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*Dr. Juan Antonio Tapia
El uso de servicios financieros requiere de ciertos conocimientos básicos. Es necesario entender, por ejemplo, cómo funciona un crédito, cómo funciona una cuenta de inversión, entender algo acerca de medios de pago, entender temas de rentabilidad y, algunos conceptos que se ubican un poco fuera de nuestro entendimiento cotidiano, como lo es el valor del dinero en el tiempo.
Al gestionar nuestro dinero, también debemos ser administradores de riesgos: saber cuándo trasladar el riesgo, cuándo mitigarlo y cuándo es mejor eliminarlo. Es necesario conocer un poco de tecnología: aplicaciones móviles, banca electrónica. Conocer algo de temas legales, entender las implicaciones de firmar contratos de adhesión, es decir, saber algo de leyes.
Dicho lo anterior, es evidente que los usuarios de servicios financieros requerimos de información de calidad que nos permita tomar mejores decisiones. También es claro que, previo a nuestro ingreso al sector financiero, deberíamos tener una serie de conocimientos que reduzca la probabilidad de fallo. El premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz estudió estos temas, encontró que hay situaciones en las que las decisiones económicas se realizan en entornos de incertidumbre y de información asimétrica, es decir, elegimos algo sin entender todo el conocimiento de causa, como si tuviéramos los ojos tapados. Algo de eso se presenta al momento en que nos enfrentamos a la oferta financiera.
La trayectoria financiera de los mexicanos es variada, existen ciertos determinantes que condicionan el camino: el género, la edad, la región del país, el tamaño de la localidad en la que se vive, sesgos cognitivos e incluso el tono de piel. Una persona que vive en una ciudad media tiene cierta oferta de servicios financieros, mientras que una persona que vive en una zona rural tendrá que realizar recorridos largos para encontrar a un intermediario financiero. En algunos casos, la presencia de corresponsales bancarios puede ser la diferencia. Independiente de esas diferencias, todos requerimos de información, necesitamos que alguien nos indique el camino, que nos diga de manera clara si nuestras decisiones financieras son adecuadas o no.
Etiquetas y sellos
Igual que sucede cuando compramos un alimento procesado, es necesario que alguien nos avise con etiquetas grandes y claras que el producto financiero a adquirir nos conviene o no, si es lo mejor para nuestras finanzas, o simplemente no lo necesitamos.
En la actualidad, cuando uno se acerca al supermercado y compra alimentos, las etiquetas nos señalan, por medio de información muy visual, lo que estamos consumiendo: exceso de sodio, exceso de azúcares, exceso de calorías, etc. En el caso del sector financiero, dichas etiquetas serían equivalentes a que alguien nos advirtiera algo como lo siguiente: exceso de CAT (costo anual total), es decir un crédito excesivamente costoso, exceso de comisiones, exceso de reclamaciones (en el caso de compra de seguros).
Una manera de reducir la curva de aprendizaje en el sector financiero sería incorporar clases de finanzas en niveles educativos básicos, no suena nada mal pensar en clases de educación sexual y cívica, pero tampoco sería nada descabellado que, en algún momento de nuestra trayectoria educativa, se incorporaran clases de finanzas: la educación financiera en México es un punto aún pendiente, lo que genera que se tomen decisiones con información incompleta, algunos ejemplos son: prestar nuestra línea de crédito, elegir una afore que no es la óptima, no utilizar seguros para reducir el riesgo, no invertir nuestros ahorros en mecanismos seguros y rentables.
En conclusión, la primera vez que nos enfrentamos a un contrato financiero, generalmente, no contamos con todo el bagaje de conocimientos que nos permitiría reducir errores relacionados con nuestras decisiones. Por el lado de la oferta, las entidades financieras deben apegarse a regulaciones y normatividad que se relaciona con dotar de información a los usuarios. Dotar a los usuarios con la mayor información posible para evitar sesgos de información. Estas medidas, en principio, tenderían a reducir los fallos de información entre oferta y demanda.
En la práctica, todos conocemos casos cercanos de malas decisiones financieras: un tío, un hermano, un primo que se vio envuelto en una situación relacionada con el desconocimiento de productos financieros, un choque automovilístico que reduce el patrimonio de una persona, una tarjeta de crédito impagable, ahorro con el mínimo rendimiento posible.
Fuera de la oferta y la demanda, el gobierno intenta reducir estos problemas de información con mecanismos que buscan reducir costos de recolección de información, cuánto tiempo nos implicaría conocer cuál es la tarjeta de crédito que más me conviene, cuál es la mejor cuenta, cuál es el mejor seguro, etcétera.
Banxico, una opción.
Una herramienta que permite comparar información de productos financieros es la generada por el Banco de México, toda persona que se encuentra en el umbral de contratar algún producto financiero, debería dar una vuelta por la página del comparador y entender un poco más de la decisión que está tomando.
La herramienta es amigable, contesta preguntas claves como las siguientes: ¿qué necesito saber antes de solicitar mi crédito o de contratar una cuenta de débito?, ¿cómo sé qué crédito me conviene?, ¿cómo sé que cuenta de débito me conviene?, ¿en qué me debo fijar al contratar un crédito?, ¿qué es el CAT? La herramienta permite comparar los productos, el simulador muestra diferencias considerables, para el ejercicio de una tarjeta de crédito, el simulador señala que el costo anual total varía entre el 27.6% (la más barata), hasta el 119% (la más cara). El simulador lanza un comparativo con 51 productos, por lo que los resultados son robustos. En simulador también incluye secciones de educación financiera, conceptos básicos, mínimos que debemos conocer.
Es necesario reducir la brecha de conocimientos para tener una mejor experiencia al momento en el que ingresamos en el sector financiero, los productos financieros involucran una serie de conocimientos que podrían ser complejos para una persona, por tanto, es conveniente que, por medio de información pública, reduzcamos las asimetrías de información y podamos ser capaces de elegir la mejor opción. Un ejemplo de lo anterior sería el uso de herramientas como el comparador del Banco de México que de manera didáctica nos dirige por un camino que nos lleva al entendimiento de productos financieros.
Columna Complex Financiero || La psicología, nuestras decisiones financieras y la ENSAFI