Las voces de la diversidad

En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, la voz, ese elemento tan intrínseco a nuestra humanidad, ha tomado un nuevo significado.

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David González Natal, socio y director General de LATAM Norte LLYC

En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, la voz, ese elemento tan intrínseco a nuestra humanidad, ha tomado un nuevo significado. Tradicionalmente, la voz ha sido una herramienta de comunicación, identidad y, desafortunadamente, de discriminación. Lo que ha llevado a que, en la era de la inteligencia artificial, esta misma voz se haya convertido en un eco de los sesgos y prejuicios de nuestra sociedad. La pregunta crucial es: ¿por qué se produce ese eco y de quién depende transformarlo?

La discriminación basada en la voz no es un fenómeno nuevo. A lo largo de la historia, la forma en que hablamos ha sido utilizada para juzgarnos, categorizarnos y, en muchos casos, discriminarnos. Los acentos, los tonos y las entonaciones pueden ser indicadores de nuestra procedencia, nivel educativo y hasta de nuestra identidad de género. Esta discriminación que puede ser calificada como ´sutil´ por algunos, ha perpetuado desigualdades y ha limitado oportunidades para personas pertenecientes a colectivos o grupos minoritarios,  entre ellos, la comunidad LGBTIQ+.

Con la llegada de las voces artificiales y los asistentes de voz impulsados por IA, se presenta una oportunidad única para enfrentar y superar estos prejuicios, ya que las voces artificiales pueden ser diseñadas para ser inclusivas y diversas, eliminando así las barreras que han existido durante tanto tiempo. Sin embargo, muy a menudo se están convirtiendo en un simple eco de los estándares cis-heteronormativos de lo que se considera como una voz ´normal´.

Es crucial entender que, contrariamente a la creencia común, la inteligencia artificial no es inherentemente discriminatoria. La IA es, en esencia, un reflejo de los datos con los que es entrenada. Aprende de la información que le proporcionamos, información que hasta hace poco estaba impregnada de nuestros propios prejuicios y sesgos.

Esta es la razón por la que desde LLYC lanzamos Free The Voices, el primer banco de voces sintéticas diversas que se ha creado con la donación de más de 250 muestras de voz del colectivo LGBTIQ+ en 12 países para configurar hasta 5 voces generadas por IA. Este proyecto, lanzado en el marco del mes del orgullo, demuestra que la verdadera revolución de las voces artificiales no radica solo en la tecnología en sí, sino en cómo decidimos utilizarla. Tenemos en nuestras manos la capacidad de elegir entre dos caminos: permitir que la IA siga siendo espejo de nuestras fallas como sociedad o aprovechar su potencial para construir un futuro más inclusivo en el que esta herramienta pase de generar un eco de nuestras fallas a un eco de la diversidad que nos represente a todos. Esta decisión no es trivial, y requiere un esfuerzo consciente y coordinado de todos los actores involucrados, desde desarrolladores y empresas tecnológicas hasta reguladores y usuarios finales.

La voz es un elemento poderoso que puede ser utilizado tanto para discriminar como para empoderar. La inteligencia artificial, con todas sus promesas y desafíos, nos ofrece una oportunidad única para eliminar los sesgos y construir una sociedad más inclusiva. La verdadera pregunta es: ¿estamos dispuestos a asumir la responsabilidad y actuar en consecuencia? La responsabilidad de impulsar una diversidad de voces en un mundo cada vez más digital es nuestra y no de las máquinas.

 

 

 

 

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