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El presidente electo, Donald Trump, que asume el 20 de enero, hizo campaña con promesas de aranceles agresivos a las importaciones, restricciones estrictas a la inmigración, desregulación, y un Gobierno más pequeño, pero la economía puede estar pidiendo a gritos algo diferente.
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, hizo campaña con promesas de aranceles agresivos a las importaciones, restricciones estrictas a la inmigración, desregulación y un Gobierno más pequeño, aunque la economía que heredará la próxima semana puede estar pidiendo a gritos algo diferente, consigna este lunes una nota de Reuters fechada en Washington y firmada por Howard Schneider.
Con una expansión de la producción por encima de la tendencia, un mercado laboral cerca del empleo máximo, y creando puestos de trabajo a un ritmo mayor a las proyecciones, las brasas de la inflación aún están latentes. Y Trump puede estar lanzando sus reformas prometidas en una economía que necesita menos el tipo de estímulo que le proporcionaron sus recortes de impuestos en su primer mandato que inició en 2017.
Como lo mostró una liquidación de acciones tras el sólido informe de empleo de diciembre el viernes pasado, también puede ser propensa a una corrección, dados la alto valuación de los activos estadounidenses, y un mercado de bonos que ha estado haciendo subir los rendimientos.
“El éxito de la administración Trump sería no dañar la economía excepcionalmente productiva que está heredando”, dijo Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics.
A primera vista, la combinación planeada de aranceles, deportaciones y recortes de impuestos financiados con el décit “hará daño. Cuánto… depende de cuán agresivamente se implementen estas políticas”.
Trump asumirá el cargo la próxima semana en circunstancias económicas muy diferentes a las que tenía cuando comenzó su primer mandato de cuatro años en 2017.
“Las limitaciones son diferentes, empezando por la inación”, que aún no está totalmente controlada desde el pico de la era de la pandemia y ha mostrado poca mejora interanual en los últimos meses, dijo Karen Dynan, profesora de economía de la Universidad de Harvard y ex funcionaria de la administración Obama.
Claroscuros
Trump enfrentará mayores déficits federales y costos de endeudamiento del Gobierno más altos que antes, así como una fuerza laboral que ha crecido más rápido de lo esperado debido a la inmigración, algo que Trump quiere reducir.
En referencia al desempeño reciente de Estados Unidos, que ha superado al de otras naciones desarrolladas y ha sorprendido a muchos economistas, Dynan dijo que “si uno cree que el crecimiento económico que excede la tendencia se debe a la inmigración, será difícil obtener cifras tan grandes como las que vimos en la última parte de la administración Biden”.
Cuando Trump llegó por primera vez a la Casa Blanca en 2017, la economía había estado creciendo de manera constante desde el final de la crisis financiera de 2007-2009, pero el ritmo a menudo era lento y el empleo no se había recuperado por completo.
Había margen para el impulso que proporcionó la Ley de Reducción de Impuestos y Empleo de Trump, y si bien los aranceles a las importaciones que siguieron, asestaron un golpe a la economía global, Estados Unidos demostró ser en gran medida resistente.
En esa entonces, la inflación era una preocupación lejana, aparentemente anclada por debajo del objetivo del 2% de la Reserva Federal.
Los compradores de viviendas podían encontrar hipotecas a tasa fija a 30 años en torno al 4%, y el gobierno estaba financiando sus operaciones con tasas de bonos del Tesoro a largo plazo en torno al 3%.
Hoy, la inflación se mantiene por encima del objetivo de la Reserva Federal, las tasas hipotecarias se acercan al 7% y los rendimientos de los bonos del Tesoro a 30 años rondan el 5%, lo que sigue aumentando.
Estos indicadores financieros pueden de reflejar las dudas del mercado sobre si la inflación está contenida y sobre la disciplina financiera de Estados Unidos en el futuro.
“Todavía existe la preocupación de que la inflación no pueda ser superada… Vamos a solucionar ese problema, así que no se preocupen por eso”, dijo el gobernador de la Reserva Federal, Christopher Waller la semana pasada sobre el aumento de los rendimientos de los bonos a largo plazo.
Pero “la otra cosa que recibe cada vez más atención es la preocupación por los déficit fiscales… Si eso no parece cambiar en el futuro, en algún momento los mercados van a exigir una prima… Eso es lo que está empezando a ser lo que estamos viendo”.
Intocables
Si bien Trump ha creado un Departamento de Eficiencia Gubernamental informal para encontrar ahorros, no hay ningún plan para abordar los principales impulsores del déficit: los beneficios de salud y jubilación para las personas mayores que los dos poderosos partidos políticos de EU consideran sacrosantos.
Si los costos de endeudamiento del gobierno y la vigilancia de los mercados de bonos plantean un conjunto potencial de restricciones para Trump, el estado de una economía vigorosa podría plantear otro.
Los principales datos que el personal y los funcionarios de la Reserva Federal observan, incluidas las cifras sobre empleo, inflación, gasto de los consumidores y crecimiento general, pueden no ofrecer mucho margen de mejora sin riesgos.
La tasa de desempleo colocó en diciembre uno de sus niveles más bajos de los años más recientes, en 4.1%, cerca o por debajo de muchas estimaciones de lo que se considera sostenible sin generar inflación, y la economía ganó 256,000 puestos de trabajo ese mes, sorprendiendo al mercado.
Con el aumento de los salarios, el gasto de los consumidores se mantiene saludable. La inflación está bajando, pero todavía está más de medio punto porcentual por encima del objetivo, con preocupaciones de que pueda reavivarse por cualquier medida agresiva para impulsar la producción que ya puede estar superando el potencial, o por costos adicionales de cosas como los aranceles.
“La economía estadounidense simplemente está funcionando muy, muy bien”, dijo el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, en una conferencia de prensa el 18 de diciembre al final de la última reunión de política del banco central. “Tenemos que mantenernos concentrados, sin embargo”.
Incertidumbre
La política monetaria se ha mantenido lo suficientemente estricta como para devolver la inflación al 2% mientras se mantiene intacto el mercado laboral.
Entre los planes de Trump y la fortaleza de la economía, hay cada vez más dudas sobre si la Fed podrá reducir las tasas mucho más, si es que puede hacerlo.
La incertidumbre sobre lo que se avecina tiene su raíz en la brecha entre la retórica expansiva de Trump sobre lo que parece pensar que necesita la economía y el desempeño económico real durante el último año en particular.
En la reunión de la Fed del mes pasado, el personal comenzó a sugerir que un crecimiento más lento y un mayor desempleo pueden ser el resultado inmediato de las políticas comerciales y de otro tipo de propuestas esperadas en la nueva Administración de Trump.
Los responsables de la política monetaria han destacado públicamente la incertidumbre con la que están lidiando, al tiempo que intentan lograr cierto equilibrio.
Al señalar que las propias empresas se han mostrado optimistas sobre las condiciones futuras, a pesar de las posibles perturbaciones por los aranceles y las deportaciones, “espero más ventajas que desventajas en términos de crecimiento”, dijo la semana pasada el presidente de la Fed de Richmond, Tom Barkin, aunque también reconoció posibles riesgos inflacionarios.
Barkin dijo sobre las posibles iniciativas políticas de la Administración entrante, “se podrían dar marcha atrás en algunas de ellas si resultan perjudiciales”.