y dudas personales. Además, recalcan la relevancia de la solidaridad, la mentoría y la normalización de las dificultades para impulsar el desarrollo de las mujeres en estas disciplinas.

No obstante, la experiencia también demuestra que se necesitan cambios estructurales en el ámbito laboral. Mientras el liderazgo femenino aporta empatía e inclusión en las organizaciones —propiciando culturas laborales más justas y colaborativas (Personas), fomentando políticas ambientales responsables (Planeta) y mejorando la innovación y la gestión de riesgos (Beneficios)—, la realidad confirma que las cuotas por sí solas no transforman por completo la cultura empresarial. El caso de Noruega lo ejemplifica: la ley que exige un 40% de mujeres en los consejos de administración logró incrementar su presencia en puestos de alta dirección, pero no produjo un “efecto dominó” en el resto de la fuerza laboral. No se observaron mejoras notables en los ascensos de otras mujeres, en la brecha salarial ni en la conciliación familiar más allá de la cúpula directiva publicada en el papel científico “Breaking the Glass Ceiling? The Effect of Board Quotas on Female Labour Market Outcomes in Norway”

Ante esta limitación, se plantean estrategias integrales que vayan más allá de las cuotas formales. La gestión flexible —incluyendo horarios adaptados, teletrabajo y medición de resultados, en lugar de horas de presencia— debe normalizarse para toda la plantilla y no solo verse como una concesión femenina. Paralelamente, programas de mentoría y sucesión profesional pueden permitir a las mujeres retomar sus carreras sin verse penalizadas por pausas derivadas de la maternidad o de cuidados familiares. Del mismo modo, resulta clave instaurar una cultura de seguridad psicológica, apoyada por líderes capaces de detectar sesgos inconscientes, y respaldada por recursos específicos para el desarrollo femenino, como grupos de apoyo o planes de formación. Sumado a ello, la adopción de tecnologías y políticas inclusivas de recursos humanos (por ejemplo, licencias de paternidad y adaptaciones de salud) favorece que la flexibilidad se consolide como norma dentro de las organizaciones.

La ley noruega evidenció que sí es posible elevar la representación femenina en el más alto nivel corporativo cuando se establecen objetivos concretos y cuando la mujer decide llegar a los estándares de alta dirección. Sin embargo, para que este avance se extienda al conjunto de la plantilla, se requieren cambios profundos y estructurales. Solo así es factible construir un entorno verdaderamente equitativo, capaz de reconocer las distintas etapas de la vida de hombres y mujeres, y de permitir que el talento femenino florezca con plenitud, aportando a la competitividad y la sostenibilidad de cada organización.

Aun con los progresos, la ONU ha advertido que a las mujeres les tomaría aproximadamente 300 años alcanzar la equidad de género respecto a los hombres. Sin embargo, estudios y experiencias como las aquí mencionadas evidencian que la determinación, el valor, el empoderamiento y la formación continua pueden acortar esas brechas para mujeres que deciden compartir sus creaciones con el mundo en un contexto STEM, y para ello organizaciones como HE Aurora impulsan el liderazgo femenino a nivel mundial, comenta Evans al llevar a cabo su entrenamiento continuo en 2023. Conmemorando cada 8 de marzo, recordamos a aquellas mujeres que han abierto el camino a las generaciones presentes y futuras, invitándole a cultivar la semilla de sus ideas y su compromiso con el bien común. Su voz y su liderazgo —centrados en la inclusión, la sostenibilidad y la integridad— generan resultados positivos que contribuyen a la construcción compartida de un triple resultado: Personas, Planeta y Beneficios. Así, cada mujer se erige como un pilar de transformación en las múltiples facetas de su vida y de la sociedad.

 

 

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