Tiempo de lectura aprox: 4 minutos, 11 segundos
Las dudas razonables sobre la petrolera persisten, sobre todo en la parte de la rentabilidad después de impuestos. Sin embargo, en los 6 años del Gobierno de Claudia Sheinbaum, la petrolera, ahora como empresa pública del Estado, se beneficiaría “tácticamente” de un nuevo estatus
Una semana antes de emitir una nota sobre el atractivo de los bonos de Petróleos Mexicanos (Pemex) en los mercados internacionales a finales de septiembre, el banco de inversión JP Morgan sostuvo una reunión en Londres con ejecutivos de la calificadora internacional Fitch Ratings.
En semanas recientes, sus clientes, inversionistas experimentados en el mercado de renta fija global, habían estado inquiriendo al banco sobre el derrotero de Pemex en el mercado de bonos. El foco de interés se relacionaba con el cambio de clasificación de la emproblemada petrolera, de empresa productiva del Estado, a empresa pública del Estado.
En la víspera de la entrega del presupuesto del 2025 al Congreso, con fecha límite el 15 de noviembre, la atención de los mercados crece: los inversionistas ahora tienen puesto los ojos en el presupuesto que se asignará a Pemex por parte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). La idea de que pudieran persistir los altos rendimientos en sus papeles lo justifica.
En todo el sexenio anterior, el papel del secretario del ramo, Rogelio Ramírez de la O en los planes de Pemex, además, resultó fundamental para los inversionistas.
JP Morgan aseveró el 26 de septiembre que la agencia evaluadora de riesgos crediticios les mencionó en la reunión la posibilidad de mejorar la calificación de la emproblemada petrolera, si dicho cambio se llevaba a cabo. Esto fue confirmado días después, el 29 de septiembre.
En domingo, la Cámara de Diputados hizo público el dictamen que reforma los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución Política en materia de empresas estratégicas. Ahí consignó que tanto la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como Pemex serán “empresas públicas del Estado” y que tendrán con preponderancia sobre las privadas en materia de distribución.
“En nuestra opinión, la posible reclasificación de Pemex de ‘entidad productiva estatal’ a ‘empresa pública’ podría tener implicaciones positivas para la calificación de la empresa e impulsar una mayor compresión de los diferenciales con el soberano” mencionó la estratega de JP Morgan, Alejandra Andrade.
En particular, verían una relación más estrecha entre el Gobierno y la petrolera “que podría justificar” una igualación de la calificación con la del Soberano, hoy en grado de inversión “BBB-“.
A media luz
La única agencia de riesgos crediticios de influencia en los mercados globales que iguala la calificación de Pemex con el Soberano México es S&P Global (BBB). Tanto Fitch como Moody´s Ratings la tienen en grado especulativo.
Recién el 9 de febrero, al degradar aún más la nota de Pemex, Moody´s destacó que su decisión respondía a los amplios requisitos de capital de la petrolera, el aumento de su costo, su deuda y “los riesgos comerciales”. Este 7 de octubre, al emitir una opinión general sobre los 25 emisores mexicanos bajo su escrutinio, Moody´s volvió a señalar los negativos de Pemex.
En estricto sentido, el grado de inversión otorgado por S&P Global y la posibilidad de una mejora por parte de Fitch podría abrir un nuevo panorama para Pemex. En julio del año pasado, Fitch rebajó los grados de la petrolera a B+. Sin embargo, le asignó una perspectiva de Estable, que significa que la calificación puede cambiar en los próximos 12 a 18 meses desde entonces.
Daniel Arias Novelo de Deloitte México, destaca que la tendencia mundial de un ciclo bajista en las tasas de interés por parte de los bancos centrales puede dar a Pemex un respiro en sus refinanciamientos.
En su plan anual de financiamientos de este año, Pemex consigna que sus necesidades ascienden a 38,900 millones de pesos (mdp), resultado de un superávit de 145,000 mdp y amortizaciones de deuda por un total de 183,9 mdp. Para enfrentar sus vencimientos próximos, no obstante, incurrió en un endeudamiento neto máximo de 138,000 mdp en la parte de deuda interna y de 3,700 millones de dólares (mdd) de deuda externa.
Su balance financiero hasta el segundo trimestre arroja que el pasivo total de la petrolera asciende a 3.87 billones de pesos, con un pasivo con vencimientos a corto plazo de más de 1 billón de pesos, compuesto principalmente de deuda financiera de corto plazo por 477,222 mdp, y con sus proveedores, a quienes debe 368,346 mdp.
“La mejora de perspectiva (en los mercados financieros) para Pemex es táctica, pues las tasas para financiarse a las que puede emitir son muy altas respecto las tasas del gobierno mexicano”, resalta Ramsé Gutiérrez, codirector de inversiones en Franklin Templeton México.
Los bonos de Pemex a 10 años están pagando hoy una tasa adicional de 3% frente al 1% de hace 6 años.
En el sexenio anterior, Pemex estabilizó su producción en 1.875 millones de barriles diarios de petróleo crudo (mdbd), lo que fue refrendado por la presidenta entrante Claudia Sheinbaum, con un énfasis especial en la transición energética, a diferencia de su antecesor.
El riesgo de contaminar
El experto del Sector Energía, Ramsé Pech señala que en los últimos años se ha dejado al margen la obligación de Pemex con la tasa de utilidad compartida o DUC, que son las contribuciones de la petrolera hacia el Estado mexicano, y que en el sexenio pasado se redujo a 35% frente a los niveles de 65% que tenía en 2019.
Pech afirma que, independientemente del “hospicio” que el Gobierno ha determinado dar a la empresa, el artículo 7 de la Ley de Ingresos instruye que Pemex tiene que ser el garante de la recaudación retención y pagos y derechos de impuestos.
Pemex estabilizó su producción en 1.875 millones de barriles diarios de petróleo crudo (mdbd) desde la meta planteada en la reforma Energética de Enrique Peña Nieto en 2013 de alcanzar los 3 mdbd en virtud de la participación de los privados en las actividades de exploración.
S&P Global anotaba en mayo que la cartera de Pemex se compone principalmente de yacimientos maduros, por lo que necesita de mayores inversiones para mantener sus niveles de su producción.
Los expertos coinciden que el racional de financiar Pemex desde las arcas públicas es atractivo para los inversionistas, pero quizá no lo suficiente para apuntalar los fundamentales operativos y financieros de la empresa.
“El tema de fondo es qué tanto se va a contaminar la calificación crediticia de México mientras Pemex no dé los resultados necesarios para empezar a ser productiva después de impuestos”, resalta Gutiérrez, también vicepresidente senior del fondo de inversión global en el País sobre el nuevo estatus que ostenta la petrolera como empresa pública estatal.
Para Arias Novelo, de Deloitte la meta de producción de Sheinbaum de 1.8 mdbd con la mira puesta en la transición energética “muestran claramente que va a haber un enfoque distinto”. “Para nosotros”, señala, “este enfoque es distinto si va acompañado quizá de algún cambio de fondo en la parte administrativa”.
A la par de Gutiérrez, de Franklin Templeton, Arias anota que la tendencia bajista en las tasas de interés globales daría un respiro al costo de la deuda de Pemex. Sin embargo, ven complicado que la petrolera pueda regresar al mercado de bonos con emisiones primarias en el sexenio.
“Para plazos mayores dependerá de las políticas futuras de otras administraciones que tendrán que sopesar el éxito o fracaso de continuar apoyando a Pemex en un entorno de transición energética”, resaltó Gutiérrez, de Franklin Templeton.