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Enrique Barranco
Antes, era común suponer que los bienes del subsuelo mexicano no podían ser comprados por México a ningún particular, ya que eran propiedad del estado mismo. Sin embargo, las cosas han cambiado a tal grado que seguramente a pocos sorprenderá que el vapor geotérmico de Cerro Prieto, en Mexicali, Baja California (la segunda planta geotérmica a nivel mundial), sea vendido a la misma Geotérmica por una empresa particular. Parece una situación de caricaturas, como la del gato que fue cazado por los ratones o la araña que compraba redes porque no sabía tejer.
Como se sabe, hay varias empresas privadas extranjeras y nacionales que perforan en Cerro Prieto para la Comisión Federal de Electricidad (CFE); pero es poco comentado el hecho de que haya contratos para venderle el vapor ¡de sus propios yacimientos! Bueno, el caso es que la geotérmica reconoce haber comprado vapor por mas de 1 mil millones de pesos a la Constructora y Perforadora Latina, SA (Coperlasa), desde 1997 a la fecha.
El mundo enmarañado de los negocios y la política hace que el sentido común carezca de significado: es perfectamente posible que las playas sean vendidas a extranjeros, que el presidente no tenga poder sobre la reserva federal mexicana, que empresas americanas sean dueñas de la Virgen de Guadalupe (este trato ya hecho, fue estropeado por el escándalo), y que los patos tiroteen a las escopetas.
En este caso, también se cumple el viejo axioma mexicano: función pública igual a fortuna al vapor (al parecer, la función publica es la ruta más corta al dinero y poder en México –caso Mouriño–), ya que si usted se molesta en averiguar quiénes integran Coperlasa encuentra nada menos que ha sido dirigida por Carlos Ruiz Sacristán (exsecretario de Comunicaciones y firme apoyador de Felipe Calderón), director de Assarco Lls de Perú, socio de Proyectos Estratégicos Integrales de México, director del banco Ve por Más, y de Sempra Energy (tal vez su appointment en Sempra influyó para que se aprobara –también al vapor– la instalación de las controvertidas plantas eléctricas de La Rosita, sin tomarse la molestia de cumplir los trámites legales con el estado de Baja California).
Otro de los mexicanos directores de Coperlasa es Alberto Escofet, exdirector de la CFE, exsubsecretario de Energía y miembro del club de los 12 de ICA (el club de los 12 directores y ejecutivos se reparten una bolsa de 122 millones de dólares en un año “como compensación”, según expertos de ICA).
Hace años, cuando leía un reporte del Departamento de Energía de Estados Unidos, donde se quejaban de que Vicente Fox no les había cumplido la promesa de privatizar Petróleos Mexicanos, utilizaban el término own (propiedad) para referirse a pozos geotérmicos de Halliburton (Dick Chenney) en Cerro Prieto; cuando se suponía que Halliburton podía perforar pozos, pero no poseerlos. Pensé que era un error de redacción, pero vale la pena repensar el punto.
Otro dato asombroso es que Coperlasa es una empresa ridículamente pequeña (casi no genera empleos en México), ya que cuenta con sólo unos 30 empleados, pero tiene ingresos de alrededor de “medio millón de dólares al año”.
Este negocio de 1 mil millones en vapor fue conseguido por Perforadora Latina al entrar como director Alberto Escofet en 1997, sostenido durante el periodo de Fox y el primer año de Calderón. Pero como todo mundo sabe, los favorecidos de un sexenio no siempre logran mantenerse en el Nirvana, así que por lo pronto el concurso para ver quién le venderá el vapor a la geotérmica en los próximos años ha sido declarado desierto. Tal vez en unos meses sabremos quién será el nuevo político-empresario afortunado que le pegue al gordo.
Mientras tanto, vale la pena reflexionar sobre la audacia en los negocios que practica la alta escuela mexicana. Encontrar la forma de vendernos lo que ya es nuestro requiere, sin duda, de situaciones excepcionales, poderes mágicos o compradores anencefálicos. Pero si éste no es el caso, quizás a usted se le ocurre una mejor explicación; seguramente ya la tiene en la punta de la lengua.