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El ahorro informal puede estar vinculado con la carencia de confianza o de acceso al sistema financiero, o por la necesidad de liquidez. Hay estudios que arrojan que el 43% de las personas en México optan por el ahorro informal. En México, cerca del 53% de las mujeres adultas guarda su dinero en casa
*Por Yvette Mucharraz y **Karla Cuilty Esquivel
Según datos de la Encuesta de Salud Financiera (INEGI, 2023), 52% de la población en México tienen algún tipo de ahorro: 49% de las mujeres y 55% de los hombres lo hacen. Esta brecha refleja posibilidades distintas tanto de acceso a ingresos, como al financiamiento.
El hábito del ahorro ofrece múltiples beneficios, ya que permite reservar una parte de los ingresos presentes para gastarlos en el futuro.
El ahorro facilita incrementar del patrimonio y hacer frente a situaciones inesperadas de diferentes indoles, como por salud o emergencias económicas. Además, es una herramienta clave para garantizar la estabilidad financiera en el largo plazo.
En el caso de las mujeres, uno de sus principales beneficios es fortalecer la independencia económica, lo que incrementa la posibilidad de tomar ciertas decisiones personales o familiares con autonomía. El ahorro puede clasificarse en formal e informal.
Soportes
El ahorro se categoriza como formal cuando está respaldado por instituciones financieras reguladas como afores, bancos, cooperativas de crédito, fondos de inversión, entre otros.
El informal implica acumulación de dinero o activos como comprar propiedades, usar cajas de ahorro, guardar el dinero en casa, prestarlo o formar parte de una tanda.
Este tipo de ahorro puede estar vinculado con carencia de confianza o acceso al sistema financiero o por la necesidad de liquidez. Se sabe que el 43% de las personas en México optan por el ahorro informal.
Entre las estrategias de ahorro informal destaca el dinero guardado en casa. Al comparar las proporciones por sexo encontramos mayor prevalencia en las mujeres (53%) que en los hombres (47%).
Las tandas y la adquisición de bienes son menos comunes en ellas (37% y 38% respectivamente) que en ellos (63% y 62%). La búsqueda activa por parte de las mujeres en la adquisición de bienes duraderos es conveniente, además de considerar que la estrategia de ahorro informal en algunos casos tiene la desventaja de carecer de un respaldo en caso de pérdida, robo o la falta de generación de intereses o algún tipo de retorno como ocurre con buena parte de los instrumentos financieros.
Diques
El primer paso para llevar a cabo un ahorro formal es el acercamiento a una institución financiera idealmente reconocida por el IPAB para tener mayor protección. El 61% de las personas que participaron en la encuesta del INEGI que se ha mencionado, utiliza el sistema financiero o también se dice que están bancarizadas.
Sin embargo, 63% de las mujeres no lo hacen, mientras que en el caso de los varones es 38%. Esto podría ligarse con las diferencias en la participación laboral por sexo.
Según datos de la investigación Trabajo decente en México del CIMAD (2024), solo 45% de las mujeres se integran al mercado laboral, cifra baja en comparación al 74% de los hombres.
Esta limitada participación dificulta su independencia económica y su inserción al sistema financiero y al ahorro formal, aun cuando es bien conocido que las mujeres cuando adquieren créditos o algún tipo de deuda, en general son buenas pagadoras.
Rezagos
Sobre los mecanismos de ahorro formal, la cuenta para el retiro o AFORE suele ser la más comúnmente utilizada, seguida por las cuentas de nómina. El 58% de las personas que ahorran mediante una cuenta para el retiro son hombres y 42% son mujeres.
Con las cuentas de nómina existe un comportamiento parecido con 45% de uso por parte de las mujeres y 55% de los hombres. Tener un instrumento financiero no necesariamente garantiza el ahorro; 41% de las personas que tienen una cuenta de este tipo, ahorran en ella. Al analizar el comportamiento por sexo encontramos que, 54% son hombres y 46% son mujeres.
Las mujeres acceden además con más frecuencia que los hombres a las cuentas de ahorro gubernamental (60% mujeres vs. 40%) y a las tarjetas de pensiones (52% mujeres vs 48% hombres), lo cual podría deberse a que, en la población de edad avanzada, buena parte de las mujeres no entraron en la economía formal por realizar algún trabajo no remunerado en el hogar o relacionado con el cuidado de otros, además de que el patrimonio familiar no siempre queda a su nombre y no tienen acceso directo al mismo.
También, la esperanza de vida de las mujeres es mayor y debido al comportamiento señalado en materia de ahorro, en muchos casos quedan desprovistas de una pensión, lo cual se agrega al caso de quienes pierden a la pareja que era el principal proveedor y no hay un testamento que les dé el respaldo financiero para cubrir sus necesidades económicas, lo que las deja en situación de vulnerabilidad.
Una tarea pendiente en este sentido es impulsar la inclusión de las mujeres al mercado laboral para que sea posible generar ahorros con base en sus ingresos. Esto se puede lograr mediante el establecimiento de un sistema de cuidados eficiente que permita a la mujer eficientizar el tiempo dedicado al cuidado infantil, de personas con alguna condición crónica o discapacidad, así como de adultos mayores.
Asimismo, éste generaría mayor proporción de empleos para mujeres, ya que ellas suelen insertarse con más facilidad en los sectores de educación y salud. Aunque esto puede perpetuar los roles de género tradicionales, si en el sistema de cuidados se promueven esquemas de equidad de género podría lograrse que las generaciones futuras fueran más incluyentes.
Incentivar el ahorro, independientemente del sexo, es una tarea necesaria en México para incrementar el crecimiento. Además, estimular la inclusión laboral de las mujeres podría ser una estrategia que se traduzca en resultados positivos de largo plazo, así como fomentar el hábito del ahorro, dado que ambos conducen a mejorar la calidad de vida.
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*Directora del Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección de IPADE Business School.
**Investigador Senior del Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección de IPADE Busines School.