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México enfrenta una turbulencia e incertidumbre no vistas desde la pandemia del 2020, lo que exige y requiere de un marco jurídico de la Federación que debería permanecer sólido como un roble. No dejemos a la suerte proyectos de inversión de más de 70,000 millones de dólares
*Por Ricardo Aguilar Abe, economista en jefe de INVEX.
El presidente de los Estados Unidos lo volvió a hacer. Volvió a aplazar la entrada en vigor de aranceles generalizados para las importaciones mexicanas. En febrero, en marzo y ahora en abril, el presidente Donald Trump concedió un nuevo periodo de gracia para que nuestro país, uno de sus principales socios comerciales esquive sus temidas y dañinas tarifas arancelarias generalizadas.
Por otra parte, nuestra economía -prácticamente en recesión- enfrenta otro riesgo además del externo. Un riesgo que se gestó antes que Trump: la posibilidad de que los legisladores del partido mayoritario (tanto en el Congreso de la Unión como en la mayoría de las legislaturas estatales) vuelva a sorprender con un nuevo cambio a la Constitución que por ahora nadie prevé.
No olvidemos el riesgo de que, en aras de una ideología política o en un intento de aumentar el bienestar general de la población, sin advertir los riesgos de los costos asociados, se lleven a cabo reformas a la Constitución más allá de las promulgadas a la fecha.
O al menos no se deberían prever más cambios constitucionales polémicos en un entorno tan incierto, volátil y con la posibilidad de que se posponga o cancele un número importante de anuncios de inversión que previamente negoció con éxito la presidenta Claudia Sheinbaum.
El riesgo externo cobró más fuerza que nunca. El que Donald Trump no haya impuesto aranceles generalizados de 25% a las importaciones mexicanas, no exime a México de que Trump le imponga un arancel generalizado más adelante.
La medida de Trump de “aranceles recíprocos”, recordemos, llegaron a una tasa de 34% en el caso de China, o 10% como mínimo para la mayoría de los países, incluyendo un conjunto de islas en Oceanía (Heard and McDonald Islands) supuestamente habitadas únicamente por pingüinos y focas.
Ya sea por razones económicas, como obtener recursos para poder bajar impuestos y recobrar la grandeza de la industria norteamericana, o sociopolíticas, como migración, seguridad y fentanilo, México podría ser una víctima de los aranceles más adelante.
Tarifas de facto
El término es generalizado, pero lo destaco porque actualmente está en vigor un 25% de arancel a todas las importaciones que no estén incluidas dentro del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), lo que se traduce en una tasa de 25% al aluminio y al acero, así como otra de 25% a los automóviles producidos en nuestro país, con la exención de las autopartes fabricadas en América del Norte.
A más tardar en mayo, se busca gravar las autopartes que no sean fabricadas en Estados Unidos, una vez que el Departamento de Comercio y las aduanas determinen cómo manejarán el criterio de los cruces transfronterizos que se registran hasta concluir la producción de la unidad automotriz.
Más confuso es el panorama cuando se analiza la posible duración de los aranceles, misma que podría ser de días, como los que transcurrieron entre el anuncio de aranceles a México un sábado y la llamada con la presidenta de México el lunes siguiente a principios de febrero. O, por el contrario, más duraderos, como aquéllos que enfrentan las importaciones de China desde el segundo mes de este año.
Descensos
Algunos bancos, incluido Invex, ajustamos a la baja nuestros estimados de crecimiento para la economía de México. Si bien no somos tan negativos como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que anticipa una caída de 1.3% para el PIB de nuestro país, no detectamos elementos suficientemente sólidos que nos permitan estimar una expansión mayor a 0.5% este año.
Sin duda, el 1.5% puntual que estima la Secretaría de Hacienda y Crédito Público es más que optimista.
No sólo consideramos el riesgo externo, aunque la mayoría de los analistas parece enfocarse exclusivamente en éste. No olvidemos el riesgo de que, en aras de una ideología política o en un intento de aumentar el bienestar general de la población mexicana, se lleven a cabo reformas a la Constitución más allá de las promulgadas a la fecha.
Es justo ahora, cuando México enfrenta turbulencia e incertidumbre no vistas desde la pandemia de 2020, que el marco jurídico de la federación debería permanecer sólido como un roble.
De no lo contrario, los más de $70 mil millones de dólares de proyectos de inversión que ha acordado la presidenta con actores del sector privado podrían posponerse o peor aún, cancelarse. Y no necesariamente por culpa de Donald Trump.
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Ricardo Aguilar Abe es Economista en jefe de INVEX. Cualquier pregunta o comentario puede ser enviado al correo: analisis@invex.com. Twitter: @raguilar_abe