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#AlAire
Rosario Piedra es lo de menos. Con los 87 votos que las y los senadores de Morena y sus aliados le dieron a la aspirante peor evaluada, no solo reeligieron al capricho tabasqueño. Y lo digo por Adán Augusto, que conste. Las triquiñuelas y la chicanada explícitas y sin tapujos que se cometieron en la Cámara Alta garantizaron que al frente de la CNDH permanezcan la negligencia, la corrupción y la incapacidad de los últimos cinco años.
Sí, le aseguraron su hueso quinquenal a Piedra Ibarra, pero también lo hicieron con su operador político y administrativo, a.k.a. su brazo derecho y confidente, Francisco Estrada Correa. Sí, el polémico secretario ejecutivo de la CNDH a quien varios trabajadores y trabajadoras del organismo han denunciado por irregularidades desde hace varios años.
Nueve días antes de que Claudia Sheinbaum asumiera la presidencia de México, el personal cenedehachista le envió una carta exigiendo que la persona a elegirse en la CNDH contara con presencia y reconocimiento probado. En la misiva denunciaron que la presidencia de Piedra abandonó a las víctimas y que estuvo caracterizada por su ausencia física y su falta de compromiso.
“La CNDH ha quedado en manos de Francisco Estrada para su uso, abuso, venganza y aspiraciones políticas personales, todo ello en detrimento de la propia Comisión y los objetivos por los que fue creada”, se lee en aquel texto publicado el pasado 21 de septiembre a la entonces presidenta electa.
Cuesta creer que las y los senadores cuatroteístas no supieran de la fachada y la fichita a las que estaban reeligiendo. Pero cuesta más creer -es un decir- que violenten las máximas del obradorismo: “no mentir, no robar y no traicionar”. Según la mencionada carta, la Comisión “despilfarra los poco más de mil 798 millones de pesos de presupuesto público que recibe cada año. De los que el 81% se destina al capítulo de “servicios personales”.
Y la cosa está peor, porque aseguran que la “gran simulación” se realiza con los capítulos dos mil y tres mil del presupuesto, donde ambos suman 334.2 millones de pesos. “En el ejercicio de estos capítulos se esconde la desviación de recursos que hace Estrada Correa mediante las partidas de adquisición de mobiliario, vehículos, pago a servicios externos como en el rubro de estudios y proyectos, en esta sola partida cada año se hacen erogaciones de un monto cercano a los 100 millones de pesos”, mencionan.
Al tiempo en que Rosario Piedra defendía al Ejército Mexicano y a la Guardia Nacional por señalamientos de ejecuciones extrajudiciales en su contra, en el 2022 se realizaban “pagos a empresas fantasmas por 25 millones de pesos, monto que al año siguiente por el mismo concepto creció a 73 millones de pesos y cada año en esa partida la erogación es mayor”. La CNDH -por cierto- ejerce más de 30 millones de pesos anualmente por concepto de “arrendamiento, el cual se celebra mediante contratos de adjudicación directa y sin licitación”.
Quizá por esto -es un quizá con ironía- la CNDH cambió cinco veces de Oficial Mayor durante los cinco años de la administración Piedra-Estada. Uno por año. Y ya ni recordar la dimisión de los seis integrantes de su Consejo Consultivo el 23 de octubre de 2023. En su carta de renuncia acusaron que la presidenta del organismo obstaculizó sistemáticamente su trabajo “llegando al extremo de ignorarnos por completo, amenazar y calumniar”.
Y no importa, porque todas estas anomalías presupuestarias ya son del conocimiento de otros funcionarios públicos en la Comisión que, por lealtad a su patrona, no han movido ni un solo dedo. Por ejemplo, la carta de septiembre pasado, señala a la contadora Olivia Rojo, titular del Órgano Interno de Control, por “perseguir a los trabajadores señalados por Francisco Estrada y a archivar cualquier queja o denuncia en contra Piedra Ibarra y Estrada”, en lugar de velar por los intereses de la CNDH.
Para que no quede duda, más allá de ratificar en una “decisión de Estado” a Rosario Piedra, la camarilla senatorial comandada por Adán Augusto López Hernández, ratificó la opacidad, la duda, la posible corrupción, el despilfarro y el interés político sobre la atención a las víctimas de violaciones a sus derechos humanos.
Nashieli Ramírez y Tania Ramírez quedaron fuera de manera arbitraria e injusta. Quién sabe si ellas hubieran reparado este cochinero interno en la CNDH. Pero tras la marranada senatorial, ahora ni siquiera hay esperanza de que siquiera se intente.
Esa fue la “decisión de Estado” del movimiento partido que domina el Poder Legislativo y no precisamente -dicen- del Poder Ejecutivo en funciones.
Y lo que falta por saber.