COLUMNA | Al Aire: Rosa Icela, mi error y un reclamo sesgado

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Quizá fue mi error no contextualizar, tal vez tuve muy mal timing y, sin duda, una falta de perspectiva de género. Por eso, desde esta columna ofrezco una sincera y honesta disculpa a Rosa Icela Rodríguez.

No voy a citar el ‘hilo’ que publiqué ayer en mi cuenta de ‘X-Twitter’ -a unas cuantas horas de que Claudia Sheinbaum anunció que Rodríguez será la próxima Secretaria de Gobernación- porque sería repetir esos mismos fallos.

Lo que también ocurrió, como suele suceder en la red social propiedad de Elon Musk, es que muchas personas, militantes y simpatizantes de la 4T, bots y trolls que ayer me hicieron notar lo sucedido en diferentes tonalidades y rangos, no se percataron siquiera que el mentado ‘hilo’ no era de mi autoría, aunque la fuente original de publicación está citada al final: una nota firmada por la redacción de Eme Equis en su sitio web publicada el 24 de abril de 2024 titulada “El expediente Rosa Icela: carrera a prueba de resbalones en la 4T” (https://m-x.com.mx/secretos/el-expediente-rosa-icela-carrera-a-prueba-de-resbalones-en-la-4t/).

Y como no soy de plástico, sentí la obligación de reflexionar ante lo sucedido. Sobre todo, porque creo personalmente en el proceso de deconstrucción de las masculinidades tóxicas y patriarcales en donde no cabe la perfección absoluta ni el pensamiento único, pero en el que debe ser bienvenida la rectificación inmediata y sincera para seguir esa ruta. Para intentar no cometer los mismos errores. Para no repetir los mismos prejuicios.

Por eso me gusta el diálogo abierto y directo. Como cada vez que mi querida y admirada Marta Lamas acepta platicar y hasta coquetear intelectualmente conmigo en la radio (https://wradio.com.mx/programa/2019/08/15/el_weso/1565831718_144904.html). O cada vez que invito a la diputada Ana Francis Mor, a quien admiro, respeto y siempre le aprendo, para platicar sobre violencia vicaria (https://wradio.com.mx/programa/2022/11/23/el_weso/1669176280_937358.html) o cualquier otro tema con perspectiva de género o de interés para la comunidad LGBT+ y que -por cierto- ayer me escribió para decirme en público: “Ahora sí te viste muy misógino, amigo. Gacho”. Gracias Ana Francis, tu mensaje -específicamente- me sacudió.

La lucha feminista -en la que creo que no existe un sola corriente o posición feminista- obligó ya a un cambio cultural de fondo en México. Ya puso de cabeza al patriarcado. Logró dar voz, sin timidez, a una diversidad incontable de intelectuales, políticas, luchadoras sociales, maestras, abogadas, comunicadoras, cabareteras, cantantes, cineastas, científicas y un largo etcétera. Abrió la puerta a debates feministas sobre la propia feminidad. Logró debates que antes lucían imposibles, como la colaboración regular de la propia Martha Lamas y las “Católicas por el derecho a decidir” en el programa El Mañanero conducido por ‘Brozo’ en el canal 4 de Televisa.

Pienso que dichas causas feministas son un logro esencialmente de las mujeres. Pero también creo que es una responsabilidad marginal, tangencial y colateral de los hombres. Para acompañar, impulsar y revolucionar las conciencias de otros hombres. No para autoproclamarnos como “aliados”, ni para buscar la validación de las feministas o simplemente para llenarnos de testosterona egocéntrica. No. Lo creo necesario para poder reconocer lo que somos (y lo que no somos), para trabajar desde ese punto de autoconocimiento y contribuir a que las brechas de género, las violencias de género y las discriminaciones de género disminuyan y algún día puedan ser cosa del pasado.

En 2013, tres años después de la muerte de Carlos Monsiváis, Martha Lamas me platicó en la cabina de W Radio sobre la selección y el prólogo que hizo para el libro “Misógino Feminista”, con textos del propio Monsi. Además del título provocador, en sus páginas encontré algo increíble: la posibilidad de coexistencia entre el autorreconocimiento del machismo preexistente y el apoyo incondicional a la agenda de las mujeres. Este fragmento (conste que es cita textual, no vaya a ser la de malas) me parece fundamental y sin desperdicio:

En la revista debate feminista pedimos a nuestros colaboradores que escribieran su propia ficha autobiográfica. En su momento, Carlos Monsiváis se describió a sí mismo (en tercera persona) diciendo: “Alterna su misoginia con una encendida defensa del feminismo”. En efecto, Monsiváis era un verdadero oxímoron: un misógino feminista. No es raro que solamente fueran cinco mujeres —Rosario Castellanos, Nancy Cárdenas, Simone de Beauvoir, Susan Sontag y Frida Kahlo— a quienes consagrara un texto. Sé que quería escribir sobre Elena Poniatowska, su gran amiga y la única capaz de regañarlo, y Jean Franco, a quien quería y admiraba. No le dio tiempo. Su partida fue prematura, porque aún tenía mucho que dar a este México, tan necesitado de sus inteligentes y valientes intervenciones.

No soy de los que justifican sus errores culpando al sexenio pasado. O de los que, ante la falla propia, embarran a sus community managers. Nadie maneja mis redes sociales. Todo lo que publico es de mi entera responsabilidad. No tengo asistentes, ni ayudantes, ni becarios. Tampoco soy de los que juran que “me hackearon la cuenta”. Pero tampoco soy de los que tiran la piedra y esconden la mano. O de los que atizan la misoginia de sus adversarios, pero que son ciegos ante el machismo de los suyos.

? “Ya te ganaste el hate del futuro sexenio. Aguas”, me escribió una querida colega vía WhatsApp.

? “Como con Fox, Calderón, Peña, AMLO…”, le respondí en el chat.

Me lo dijo para avisarme que Iván Escalante (considerado por algunos analistas como candidato a la vocería de la futura presidenta Claudia Sheinbaum) posteara desde su cuenta en ‘X-Twitter’ una respuesta ante mi citado ‘hilo’:

La violencia de género desde el “periodismo objetivo”. Para este lector de noticias una mujer no puede alcanzar espacios de poder significantes si antes no fueron “niñeras de”, “novias de”, “acompañantes de”, “asistentes de”. Patética reflexión.

Rosa Icela es una de las políticas más sólidas de los últimos 20 años. Con pruebas y resultados.

Respeto su opinión. Pero me suena convenenciera y sesgada. Porque no recuerdo tal vehemencia e indignación cuando el “humanista más feminista de la historia” cometió violencia política en razón de género. Ahí, puro silencio.

Deseo que en el futuro no se justifiquen las violencias género desde la trinchera partidista. Que no se maquillen a la baja las cifras de feminicidios por conveniencia política. Que los vatos en el poder no descalifiquen a las morras por vender gelatinas o tamales. Que ningún funcionario de élite ponga la mano sobre la cabeza de una mujer del gabinete como señal de superioridad. Que no se diga que una presidenta será siempre títere de un expresidente. Ojalá.

Lo bueno es que solo soy un lector de noticias y no el presidente de la República. Si no, qué escándalo, ¿no?

P.D. Muchas gracias al equipo de Rosa Icela Rodríguez por enviarme anoche mismo el CV de la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana para ampliar mi perspectiva del tema. Un abrazo.

 

 

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