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El agua es el elemento clave para luchar contra la obesidad; según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sobrepeso y la obesidad son el quinto factor de riesgo a nivel mundial y existe evidencia de la relación intrínseca entre bajo consumo de agua y altos niveles de sobrepeso.
Los especialistas indican que la cantidad mínima necesaria para hidratar el cuerpo es de ocho vasos por día, para tener una buena diuresis y para no deshidratarse, entre otras razones. Beber agua también aumenta la dopamina (hormona del placer) y ayuda a perder peso. Esto se debe a que el agua constituye más de las dos terceras partes del cuerpo humano y además de servir como lubricante y componente de la saliva y los líquidos que rodean las articulaciones, el agua también regula la temperatura corporal a través de la transpiración.
En este sentido, Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) consultó un estudio basado en bancos de información del programa National Health and Nutrition Examination Survey, en el que se recopiló información sobre la dieta de 9 mil 500 adultos estadounidenses. En este se pudo observar que el 33% de estas personas no estaban debidamente hidratadas y hallaron una relación entre este factor y el sobrepeso: las personas que no tomaban suficiente agua poseían mayores índices de masa corporal (IMC).
Por lo que la escances de agua podría comenzar a significar un problema para la salud y el peso de la población ya que esta se duplicará para el año 2050, de acuerdo a proyecciones del Banco Mundial, lo que tendrá mayores implicaciones en la demanda del agua en las ciudades.
Se estima que una persona requiere de aproximadamente 100 litros de agua al día, para satisfacer sus necesidades, tanto de consumo como de higiene.
Diversos estudios consideran que el grave problema del agua es causado, principalmente, por el crecimiento demográfico, el cambio climático, el uso agrícola, la contaminación, la sobreexplotación de acuíferos y las deficiencias en la gestión del vital líquido.
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