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Enrique Hernández Alcázar
Un juez “alternativo”. Eso es lo que busca la FGR para poder echar abajo el montaje que fabricó la Fiscalía de Sinaloa sobre el asesinato de Héctor Melesio Cuén, principal rival político del gobernador de ese estado, el morenista Rubén Rocha Moya. Un juez “alternativo”. Es decir, si los jueces que están ‘en paro’ y ‘en contra’ de nuestra reforma judicial trabajan contra nosotros, nosotros buscaremos a los jueces que sí nos respalden y… nos vemos a la salida.
Con la narcoviolencia de Culiacán de fondo, este botón de muestra nos pinta de cuerpo completo lo que sucederá con la nueva manera de operar en el Poder Judicial. Jueces ‘alternativos’ -por no decir a modo- que resuelvan lo que se pida desde el Poder Ejecutivo Federal o el de los Estados independientemente de lo equivocadas, limitadas y mal hechas carpetas de investigación de las fiscalías que están totalmente fuera de una posible reforma integral a la impartición de justicia.
Y es que todos quieren ser juez y parte.
Es lo que hay. Haiga sido como haiga sido. Tenemos tómbola y elecciones judiciales en puerta. A personas juzgadoras decidiendo su presente y su futuro profesional. A un partido-movimiento pisando a fondo el pedal de la mayoría absoluta. A juezas y jueces diluviando amparos y suspensiones. A gobernantes pasándose estas disposiciones por el arco del triunfo.
Y aunque los trabajadores judiciales están en paro de labores, la jueza Nancy Juárez Salas, trabajó con raídez y ordenó -desde el décimo noveno juzgado de distrito en Veracruz- ‘bajar’ del Diario Oficial de la Federación la publicación de la Reforma Judicial que AMLO firmó el 15 de septiembre pasado en Palacio Nacional. La gran heroína de los juzgados decidió amenazar a la presidenta de México por desacato, dar vista de su conducta al Ministerio Público y dejarle claro que podría ser castigada con una pena de entre 6 y 8 años de cárcel.
Esta mañana, desde su púlpito en Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum respondió contundente a la jueza de Coatzacoalcos: no solo no borrará la publicación de la Reforma Judicial del DOF sino que denunciará a Juárez Salas ante el Consejo de la Judicatura por realizar un emplazamiento sin sustento jurídico, lo que podría costarle la inhabilitación.
Independientemente del pasado oscuro de esta jueza jarocha y de las claras precipitaciones y yerros en el proceso legislativo de la Reforma al Poder Judicial, hay tiro.
De aquí a junio de 2025 veremos una avalancha de amenazas y advertencias de un lado para el otro. No se ve poder humano o político que pueda tumbar la bien o mal llamada Reforma Judicial. No le alcanza el número a las fuerzas opositoras y les sobran votos a las hordas oficialistas. El ring nacional está echado a andar y no hay referee que parezca ofrecer neutralidad en esta lucha de bandos. De rudos y técnicos, de máscaras y cabelleras, de charios y derechairos.
Y en el peor de los tribunales posibles, el mediático, el caso de Genaro García Luna también nos muestra que el duelo por poseer la verdad se basará en una lucha sin cuartel. En la guerra de los otros datos y de las maromas convenencieras.
El mejor ejemplo de ello es Anabel Hernández, la primera periodista que publicó sobre el enriquecimiento sospechoso y los nexos con el narco del exsecretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón. Cuando la entrevisté en 2008 sobre su libro “Los Señores del Narco” los periodistas más ‘influyentes’ me decían que cómo era posible que entrevistara a una periodista con tan poca credibilidad, tan escandalosa y tan conflictiva. Mientras que los allegados a López Obrador se congratulaban y apoyaban sus investigaciones a tal grado que el hoy presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, llamó “asesino” a García Luna en su cara y mostrándole la portada del citado libro.
Hoy todo cambió, claro, desde que Anabel Hernández tocó las fibras más sensibles de la 4T en su libro “La historia secreta” en donde narra los presuntos nexos de Andrés Manuel López Obrador con el cártel de Sinaloa. Y donde adelanta que el gobierno de Claudia Sheinbaum tiene en Omar García Harfuch a un potencial García Luna.
Mientras Sheinbaum sigue la narrativa de AMLO contra Felipe Calderón como el principal responsable de todas las violencias que nos azotan, la Doctora debería presentar una sólida investigación contra el expresidente (Cadlerón, porque López Obrador en su voz sigue siendo “presidente”). Porque la persecusión solo con saliva matinal no nos llevará al desmantelamiento de la red de complicidades y corrupción narca que -seguramente- operaba y opera más allá de García Luna.
Seguimos en tiempos de guerra. Narrativa, criminal y militarizada.
¡En esta esquinaaaaa!: la comentocracia que no está con la 4T vaticina la instauración, por insaculación y elección democrática, del reino de la anarquía y el desacato.
¡Y en esta otraaaaa!: los afines al obradorato extendido pregonan la buena nueva: la llegada al paraíso de la justicia social como ejemplo para toda la raza humana.
No seremos ni lo uno ni lo otro. Tampoco seremos todo lo contrario. Lo que ya somos, claramente, es un país confrontado. De héroes y villanos. Para bien o para mal.
Ojalá que la buena jueza, por su casa empiece.
Nota: Los espacios de opinión son responsabilidad del articulista
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