Las empresas que facturan con el conflicto entre Israel, Irán y Estados Unidos

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En contextos de conflicto como el reciente ataque conjunto de Estados Unidos e Israel a instalaciones nucleares de Irán, empresas como Lockheed Martin, Raytheon (RTX), Northrop Grumman y General Dynamics emergen como ganadoras silenciosas. Estos gigantes de la defensa llevan décadas ganando con las tensiones geopolíticas, con portafolios directamente vinculados a los sistemas de armas utilizados en intervenciones militares.

Lockheed Martin: supremacía aérea y misiles de precisión

Lockheed Martin es el mayor contratista militar del mundo. Especializada en sistemas aeroespaciales, misiles y defensa integrada, es responsable de los aviones de combate F-35, F-22 y helicópteros Black Hawk, además de misiles de largo alcance como el JASSM.

La empresa ha sido proveedora clave en conflictos como la guerra de Irak, Afganistán y Siria. En 2023, sus ingresos alcanzaron los 67.6 mil millones de dólares, de los cuales más del 90 % provino de contratos de defensa.

Es una empresa pública que cotiza en la Bolsa de Nueva York bajo el símbolo LMT. Sus principales accionistas institucionales son los fondos de inversión Vanguard Group, con aproximadamente 8.4 % de participación, BlackRock – 7.5 % y State Street – 4.4 %, lo que significa que su propiedad está concentrada en grandes gestoras de capital financiero.

Raytheon (RTX): el músculo de los misiles Tomahawk

Raytheon, actualmente bajo el conglomerado RTX Corporation tras su fusión con United Technologies, es el principal fabricante de los misiles Tomahawk, utilizados por Estados Unidos en los recientes ataques a instalaciones iraníes.

Estos misiles, valorados en más de 1.4 millones de dólares cada uno, fueron ampliamente utilizados en las guerras de Irak, Afganistán y Siria. RTX también produce radares, sensores, sistemas de guiado y defensa aérea como el sistema Patriot y componentes del Iron Dome.

RTX cotiza en la Bolsa de Nueva York con el símbolo RTX. Sus mayores accionistas son también fondos institucionales: Vanguard Group – 8.3 %, BlackRock – 7.9 % y State Street – 4.2 %. Estas firmas concentran el control indirecto sobre las decisiones estratégicas de la empresa.

Northrop Grumman: tecnología furtiva y operaciones encubiertas

Northrop Grumman es la fabricante del bombardero furtivo B-2 Spirit, una de las aeronaves más sofisticadas del arsenal estadounidense; diseñado para penetrar defensas antiaéreas y lanzar bombas guiadas de precisión, el B-2 ha sido utilizado en operaciones en Afganistán, Libia, Irak y ahora nuevamente en Medio Oriente. Northrop también lidera el desarrollo del nuevo bombardero B-21 Raider.

La empresa tiene contratos en áreas de inteligencia, ciberdefensa, satélites militares y sistemas de mando y control.

En 2024, sus ingresos superaron los 41 mil millones de dólares, en crecimiento constante desde la invasión rusa a Ucrania. Es propiedad pública y cotiza con el símbolo NOC. Los principales accionistas institucionales son Vanguard – 8.6 %, BlackRock – 7.6 % y State Street – 4.5 %, al igual que las demás compañías líderes del sector.

General Dynamics: tanques, submarinos y tecnología de misiles

General Dynamics fue el fabricante original de los misiles Tomahawk, aunque hoy la producción está a cargo de Raytheon. Aun así, la empresa continúa participando en su ensamblaje y soporte. También produce los tanques M1A2 Abrams y submarinos nucleares clase Virginia, ambos con alto valor estratégico en zonas de conflicto.

Durante el primer trimestre de 2025, sus ingresos crecieron casi 14 % interanual, impulsados por la venta de blindados y sistemas navales a socios de la OTAN. También ha firmado contratos con el Departamento de Defensa para mantener sus plataformas en estado operativo ante un escenario de guerra prolongada.

General Dynamics cotiza con el símbolo GD y, nuevamente, está en manos de los mismos grandes fondos: Vanguard – 8.2 %, BlackRock – 7.8 % y State Street – 4.3 %.

El efecto directo de los bombardeos recientes

El uso del bombardero B-2 y los misiles Tomahawk en el ataque a Irán impacta de forma directa en los ingresos y expectativas de Raytheon y Northrop Grumman.

Cada misil lanzado representa una reposición futura que el gobierno de Estados Unidos debe ordenar. Cada hora de vuelo del B-2 requiere costoso mantenimiento y renovación de piezas, lo cual sostiene contratos permanentes con Northrop Grumman.

Lockheed Martin también se beneficia como proveedor de partes, integración de sistemas y desarrollo de armamento compatible con estas plataformas.

Una industria que crece con cada conflicto

Las tensiones geopolíticas son caldo de cultivo para estas empresas. A lo largo de las últimas dos décadas, cada aumento en el gasto militar ha derivado en nuevos contratos, alzas bursátiles y expansión tecnológica. El presupuesto militar de Estados Unidos en 2024 fue de 842 mil millones de dólares, el más alto desde la Guerra Fría, y buena parte de ese monto termina en manos de Lockheed, RTX, Northrop y General Dynamics.

Lejos de los campos de batalla, estas compañías representan los intereses económicos detrás de la guerra. Y aunque públicamente se promueve la defensa de aliados o la seguridad nacional, el trasfondo económico es imposible de ignorar; cada misil disparado, cada avión desplegado, cada sistema activado, fortalece una cadena empresarial que ve en la guerra no un fracaso, sino una oportunidad de negocio.

 

 

 

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