Comunidad Fortuna | Mi Foda para México

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Tenemos una ubicación privilegiada, justo al lado de uno de los mayores mercados del mundo con el que, además, tenemos un acuerdo comercial. Esto nos posiciona como un hub logístico y comercial, lo que se demuestra con nuestras exportaciones cercanas al 40% del PIB. Sin embargo, hay que resarcir la falta de infraestructura logística, hídrica, y energética.

Por Rodolfo Ostolaza, subdirector de Estudios Económicos de Banamex

Dado lo relevante que resulta la coyuntura en el análisis económico, en algunas ocasiones resulta muy complejo considerar los factores estructurales que determinan el desempeño de una economía.

Por ello es pertinente entender en dónde estamos y hacia donde podemos dirigirnos.

¿Cuáles son las fortalezas de México? Tenemos una ubicación privilegiada, justo al lado de uno de los mayores mercados del mundo con el que, además, tenemos un acuerdo comercial. Esto nos posiciona como un hub logístico y comercial, lo que se demuestra con nuestras exportaciones cercanas al 40% del PIB. La integración regional ha impulsado particularmente al sector automotriz.

Además, la edad promedio en México es de 29 años, y tenemos más de 57 millones de personas que forman parte de la población económicamente activa. La diversidad y vastedad de nuestros recursos naturales ampliamente conocida.

Por último, aunque no menos relevante, y a pesar de las turbulencias financieras globales, México ha mantenido una inflación controlada, y un régimen de libre flotación para el tipo de cambio, ambos gracias, en buena medida, a la autonomía del Banco de México. Lo anterior se ha visto reflejado en un entorno macroeconómico estable para el país.

Oportunidad tangible

¿Cuáles son las oportunidades de México? La relocalización sigue siendo una oportunidad histórica.

La atracción de inversiones en manufactura y tecnología sigue quedando a deber, precisamente, por el enorme potencial qué tiene el país. La falta de infraestructura logística, hídrica, y energética, junto con el debilitamiento de la certeza jurídica (derivada de los acontecimientos políticos y legislativos recientes) han limitado – y lo seguirán haciendo – las oportunidades del nearshoring.

A pesar del enorme potencial que México tiene en energías renovables, éstas no han sido explotadas lo suficiente. Se requiere inversión para llevar a buen puerto esta potencialidad. Lo anterior ayudaría a disminuir la dependencia del petróleo, particularmente de los ingresos fiscales.

Con una penetración de internet en el 78% de la población, y un crecimiento continuo de startups tecnológicas, México podría convertirse en un líder regional de la economía digital.

Para ello aún falta flexibilizar algunas regulaciones y continuar los esfuerzos de educación financiera, principalmente para disminuir el uso de efectivo cómo el principal medio de pago, lo cual es muy difícil considerando que la informalidad laboral ronda el 55% de la población ocupada.

Además, falta dar seguimiento y continuidad a las reformas estructurales, como una fiscal que amplíe la base tributaria, y una verdadera modernización del sistema educativo, que potencien los esfuerzos de inversión, y favorezcan (ambas) al crecimiento a largo plazo.

Contrastes

¿Cuáles son las debilidades de la economía mexicana? El crecimiento promedio anual entre 1980 y 2024 fue de apenas 2.1%, insuficiente para poder cerrar la brecha con las economías más avanzadas. La productividad laboral no ha aumentado, y la inversión se ha mantenido alrededor del 21.5% del PIB en el mismo periodo.

Alrededor del 80% de las exportaciones mexicanas tienen como destino Estados Unidos, por lo que cualquier choque en dicho país tiene repercusiones al interior de nuestra economía. Sin duda, la diversificación comercial hacia otras regiones es deseable (como lo demuestra la reciente imposición de aranceles por parte de EUA) pero la realidad nos muestra una cada vez mayor dependencia con nuestro vecino del Norte.

La informalidad laboral implica la falta de acceso a seguridad social y beneficios. Si bien los incrementos recientes al salario mínimo real han fortalecido los bolsillos de los trabajadores, la desigualdad sigue siendo elevada, pues a pesar de la disminución secular del coeficiente de Gini, el 10% más rico del país concentra más del 35% del ingreso, la pobreza afecta a más de un tercio de la población, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL).

La inseguridad ha avanzado continuamente desde hace años, y no se vislumbra en el horizonte una reducción de esta, mientras que la corrupción sigue estando embebida en la vida diaria del país.

La infraestructura, particularmente la logística, hídrica y energética, no es suficiente para maximizar la oportunidad que presenta la relocalización.

Estar alertas

¿Cuáles son las amenazas para la economía mexicana? En primer lugar, la incertidumbre política interna, pues las reformas recientemente aprobadas (como la judicial y la eliminación de los organismos autónomos) enrarecen las expectativas de los inversionistas. Además, la polarización política también ha erosionado la confianza.

Al ser México una economía abierta, está expuesta y vulnerable a choques externos, como el que actualmente representan los aranceles y la guerra comercial entre Estados Unidos y China (que, además, podría reconfigurar el comercio global).

Los eventos climáticos extremos ya se han traducido en afectaciones al sector agropecuario, cuyo valor agregado disminuyó por segundo año consecutivo en 2024. Es necesario plantear y ejecutar estrategias que permitan al país adaptarse a la nueva realidad climática.

Si bien actualmente contamos con una población joven, las proyecciones muestran que, en las próximas décadas, el envejecimiento natural de la población podría reducir las ventajas competitivas del país, a menos que se realicen las inversiones necesarias, particularmente en educación

¿Qué podemos hacer? Hacia adelante, México necesita una reforma fiscal progresiva, una estrategia integral para combatir la inseguridad, un cambio estructural en el modelo educativo, potenciar la inversión en sectores prioritarios, y un mayor compromiso con la sostenibilidad.

Lo anterior sentaría las bases para convertir las oportunidades en realidades tangibles, además de minimizar algunas de las amenazas a las que seguiremos expuestos.

La pregunta no es si podemos hacerlo, sino si estamos dispuestos a pagar el costo de estas (necesarias) transformaciones para el país. Desafortunadamente, ni el tiempo, ni las condiciones externas actuales, están de nuestro lado.

 

*Rodolfo es subdirector de Estudios Económicos de Banamex, donde se encarga de dar seguimiento a los sectores real y externo de la economía mexicana.

Tiene una Maestría en Economía por El Colegio de México, una Licenciatura en Finanzas por la Universidad Tecnológica de México, y una Licenciatura en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Anteriormente, fue economista senior en el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos. También desempeñó los cargos de jefe de la sección de estadísticas de comercio internacional dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Rodolfo estuvo además al frente de la Dirección de Insumo Producto en el INEGI, y fue jefe de la Oficina de Medición de los Sectores Primario y Terciario en el Banco de México (Banxico).