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por Enrique Hernández Alcázar
Quizá no con los mismos objetivos, pero sí con métodos muy similares. Una presidencia ultra poderosa, una Fiscalía como brazo político del régimen y sin autonomía, una mayoría casi absoluta en el Poder Legislativo, una oposición errante reducida a casi nada y un pueblo adormecido felizmente por los beneficios sociales que ahora se otorgan directamente.
El gatopardismo está a la orden del día. Lo que antes combatían hoy es parte de su oferta programática, de ese pragmatismo que los fieles cegados de obradorato no vieron en 2018 cuando su amado líder se alió, ni más ni menos, que con un partido evangélico de ultra derecha y de dudosa procedencia como el PES.
En 2024, el nuevo PES de Morena fue el viejo PVEM. Ese que ha sido una rémora del poder con tal de mantener su negocio familiar. Al que le dio igual aliarse con el PAN o con el PRI. El que se junta con quien tiene el poder para conservar su rebanada del pastel presupuestal que ha usado, incluso, para violar las leyes (acuérdense de Galilea, Araiza y otros influencers orgánicos).
Ese mismo Partido Verde que ni es verde ni es partido -aunque digan lo contrario- y que en un acto de chapulineo explícito, por no decir pornográfico y al que los verdes le llamaron “estrategia de política legislativa”, le regaló 17 curules a su dominatrix morenista para que logre absoluto poder en el la Cámara de Diputados. Ese mismo grupo de niños ya entrados en años que organizaron campañas orgánicas pagadas a influencers violando toda regla y ley electorales. Ese mismo partido del ‘tucán’ que mantiene entre sus filas a personajes que, hace dos minutos, lanzaban insultos y acusaciones contra -el entonces opositor y peligro para México- Andrés Manuel López Obrador.
Esas prácticas propias del priismo de antes están más vigentes que nunca, al tiempo en que sus creadores PRI y PAN, mueren de inanición y de horfandad.
Los nombres de la clase política que hoy acompañan al ‘segundo piso’ de la ‘cuarta transformación’ tienen integrantes que en otros tiempos hubieran sido rechazados solo de mencionarlos por quienes ahora los ungen como aliados y compañeros del movimiento transformador.
Eruviel Ávila, Javier Corral, Alejandro Murat, Manuel Velasco, Jorge Carlos Ramírez Marín, por citar solo a algunos.
Bastó con ver el posicionamiento del PVEM, ayer en la instalación del Congreso General, cuando su coordinador en San Lázaro, Carlos Puente, sostuvo que “el partido Verde ha sido respetuoso de las leyes y de las instituciones, facilitador de acuerdos y comprometido con las causas sociales”. Ese mismo personaje que chapulineó del sector privado al sector público y de regreso. ¿Recuerdan? Sí, trabajó para Tv Azteca de 1994 al 2000, luego para la presidencia de Vicente Fox del 2000 al 2001, regresó a la televisora del Ajusco de 2001 a 2003 y otra vez al gobierno de Fox de 2003 a 2005. Al año siguiente se aprobó en el Congreso la polémica Ley Televisa.
“¡Fuera máscaras!”, ha vitoreado una y otra vez AMLO. Sí, pero solo refiriéndose a sus enemigos. Con los suyos es de vista gorda. Con él mismo le hace igual. Porque reunir a ‘comunicadores independientes’ para agradecer su trabajo, porque vitorear a su sucesora y llevarla de la mano a sus giras, porque sostener que el sistema de salud de México ya es mejor que el de Dinamarca y un largo etcétera, no es quitarse la máscara. Es pecar de soberbia en la victoria.
López Obrador no es buen perdedor. Para muestra, sus derrotas electorales en 1988, 1994, 2006 y 2012. Pero tampoco es un buen ganador, aunque lo parecía por un momento. Hoy, a un mes de dejar la silla del águila, le ha dado turbo a su personalidad radical y polarizador. Es política, pero es también soberbia y arrogancia. Dos valores que durante casi todo el sexenio atribuía exclusivamente al bloque conservador autor de cuanto complot exista en su contra.
Ayer, en pleno 1 de septiembre que -según esto- había dejado de ser el día del presidente, el senador morenista Ignacio Mier reveló ese deseo guinda de convertirse en el nuevo tricolor. Lo hizo en su respuesta a Noemí Luna, coordinadora de la bancada del PAN: “Coincido en que ustedes son oposición. Y espero verlos así por muchos sexenios más”.
Ayer, en pleno 1 de septiembre, vimos otra vez a una secretaria de Gobernación, más que como responsable de la política interna del país, como la próxima presidenta nacional de Morena.
Te pareces tanto a mí
Que no puedes engañarme
Nada ganas con mentir
Mejor, dime la verdad
Sé que me vas a abandonar
y sé muy bien por quién lo haces.
Y eso que Juanga era priista… por conveniencia fiscal.
Nota: Los espacios de opinión son responsabilidad del articulista
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