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México es uno de los principales consumidores de agua embotellada. Pese a sus vastos recursos naturales, también es importador del líquido. Agua purificada y envasada en Estados Unidos y Francia alimentan al mercado mexicano que crece rápidamente.
Mientras el gobierno apela a la importación de agua, los ejidatarios de San Nicolás Totolapan, población al sur del Distrito Federal, ya cuentan con su propia planta purificadora de agua que es recogida de uno de los manantiales de la región. El proyecto productivo ejidal es poseedor de un producto con alto plusvalor: la excelente calidad de su agua.
México ocupa el primer sitio a nivel mundial en consumo de agua embotellada. De acuerdo con el reporte de la Beverage Marketing Corporation 2010, los mexicanos consumen 234 litros de agua embotellada al año, con lo que duplica el consumo anual de los estadunidenses y los españoles, cuyo consumo es de 110 litros y 119 litros, respectivamente.
De acuerdo con información de la asociación civil El Poder del Consumidor, el mercado de la purificación, embotellamiento y comercialización del agua crece anualmente a un ritmo del 8.1 por ciento. El documento elaborado por la organización entre 2004 y 2009 también revela que el sector creció durante el periodo al menos 40 por ciento.
El rápido crecimiento del mercado ha provocado que la comercialización de agua embotellada ascienda a los 26 millones de litros al año, asegura dicha asociación.
Con cifras más conservadoras, la consultoría Euromonitor colocó a México en 2011 como el tercer consumidor mundial, después de Estados Unidos y China.
Euromonitor asegura que el consumo per cápita del líquido alcanzó en 2011 los 170.7 litros. Es decir, que en promedio en el país se consumieron 18 mil 808 millones de litros de agua embotellada.
Según la empresa de consultoría Business Monitor, durante 2011 en México se comercializaron 323 millones de litros de agua nacional embotellada y 22 millones de litros importados. Los proveedores líderes del mercado mexicano son Estados Unidos, con el 50.75 por ciento, Francia con el 31.8 por ciento y Fiji con el 8.27 por ciento.
Proyecto con plusvalor
No obstante el auge del mercado, para El Poder del Consumidor, la calidad del agua comercializada no dista mucho de la que sale por los grifos. La información, dicen, fue confirmada por el estudio realizado en México por la asociación del Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wildelife Fund).
En este marco, los pequeños proyectos productivos resultan atractivos para el mercado al brindarle plusvalía al producto, tal como sucede con la planta purificadora de agua de los ejidatarios de San Nicolás Totolapan. Ejido de alrededor de 2 mil 200 hectáreas, al sur de la ciudad de México, entre las delegaciones Tlalpan y Magdalena Contreras.
Los ejidatarios y la comunidad sureña edificaron una planta purificadora de agua en la que también se pretende embotellar té de la región.
La construcción se asienta sobre el paraje Tierra Colorada. El terreno de 5 mil metros cuadrados fue “rescatado de la urbanización”, indica el comisariado ejidal. Relatan que fue vendido ilegalmente a una familia y después de negociaciones pudieron “comprar nuevamente” para regresarle al ejido la porción de tierra.
Dadas sus características de construcción, la planta es vista por los ejidatarios como una extensión del parque ejidal San Nicolás Totolapan de 1 mil 900 hectáreas, donde se llevan a cabo actividades ecoturisticas como caminatas, ciclismo de montaña, visitas a las grutas, invernaderos, pesca recreativa, rapel y demás actividades.
Eréndira Lozano Ramírez, arquitecta, explica a Fortuna que la planeación arquitectónica y construcción de la purificadora les llevó una año. Construida a base de madera, adobe y piedra, el edificio del proyecto es sustentable.
Dentro de sus características se encuentra el reciclaje de agua a través de láminas con canaletas y cuatro cisternas; baños secos, diseños vietnamitas consistentes en una taza de cerámica que divide los desechos sólidos de los líquidos, para después darles tratamiento y convertir a los sólidos en fertilizantes, y una estructura ejecutada con el 80 por ciento de los materiales de la región.
Una de las consecuencias más evidentes, cuenta la arquitecta, es el abaratamiento de los costos. “Para la construcción del inmueble, la adquisición y la instalación del equipo se requirió una inversión de 1 millón 500 mil pesos para la comunidad”, especifica Gerardo Camacho, secretario del comisariado ejidal.
Además de las características ecológicas de la edificación, el agua que se envasará en la purificadora provine de El Sauco, manantial que se encuentra dentro de la comunidad y que produce un agua de excelente calidad, por lo que requieren mínimos procesos purificatorios. Pese a ello, la comunidad de San Nicolás ya cuenta con los permisos requeridos de salubridad.
Una vez que abra sus puertas al público, la purificadora ejidal tendrá capacidad para llenar diariamente 1 mil garrafones de 20 litros. El agua purificada en uno de los ejidos más grandes del Distrito Federal, se habrá de envasar también en presentaciones de 1 litro, 1 litro y medio, y 600 mililitros.
Gerardo Camacho, en entrevista con Fortuna, señala que se tiene contemplado también comercializar té de la región en las mismas presentaciones. Para el ejidatario, el vasto mercado del embotellado de agua no significa competencia, confían en la calidad del producto que primero buscarán distribuir dentro de la delegación Magdalena Contreras con el apoyo de las autoridades delegacionales.
Entrevistado en la inauguración del proyecto, Héctor Hernández Rojas, aún delegado de Magdalena Contreras, dijo a Fortuna que durante su gestión se trabajó “muy de cerca con la comunidad” para apoyar proyectos productivos. El funcionario agregó que la conservación, preservación y defensa de los bosques de la ciudad es de vital importancia y es parte del quehacer de gobierno.
Tras felicitar a los ejidatarios, Hernández Rojas se comprometió a buscar recursos adicionales para concluir los pendientes del proyecto, al que para comenzar a operar, únicamente le hace falta una planta de luz.
En un recorrido, Fortuna pudo constatar que el robo de agua de los manantiales para abastecer a los asentamientos irregulares es algo común en la zona. Pese a las denuncias vecinales, ni el delegado, ni el gobierno del Distrito Federal han trabajado en el tema.