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El país boliviano atraviesa una profunda crisis de condiciones laborales. Prácticamente toda su población tiene trabajo informal y la cifra parece imposible de bajar: la más alta de todo el mundo…
Hace unas semanas, la Ministra de Trabajo, Verónica Navia, dio una conferencia de prensa y aseguró que la tasa de trabajo informal en Bolivia es generada por la propia empresa privada. “Esta informalidad que la genera el propio empleador o empresario privado es la que nosotros estamos en la obligación de combatir, y a la que volcamos toda nuestra labor. Somos el país con la menor tasa de desocupación, eso es reflejo, precisamente, de nuestro modelo económico en Bolivia, pero hay que ver las condiciones”.
Tras esas palabras, la respuesta no tardó en llegar. La Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) presentó un comunicado y devolvió el mensaje: “Pretender responsabilizar a los empresarios privados por esta grave realidad social y económica no sólo es injusto, sino inaceptable. Bolivia tiene un problema estructural de larga data que se profundiza por la informalidad económica y los desequilibrios en las políticas salariales que dificultan la creación…”.
Entre mensajes cruzados, el dato que atraviesa a Bolivia es aplastante. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentó un informe y marcó que ningún país del mundo tiene tanto trabajo informal como Bolivia. El informe se hizo en base a la estadística de todo el 2023 y demostró que el país cuenta con un 80,8 por ciento de trabajo informal; es decir, solo 2 de cada 10 trabajadores bolivianos tienen en un trabajo formal.
“Esta situación se vio exacerbada por la pandemia y la destrucción de puestos de trabajo impulsó a muchas mujeres a emprender, incluso de forma informal, en actividades vinculadas a manufactura, comercio, restaurantes y servicios”, añade el informe de la OIT.
Además del dato frío y contundente, si se desmenuza el análisis, la conclusión es peor. Si se calcula a los ciudadanos con contratos registrados en el Ministerio de Trabajo, con beneficios sociales, cobertura de salud, estabilidad laboral y otros factores, solo un 5 por ciento de la población laboral de Bolivia tendría un empleo formal y de calidad.
La tendencia es que en Latinoamérica hay mucho trabajo informal. De acuerdo al OIT, a Bolivia lo siguen Perú con 73 por ciento, 53 por ciento en México, 47 por ciento en Argentina, 35 por ciento en Brasil y 26 en Chile.
La particularidad de este fenómeno es que una gran parte de los trabajadores bolivianos son autoempleados o trabajan en micro emprendimientos. Esta es la forma de evitar la formalidad debido a los costos y trámites asociados, así como a la falta de acceso a financiamiento y asistencia técnica que faciliten la formalización.
El pedido de gran parte del arco político es reducir los costos y la complejidad de los trámites para la formalización, creando ventanillas únicas y servicios en línea que agilicen los procesos. Además, se buscaría ofrecer incentivos fiscales a las micro y pequeñas empresas que se formalicen.