Columna | Al Aire: Los relámpagos de “El Mayo” en agosto

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Enrique Hernández Alcázar

Suena paródico y satírico, muy al estilo de Jorge Ibargüengoitia quien, en su primera novela (Los relámpagos de agosto, 1964), una demoledora sátira de la última fase de la Revolución mexicana y de la conformación de la clase político-militar de nuestro país. El origen del PRI, pues.

Si Jorge Ibargüengoitia viviera, de Badiraguato escribiera. Seguro. Tendría material de sobra. hoy que vemos sobre la mesa versiones tan encontradas, desinformadas, sesgadas y acomodadas de todos los actores involucrados en el caso del extraño viaje de Ismael Zambada García y Joaquín Guzmán López a El Paso, Texas, donde fueron asegurados por el FBI y la DEA.

Apenas el sábado pasado, la carta revelada el abogado de ‘El Mayo’ puso en severos aprietos al gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, y al propio presidente Andrés Manuel López Obrador. Si bien dice el tabasqueño que “la calumnia, cuando no mancha, tizna”, hoy no sabemos si son mentiras o medias verdades los dichos de Zambada. Insisto, ya son demasiadas versiones y datos imprecisos o escuetos los que ha compartido la prensa local, la prensa internacional y los propios gobiernos de México y Estados Unidos.

Con todo y lo erráticas que ha sido la información de funcionarios mexicanos y estadounidenses, los afines y alfiles de la 4T ya comenzaron a escribir su narrativa -al más puro estilo del prianismo calderonista-peñista-: “¿cómo pueden hacer válidas las declaraciones de un criminal?”. Igualito como lo hicieron los conservadores en el poder cuando los nombres de Felipe Calderón, Genaro García Luna y Enrique Peña Nieto brotaron en el juicio contra ‘El Chapo’ Guzmán y en el proceso contra el exsecretario de Seguridad de Calderón.

¿A poco no sería una delicia literaria que Jorge Ibargüengoitia escribiera hoy sobre Badiraguato? Imagínense: una novela sobre la tierra nacional en donde se cruzan las vidas de los políticos y los narcos Tendría mucho material para escribir sobre el sexenio de los abrazos sin balazos, la autollamada cuarta transformación y el momentazo político que vive México.

Si “Los relámpagos de agosto” marcaron la aparición del estilo de Ibargüengoitia, el reverso humorístico de la novela de la revolución basada en hechos reales y conocidos, aunque con protagonistas imaginarios y una trama se va por el lado chusco de la vida y obra de un militar en retiro que es invitado por el presidente electo a formar parte de su gabinete, que observa una rebelión entre los caciques posrevolucionarios, que cayó en la desgracia con la muerte repentina de ese mandatario a punto de iniciar su presidencia y que, en su ocaso, dicta sus memorias a un escritor con el fin de limpiar su reputación.

Y seguro empezaría por Badiraguato. Ese río de cerros, lingüística y geográficamente que se incrusta a las faldas de la Sierra Madre Occidental y cuya etimología híbrida (cahita y purépecha) sostiene que la palabra Badiraguato proviene de los vocablos ‘ba’ (agua, arroyo o río), ‘dira’ (muchos) y ‘huato’ (cerro). Una ciudad, cabecera del municipio del mismo nombre que apenas rebasa los 26 mil habitantes, según el Censo 2020 del INEGI.

Si aquella primera novela de Ibargüengoitia sirvió para narrar el desastroso nacimiento de la democracia en un país asolado por la injusticia, el abuso de poder y la traición, imagínense que Don Jorge regresara del más allá y se pusiera a escribir sobre el final de la democracia en un mundo asolado por el narcotráfico, la trata de personas, el calentamiento global y la corrupción imparable, todo mezclado con las frases folclóricas al estilo AMLO o Rocha Moya (como su malograda comparación entre adicciones, discapacidad y homosexualidad.

La realidad supera la ficción.

Y la ficción puede poner en su lugar a esa realidad.

 

 

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