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Los aranceles, de entrada, son resultado de aplicar una fórmula arbitraria, y probablemente contienen un toque personal del presidente Trump, el principal orquestador de una estrategia comercial no vista en décadas. Además, está rompiendo con un modelo de globalización que generó numerosas sinergias y ganancias por muchos años
*Por Ricardo Aguilar Abe, economista en jefe de INVEX.
El 31 de julio, el presidente de EEUU, Donald Trump, adelantó lo que en teoría anunciaría un día después: aranceles generalizados para varios países que entrarán en vigor a partir del jueves de esta semana, en caso de que no se llegue a un acuerdo.
Los aranceles son el resultado de aplicar una fórmula arbitraria que considera tanto argumentos económicos (déficit comercial) como no económicos (fentanilo, migración, supuestos abusos cometidos contra Estados Unidos, entre otros).
Se trata de aranceles que probablemente contienen un toque personal del presidente Trump, el principal orquestador de una estrategia comercial no vista en décadas y que rompe con un modelo de globalización que generó numerosas sinergias y ganancias durante muchos años.
Las tarifas van de un 10% a un 41%, con una tasa de 35% para Canadá (en productos no incluidos en el T-MEC) y una tasa aún no definida para China.
No obstante, algunos países lograron acuerdos antes del 31 de julio. Destaca el caso de Reino Unido, que alcanzó un arancel del 10%. En este grupo destacan también Japón, la Unión Europea y Corea del Sur, países a los que la potencia asignó una tasa de 15%, mientras que las de Indonesia y Filipinas fueron fijadas en 19%.
Cuáles son los costos para México
El país es un caso especial. Después de sostener una llamada con su homólogo norteamericano el 30 de julio, la presidenta Claudia Sheinbaum logró que la aplicación de un arancel de 30% a los productos mexicanos no incluidos en el T-MEC se pospusiera por 90 días.
Son cuatro pausas que ha hecho EU a México tomando en cuenta el más reciente evento, beneficiando a nuestro país si consideramos que en febrero, marzo y abril el presidente Trump retrasó la entrada de estos aranceles.
Sin duda, estas extensiones fomentan una relación comercial benéfica con nuestro principal socio comercial. No obstante, estas extensiones han tenido un costo.
¿Cuál es este? Se trata de una serie de concesiones entre las que destacan el incremento de 10,000 elementos de la Guardia Nacional en la frontera para combatir el tráfico de fentanilo, cooperación para frenar el tráfico de armas, eliminación de barreras no arancelarias (restricciones regulatorias, sanitarias y logísticas que dificultan la entrada de productos estadounidenses a nuestro país) e incluso la entrega, al gobierno de Estados Unidos, de una lista con 29 personas que podrían ser procesadas legalmente en territorio norteamericano.
La gran duda es ¿qué más podría solicitar Donald Trump a México antes que venza la nueva pausa de 90 días el próximo 1° de noviembre? Y, sobre todo, ¿qué ocurriría si nuestro país se ve imposibilitado para cumplir con algunas de sus exigencias?
No hay que olvidar lo que ocurrió cuando el Departamento del Tesoro señaló a tres instituciones financieras mexicanas de incurrir en operaciones que supuestamente facilitaron recursos para actividades ilícitas. Tampoco hay que hacer a un lado el hecho que navíos militares se desplazaron en los límites marítimos de México con aguas internacionales.
Si bien México ha salido beneficiado de las pausas, no está del todo exento de los aranceles, pues enfrenta una tasa del 25% por el fentanilo, y otra del 50% para las importaciones hacia EU de aluminio, acero y cobre. También un gravamen de 17% al jitomate y de un 25% a productos no incluidos dentro del T-MEC.
Lo que se negoció es que la tarifa de esta última categoría no aumente a 30%. Aún está en discusión el porcentaje de exportaciones mexicanas que no están incluidas en el acuerdo comercial trilateral. La cifra oscila entre 15% y 50%, dependiendo de si la fuente proviene del sector público o privado.
Fuera de las tarifas que EEUU impondrá a productos no establecidos en el T-MEC, lo relevante será determinar qué más podría pedir la potencia de México. Y sobre todo qué podría pasar en caso de que no se pueda cumplir, por la razón que sea.
Finalmente, es importante reconocer la labor que ha llevado a cabo la Administración actual para salir lo menos perjudicada posible, por el bien de México, en esta incierta, volátil, y hasta cierto punto agresiva guerra comercial.
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Ricardo Aguilar Abe es Economista en jefe de INVEX. Cualquier pregunta o comentario puede ser enviado al correo: analisis@invex.com. Twitter: @raguilar_abe