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El funcionario aseveró que en momentos de creciente complejidad, la voz técnica del banco central “es cada vez más relevante”. “Invitamos al Banco a ejercer esta atribución con visión estratégica, como actor clave en la formulación de una política económica integral”, destacó.
El secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Edgar Amador, dijo el lunes al presidir el acto inaugural de la conmemoración de los 100 años del Banco de México (Banxico) que si bien los logros recientes del Instituto central son notables, es fundamental mirar hacia adelante y atender que, además de su mandato en la estabilidad de precios, tiene la facultad de asesorar al Gobierno Federal en temas económicos.
“En este contexto de creciente complejidad, su voz técnica es cada vez más relevante. Invitamos al Banco a ejercer esta atribución con visión estratégica, como actor clave en la formulación de una política económica integral”, dijo, consignando que hay “un conjunto inédito de desafíos” que sacude al ciclo económico, donde la inflación global está siendo moldeada por una sucesión de factores estructurales, que van desde las disrupciones geopolíticas, pasando por la fragmentación comercial, la transformación energética, el cambio climático, además de episodios de mayor volatilidad para los precios de las materias primas.
“Enfrentar esta nueva realidad exigirá una comprensión más amplia de los mecanismos de transmisión monetaria y reflexionar sobre los alcances y utilidad de los marcos analíticos tradicionales, con el fin de mantener la estabilidad sin afectar el desarrollo económico de largo plazo”, expuso Amador, que sustituyó a Rogelio Ramírez de la O tras renunciar a la cartera apenas en marzo pasado.
Al hablar ante los invitados especiales, incluyendo la presidenta Claudia Sheinbaum, y la primera gobernadora del Banxico, Victoria Rodríguez, Amador señaló los temas de la digitalización del sistema financiero, el desarrollo de nuevas tecnologías de pago, la evolución del ahorro y la transición hacia economías bajas en carbono, que obligan a repensar los marcos regulatorios y de supervisión.
“En estos procesos, la colaboración entre el Banco de México, la Secretaría de Hacienda y otras autoridades financieras será clave para garantizar que la innovación esté al servicio del bienestar y no se traduzca en nuevas fuentes de desigualdad o inestabilidad”.
Amador refirió que en su trayectoria dentro del Sector Público, y antes de llegar a la Secretaría de Hacienda, tuvo el honor de formar parte del equipo del Banco de México. La etapa fue una escuela excepcional en lo técnico y en lo institucional, especialmente por coincidir en un contexto en el que el banco central debió afrontar el resurgimiento global de la inflación luego de la pandemia, resaltó.
“Hoy, desde el ámbito de la política fiscal y la gestión macrofinanciera, valoro aún más esa labor. Lo afirmo con convicción: la estabilidad económica del país reposa sobre la complementariedad entre Hacienda y Banco de México, en un marco de respeto a la autonomía y de colaboración permanente”, expuso.
Historia y futuro
A la largo de su historia, Banxico ha enfrentado desafíos de gran calado, desde su fundación, en 1925, cuando logró poner orden en un sistema monetario fragmentado, restaurar la confianza en la moneda nacional, y acompañar el proceso de reconstrucción económica después de la Revolución.
Con el paso de las décadas, el banco central asumió nuevas funciones, tales como banco de emisión, banco de bancos, y agente financiero del Gobierno Federal, en un proceso continuo de consolidación institucional.
Amador destacó que durante este trayecto, y desde su etapa inicial, la coordinación con la Secretaría de Hacienda fue determinante: Mientras Banxico estabilizaba la moneda y fomentaba el desarrollo de un sistema financiero funcional, Hacienda fortalecía las finanzas públicas, organizaba la política de deuda y creaba las bases para la inversión pública en infraestructura.
Esa sinergia permitió financiar procesos de industrialización, expandir el crédito productivo y sostener largos periodos de crecimiento económico con estabilidad, refirió.
Sin embargo, la experiencia de los años setenta y ochenta dejó lecciones cruciales, cuando México vivió episodios de una acentuada inflación -a veces rozando los tres dígitos-, desequilibrios externos y crisis de deuda. Amador reconoció que lo aprendido fue claro, entonces y ahora, y acusó que la estabilidad macroeconómica se construye con instituciones sólidas, disciplina fiscal, autonomía monetaria y un marco de responsabilidades definidas y complementarias.
A partir de la reforma constitucional de 1994, cuando se delimitó con precisión su mandato prioritario, el Banxico ha sido diligente en preservar el poder adquisitivo de la moneda. “Esta autonomía no solo dio claridad a la política monetaria, sino que también implicó el tránsito hacia un régimen de tipo de cambio flexible, más adecuado para una economía abierta, con libre movilidad de capitales”, recordó Amador.
A partir de entonces, señaló el funcionario, La Secretaría de Hacienda asumió plenamente la conducción de la política fiscal y Banxico pudo enfocar sus instrumentos al control de la inflación. “Se inauguró así una etapa de corresponsabilidad: sin disciplina fiscal no hay estabilidad de precios sostenible, y sin estabilidad de precios no hay crecimiento con bienestar”, resaltó.
“Esa responsabilidad compartida ha dado resultados tangibles. México ha logrado preservar déficits moderados, mantener niveles de deuda pública sostenibles y responder con eficacia a choques externos sin comprometer la estabilidad macroeconómica. El ancla nominal ha sido la credibilidad en la política monetaria y fiscal. Y el compromiso institucional ha sido firme y compartido”.
Refirió como prueba tangible de este esfuerzo compartido la respuesta conjunta a los recientes choques inflacionarios globales causados por la pandemia. Mientras el Banxico ajustaba su postura monetaria con independencia y determinación, Hacienda activó medidas fiscales extraordinarias para contener los precios de combustibles, evitando así que la inflación se desbordara y protegiendo así el ingreso real de los hogares mexicanos.
“Esa sintonía ayudó a reducir la volatilidad, proteger a la población más vulnerable y facilitar la convergencia de la inflación al objetivo”, señaló.
La celebración del primer siglo de existencia del Banco de México es la efeméride que encuentra, simultáneamente, la presencia de la primera presidenta del país, y la primera gobernadora de Instituto en la historia nacional. “Para mí, haber compartido responsabilidades en ambas instituciones es un gran honor personal. Soy testigo de que nuestras trayectorias institucionales se entrelazan, confluyendo hacia un México más justo, estable y próspero”.