Bashar al-Assad niega acusaciones mientras crece la búsqueda de su fortuna oculta

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Desde su exilio en Moscú, el expresidente sirio Bashar al-Assad rompió el silencio este miércoles, rechazando las acusaciones sobre el origen y destino de su fortuna. “La historia nos juzgará. Siria está siendo atacada no solo militarmente, sino también en su dignidad. Ninguna cifra puede reflejar la verdad de lo que se nos ha arrebatado”, afirmó el exmandatario en un comunicado.

Estas declaraciones llegan mientras crecen los esfuerzos internacionales por localizar y confiscar su riqueza, con el objetivo de destinarla a la reconstrucción de un país devastado por más de una década de guerra civil. En Reino Unido, políticos como el conservador Iain Duncan han exigido al gobierno la incautación de 55 millones de libras que Assad y su círculo mantienen en cuentas del banco HSBC, sugiriendo que estos fondos deberían usarse para Siria.

Una fortuna rodeada de opacidad

Se estima que la familia Assad podría haber amasado entre 12,000 y 16,000 millones de dólares, a través de décadas de control de sectores clave como telecomunicaciones, banca y construcción. Además, informes del Wall Street Journal y el Financial Times revelan cómo Bashar al-Assad logró transferir 250 millones de dólares a cuentas rusas entre 2018 y 2019, evadiendo sanciones internacionales mediante el transporte de dos toneladas de billetes de alta denominación.

La compleja red financiera que rodea al clan Assad incluye propiedades de lujo, como 18 pisos en un rascacielos de Moscú, además de cuentas en Dubái, Hong Kong y otros paraísos fiscales. Según especialistas, la recuperación de estos bienes será un proceso largo y complicado, que dependerá de la cooperación internacional.

“Un narcoestado” en ruinas

El colapso económico de Siria ha expuesto los métodos ilícitos con los que la familia Assad enriqueció sus arcas personales. Desde el tráfico de drogas, como el captagon, hasta la apropiación de ayuda humanitaria internacional supervisada por Asma al-Assad, esposa del exdictador, el régimen consolidó su poder mientras la población sufría las consecuencias de la guerra.

Scott Lucas, experto en Medio Oriente, señaló que las sanciones internacionales, lejos de afectar al círculo íntimo del régimen, a menudo reforzaron su control financiero: “Todas las transacciones sancionadas pasaban por canales controlados por la familia gobernante”.

Un régimen colapsado

La huida de Bashar al-Assad a Moscú el pasado 8 de diciembre marcó el colapso definitivo de su régimen, heredado de su padre, Hafez al-Assad, en el año 2000. Durante su mandato, el dictador consolidó una estructura autoritaria y represiva, mientras desviaba recursos del Estado hacia sus cuentas personales.

Con más de medio millón de muertos y una economía destrozada, Siria enfrenta una ardua reconstrucción. Los esfuerzos internacionales para confiscar la fortuna de al-Assad y destinarla a este fin representan una oportunidad para aliviar la crisis, pero expertos advierten que el proceso podría tomar años.

Mientras tanto, la comunidad internacional sigue cuestionando la veracidad de las declaraciones de Bashar al-Assad, quien insiste en culpar a “los terroristas” y las potencias extranjeras del sufrimiento de Siria, en un intento por eludir su responsabilidad en la devastación de la nación.

El desafío de la reconstrucción de Siria

La reconstrucción de Siria, devastada por casi 14 años de conflicto, es una tarea monumental que podría extenderse por décadas. Aunque la ONU no ha proporcionado una estimación específica sobre el tiempo necesario para la reconstrucción total, el enviado especial de la organización, Geir Pedersen, ha subrayado la urgencia de iniciar esfuerzos masivos de ayuda humanitaria y reconstrucción.

Pedersen ha instado al levantamiento de sanciones internacionales que dificultan este proceso y ha destacado la necesidad de un acceso humanitario sin restricciones para apoyar a los millones de sirios afectados. La magnitud de la destrucción en las principales ciudades, sumada a la necesidad de coordinación internacional, hace que la reconstrucción sea un desafío complejo y prolongado.

Para Siria, garantizar la seguridad, la estabilidad y la movilización de recursos será crucial para brindar un futuro sostenible a su población, un objetivo que parece aún distante mientras persiste la sombra del régimen depuesto y los intereses geopolíticos en la región.

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