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El país debe equilibrar sus compromisos internacionales con la necesidad de fortalecer su mercado interno, sin perder de vista las oportunidades que el nubarrón externo y la innovación pueden ofrecer. Se tiene la oportunidad de demostrar que se puede ser líder en bienestar y en competitividad, sin renunciar el lugar que se tiene en el escenario global.
El 2025 hasta ahora ha sido, por decir lo menos, un año complejo para México. La segunda mitad del año llega cargada de desafíos que pondrán de nuevo a prueba la resiliencia de nuestra economía y la capacidad del gobierno para navegar un entorno global incierto.
Desde la posible renegociación del T-MEC hasta la discusión de la reforma laboral de 40 horas, pasando por una actividad económica que ha mostrado una debilidad, si bien posiblemente menor a la esperada hace unos meses, el panorama exige visión de largo plazo.
En este contexto, México debe equilibrar sus compromisos internacionales con la necesidad de fortalecer su mercado interno, sin perder de vista las oportunidades que el nubarrón externo y la innovación pueden ofrecer.
Renegociación del T-MEC: Un tablero geopolítico complejo
La revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), adelantada para el segundo semestre de 2025 según lo señalado por el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, representa un desafío crucial.
Lo que sería una revisión programada para 2026 se vislumbra como una renegociación completa, que responde a las presiones de la administración Trump, que ha amenazado con aranceles del 30% a las importaciones mexicanas que no cumplen con el T-MEC, junto con otras medidas proteccionistas. El T-MEC es un pilar para la economía mexicana, pero la postura estadounidense, enfocada en reducir déficits comerciales y reforzar estándares laborales y ambientales, podría endurecer las condiciones, especialmente en el sector automotriz.
México debe negociar con inteligencia, fortaleciendo su posición como socio confiable mientras analiza e implementar estrategias para mitigar riesgos. La cercanía con Estados Unidos sigue siendo una ventaja competitiva, a pesar de la incertidumbre global.
Reforma laboral: Equilibrio entre bienestar y competitividad
La reforma laboral para reducir la jornada de 48 a 40 horas, anunciada por la presidenta Claudia Sheinbaum, avanza con las mesas de diálogo tripartitas previstas para junio y julio de 2025, si bien no ha habido anuncios significativos al respecto (la propuesta de ley llegaría al Congreso en septiembre).
Estas discusiones buscan consensos entre gobierno, empresas y trabajadores, pero la mayoría legislativa de Morena asegura que la reforma avanzará con mínimas concesiones.
Si bien el objetivo de mejorar el bienestar laboral es loable, la reducción de horas plantea retos para la competitividad, especialmente en la manufactura, donde México compite con estándares del T-MEC como salarios de 16 dólares por hora en el sector automotriz, y para las micro y pequeñas empresas.
La solución no está en resistir el cambio, sino en innovar: la automatización, la capacitación y los esquemas híbridos de trabajo, incluyendo el teletrabajo, pueden mitigar costos y aumentar la productividad. Sin una visión integral que incorpore estas herramientas, la reforma podría generar presiones inflacionarias y afectar la atracción de inversiones.
Actividad económica: Resiliencia relativa, pero con señales de alerta
Contrario a los pronósticos más pesimistas, la actividad económica en el primer semestre de 2025 mostró una debilidad que podría ser menor a la esperada, con un crecimiento magro del PIB, pero que lo aleja de la mal llamada recesión técnica.
El impulso reciente de las manufacturas y la edificación son buenas señales, a las que se suma la fortaleza de los servicios profesionales, pero las dos caídas trimestrales consecutivas en el consumo privado y la inversión del cuarto trimestre del 2024 y de los tres primeros meses este año indican debilidad de la demanda interna.
La consolidación fiscal, restringe el margen para estímulos, mientras que las tasas de interés del Banco de México, aunque en descenso, en un 8% vigente, siguen en un terreno restrictivo. La inflación, impulsada por los precios de los alimentos y los energéticos, permanece como una amenaza latente.
México debe aprovechar el impulso que podría obtener (paradójicamente) de la demanda externa para reactivar el crecimiento, pero sin descuidar la sostenibilidad fiscal.
Política fiscal y monetaria: Una paradoja de mandatos invertidos
En un escenario donde la economía clama por un estímulo a la demanda, la política fiscal se mantiene restrictiva, priorizando la consolidación fiscal (para evitar la pérdida del grado de inversión), lo que limita el gasto público en infraestructura y programas sociales que podrían dinamizar el consumo.
Paradójicamente, el Banco de México ha iniciado una relajación monetaria, reduciendo tasas a 8.05%, a pesar de que la inflación no cede.
Esta disyuntiva refleja una curiosa inversión de roles: la política fiscal, que podría impulsar la demanda, se contiene, mientras la monetaria, cuyo mandato es controlar la inflación, parece ceder terreno.
El desajuste complica el entorno económico, exigiendo una coordinación más efectiva entre el gobierno y Banxico para alinear sus acciones con las necesidades reales del país.
Otros retos: Seguridad y Estado de Derecho
Más allá de la economía, la inseguridad sigue siendo una herida abierta, a pesar del claro cambio en la estrategia federal.
Las más recientes encuestas de aprobación presidencial reflejan justamente esto: la mayoría de los mexicanos creemos que el problema más urgente e importante es la inseguridad que, además del costo social, inhibe a la inversión.
La elección popular de jueces en junio de 2025 genera incertidumbre sobre la independencia del Poder Judicial, un factor crítico para el ambiente de negocios. Sin un entorno seguro y un marco legal sólido, el potencial del país se verá limitado.
Varios organismos empresariales han enfatizado la necesidad de diálogo con el gobierno para garantizar transparencia y rendición de cuentas, un llamado que debería resonar en la segunda mitad del año, pero que no lo hará ante la dominancia política del grupo en el poder.
Y todo esto, sin considerar los efectos del cambio climático, la transición energética, la polarización social, los retos en materia educativa y de salud pública. Estos son retos de mucho mayor calado, estructurales, y, como es costumbre, se perderán en la vorágine de la coyuntura, hasta que se conviertan en una veta política que explotar.
Una oportunidad para destacar
La renegociación del T-MEC, las reformas laborales, la fragilidad económica y la paradoja de las políticas fiscal y monetaria son retos que requieren liderazgo, innovación y cooperación.
La apuesta por la automatización, la capacitación y el teletrabajo puede convertir la reforma laboral en una ventaja competitiva. El fortalecimiento de la infraestructura (energética, hídrica y logística) es fundamental para aprovechar la relocalización, a pesar del endurecimiento de la política comercial de EUA.
México tiene la oportunidad de demostrar que puede ser un líder tanto en bienestar como en competitividad, sin renunciar a su lugar en el escenario global. Es hora de actuar con determinación, o quedarnos rezagados en un mundo que no espera.
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*Rodolfo es subdirector de Estudios Económicos de CitiBanamex, donde se encarga de dar seguimiento a los sectores real y externo de la economía mexicana.
Tiene una Maestría en Economía de El Colegio de México, una Licenciatura en Finanzas de la Universidad Tecnológica de México, y una Licenciatura en Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Anteriormente, fue economista senior en el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos. También desempeñó los cargos de jefe de la sección de estadísticas de comercio internacional en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
El ejecutivo también estuvo al frente de la Dirección de Insumo Producto en el INEGI, y fue jefe de la Oficina de Medición de los Sectores Primario y Terciario del Banco de México (Banxico).