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FIL Guadalajara 2024
El Coloquio Internacional de Bibliotecarios quiere abordar los retos que enfrentan para contribuir a una sociedad más inclusiva
En el 38 Coloquio Internacional de Bibliotecarios que se llevó a cabo en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el lema fue “Bibliotecas incluyentes: género, equidad y diversidad”, donde se efectuaron conversaciones que, en voz del presidente del comité organizador del coloquio, Sergio López Ruelas (Homenaje al Bibliotecario 2018), buscan que “las bibliotecas, como espacios democráticos que son, deben incluir temas que impactan a la sociedad”.
También se aprovechó el quórum para reconocer la labor de la maestra Helen Ladrón de Guevara, quien en 1987 comenzó este espacio que congrega a las personas que han dedicado su vida a los libros, su preservación y su acercamiento a las comunidades que están cerca de una biblioteca, no importa qué tan pequeña o grande sea.
Marisol Schulz Manaut, directora de la FIL, leyó unas palabras en nombre del rector de la Universidad de Guadalajara, Ricardo Villanueva, en las que destacó la importancia de las bibliotecas como un espacio seguro para la convergencia de todas las personas, sin importar su contexto social, identificación de género o preferencia sexual y celebró que los esfuerzos alrededor de este evento sigan rindiendo frutos.
En el escenario también acompañaron a esta ceremonia Helen Ladrón de Guevara (Homenaje al Bibliotecario 2009), Jesús Alberto Arellano Rodríguez (Homenaje al Bibliotecario 2024) y Silvia Elena Giorguli Saucedo, presidenta de El Colegio de México (Colmex), quien se encargó de dar la conferencia inaugural que empezó minutos después de la inauguración: Bibliotecas académicas: hacia un futuro más accesible e inclusivo.
Giorguli Saucedo se centró en las bibliotecas de las instituciones de la educación superior porque “en El Colmex nos gusta decir que nuestra biblioteca está al centro de nuestros procesos de investigación o de docencia”, ya que es un punto de contacto para docentes, investigadores y alumnado, con otras instituciones del país y fuera de este. Por un lado, pueden funcionar como cajas de resonancia de lo que ocurre en la sociedad donde está insertada, convirtiéndose en un espejo que visibiliza los factores de la desigualdad, o incluso los reproducen. Esto quiere decir que existe el potencial de ayudar a resolver estos retos para crear o impulsar mejores entornos.
También mencionó cómo estos esfuerzos pueden comenzar desde el lenguaje que se utiliza en la biblioteca para los términos de catalogación, que luego muestran sesgos de género, por ejemplo, que ya no son válidos en la vida cotidiana. Eso puso sobre la mesa un aspecto interesante: muchos de los cambios que se implementan en espacios institucionales ocurren por los ajustes que se hacen en las normativas, así que existe una brecha entre lo que se establece y lo que se pone en acción.
Mencionó el Observatorio Nacional para la Igualdad de Género de la UNAM, que se apoya en cambios en la ley que se hicieron a finales de los años setenta y ochenta, pero que comenzaron a implementarse en ese espacio apenas hace diez años. Esa brecha, dijo Giorguli, es un reto para todas las personas en estos entornos. Pero también han demostrado que las bibliotecas son efectivas para crear redes importantes para crear recursos de información, acceso a esa información y tecnología para hacerlo más sencillo, además de proveer su preservación.
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