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La narrativa de los candidatos en campaña difiere de cuando asumen el mando, y el mercado en parte ha incorporado los riesgos. Estos, por supuesto, ahí están, pero no hay que sobrereaccionar. En el caso de México, el Congreso podrá proponer reformas, pero la presidenta no firmará un decreto con el que no esté de acuerdo.
*Por Ricardo Aguilar Abe Economista en Jefe de INVEX
En México, inversionistas locales y extranjeros han reaccionado sensiblemente al cúmulo de información dado a conocer desde junio.
Si bien el mercado descontaba una victoria de Claudia Sheinbaum en las elecciones presidenciales, pocos participantes anticipaban una arrasadora victoria por parte de la coalición gobernante en el Congreso de la Unión.
Y no sólo eso. Sorprendió también que el partido oficial obtuvo la mayoría de los congresos locales, con lo cual accedió a la posibilidad de reformar la Constitución tal y como ha ocurrido recientemente.
La aprobación de la reforma al Poder Judicial (con todo y que su implementación o la modificación de leyes secundarias aún no es clara) y la aprobación de la reforma que permite la absorción de algunos organismos autónomos por parte de secretarías de Estado, son dos de los sucesos más preponderantes que han presionado a variables tan sensibles como el tipo de cambio.
A esto hay que agregar la posibilidad de que se concreten reformas que impacten negativamente sobre la percepción de riesgo país. El tipo de cambio del peso frente al dólar, que se ha visto presionado de forma consistente, ha incorporado cada evento de forma consistente.
En particular, la volatilidad ha sido muy elevada.
De alto impacto
Desde campaña, la presidenta de México ha mostrado una clara determinación de colaborar con el sector privado: Efectivamente, Sheinbaum ha conseguido levantar cerca de 65 mil millones de dólares en anuncios de inversión.
En contrasentido ¿Cómo invertir en proyectos que comenzarán a generar un valor presente neto positivo después de varios años si el Congreso cambia las reglas del juego en el corto plazo?
Sin duda, los inversionistas aguardan con cautela.
Después de que las agencias Moody’s y HR Ratings revisaran la perspectiva de la calificación de deuda soberana de México de estable a negativa, algunos analistas consideran que la baja en la calificación sería un siguiente paso.
Si a eso le sumamos la victoria del partido republicano en las elecciones federales de Estados Unidos, así como la presencia de una corriente conservadora en el Poder Judicial de ese país (donde nueve de seis ministros de la Suprema Corte fueron designados por presidentes republicanos y tres de ellos por Donald Trump), el panorama para México en ciertos temas se torna incierto.
Más aun cuando el siguiente presidente de Estados Unidos ha lanzado advertencias sobre la imposición de aranceles a importaciones mexicanas tan pronto como el primer día de su mandato.
Pararrayos
Ante la sensibilidad que muestran los inversionistas, el tipo de cambio ha sido de las principales variables afectadas. Pero no sólo es la paridad cambiaria.
Los estimados de crecimiento para el PIB de México son bajos, con una estimación promedio de 1.0% para el crecimiento en 2025.
Ante este panorama, la gran incógnita es si los inversionistas no estarán sobrereaccionando. ¿Y si todo no es tan malo?
A final de cuentas, el Congreso mexicano podrá proponer las reformas que desee, pero la presidenta no firmará un decreto si no está de acuerdo con los cambios.
De igual forma hay que recordar que a México no le fue mal durante el primer mandato de Donald Trump. De hecho, fue gracias a este personaje que nuestro país firmó uno de los principales y más eficientes acuerdos comerciales en su historia: el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC).
Sobre todo, recordemos el pesimismo que inundó a inversionistas y analistas cuando se pensó que el ahora expresidente López Obrador llevaría a cabo acciones radicales que comprometerían la estabilidad macroeconómica y financiera del país.
Esto no ocurrió. Como tampoco ocurrió una devaluación sostenida del tipo de cambio durante el sexenio pasado.
De hecho, el tipo de cambio alcanzó su nivel más bajo desde 2015 al cotizar alrededor de los $16.50 pesos por dólar.
Por supuesto que hay riesgos.
No obstante, recordemos que una cosa es la retórica que usan candidatos y funcionarios públicos para ganar aprobación o popularidad, y otra cosa muy distinta son los hechos. Hasta ahora, claro que hay riesgos, pero no hay que sobrerreaccionar.
No todo es tan negativo. No todo lo que se dice que se hará ni se llevará (o puede llevarse) a cabo.
*Ricardo es Economista en Jefe de INVEX.
Cualquier pregunta o comentario puede ser enviado al correo: analisis@invex.com. Twitter: @raguilar_abe
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