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Por: René Freudenberg Zezatti, presidente del Consejo Directivo del Instituto para el Fomento a la Calidad
Hoy México enfrenta una oportunidad histórica para transformar su economía a través de la innovación y la calidad empresarial. Es un momento para capitalizar sus ventajas competitivas y destacarse en el marco de los momentos actuales donde sobresalen fenómenos como el nearshoring que exigen competitividad de talla mundial.
En un mundo hiperconectado, con infraestructuras y tecnologías cada vez más avanzadas, nuestro país se ha posicionado como un polo industrial atractivo y confiable que se refleja en la reinversión de utilidades, así como en la recepción de nuevas inversiones, colocándose en 2023 en el onceavo lugar mundial en Inversión Extranjera Directa con un flujo de 36 mil millones de dólares de acuerdo con la Secretaría de Economía.
Las empresas mexicanas, respaldadas por un talento excepcional y una cultura empresarial única, están en una posición privilegiada para impulsar el desarrollo económico. Este entorno de creatividad, innovación y colaboración, profundamente arraigado en la cultura nacional, proporciona una base sólida para el crecimiento y la competitividad.
Sin embargo, estas unidades económicas, independientemente del tamaño y el sector, enfrentan el reto de adaptarse y prosperar en condiciones cambiantes. La resiliencia se convierte en un pilar fundamental para asegurar la continuidad y el crecimiento. Este concepto implica la capacidad de adaptarse ante crisis y transformaciones del mercado, permitiendo a las organizaciones no solo sobrevivir, sino también innovar y encontrar nuevas oportunidades.
Para fortalecer esta resiliencia, las empresas deben adoptar un enfoque de transformación que garantice la eficiencia y satisfacción del cliente. Además, invertir en el bienestar del talento humano es crucial. Equipos bien formados y comprometidos son más capaces de enfrentar desafíos y contribuir a una cultura de mejora continua y la innovación. Las empresas que priorizan el aprendizaje y la adaptación son más ágiles en su respuesta ante cambios en el mercado.
En este contexto, el Instituto para el Fomento a la Calidad (IFC) ha lanzado el Movimiento para dar un Salto de Calidad en México, una iniciativa que busca elevar los estándares empresariales a través de tres estrategias clave.
La primera es destacar la cultura empresarial mexicana, basada en valores como la creatividad, la resiliencia, la colaboración y el trabajo en equipo. Aunque muchas organizaciones ya incorporan estos valores de manera implícita, es crucial hacerlos visibles y explícitos. Promover y aprovechar la esencia cultural del talento mexicano puede fortalecer la estrategia empresarial y mejorar las capacidades organizacionales.
La segunda estrategia se enfoca en el reconocimiento y la difusión de ecosistemas que transforman regiones y fomentan el desarrollo económico. Estos ecosistemas, que incluyen centros de investigación, sector educativo, gobiernos y empresas, facilitan la colaboración y el intercambio. El nearshoring se beneficia enormemente de estas redes, ya que facilita la unión de propósitos, así como una comunicación y colaboración más eficaces, lo que exige a todos los actores un alto nivel de adaptación y respuesta ágil a los cambios del entorno.
La tercera estrategia es el impulso a las pequeñas y medianas empresas (Pymes) innovadoras, competitivas y sustentables. Estas empresas deben elevar sus estándares, priorizar la calidad y adoptar una cultura de mejora continua. El IFC está renovando su modelo de gestión y los procesos de evaluación del Premio Nacional de Calidad (PNC) para apoyar a las pymes en este objetivo. El PNC no solo reconoce la excelencia, sino que también proporciona un diagnóstico integral que identifica las áreas para mejorar. Las empresas ganadoras del premio se convierten en ejemplos de calidad, inspirando a otras a seguir sus pasos.
Por último, fomentar la innovación debe ser una prioridad. La creación de espacios para la creatividad y la colaboración, así como el uso de tecnología avanzada, permite a las empresas mexicanas no solo adaptarse, sino también anticiparse a las tendencias del mercado global. Al adoptar estas estrategias, las empresas no solo garantizan su sostenibilidad, sino que también contribuyen al fortalecimiento de la economía mexicana en el contexto mundial.