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IQ Financiero
Claudia Villegas
La migración y el impacto de los desastres naturales son dos de las consecuencias más directas del cambio climático. Antes, la pandemia nos demostró que la irrupción del ser humano en los ambientes reservados a la naturaleza puede costarnos cada día más.
Otis, que de tormenta tropical evolucionó a un feroz huracán de intensidad 5, nos demuestra que no podemos seguir con las mismas prácticas depredadoras de la naturaleza. Para muchos analistas, la pandemia y el llamado encierro de la globalización nos dio una oportunidad porque los meses de confinamiento sirvieron para confirmar que la movilidad y el intenso consumo sí pueden frenarse.
Lamentablemente regresamos a la “normalidad” y, con ello, también recuperamos las grandes amenazas económicas, pero bajo una lupa que nos permite mirar los factores internos que las determinan.
Para empezar, en los países de América Latina el crecimiento y el desarrollo de sus modelos económicos ha estado determinado por la carga de su deuda. Así, se cumple al pie de la letra: mayor transferencia al exterior de recursos para el pago de pasivos menor crecimiento interno. Recientemente observamos con tristeza el caso de Argentina, en donde su proceso electoral está determinado por las propuestas que ofrecen las dos plataformas políticas frente al manejo de la deuda externa. Entre acusaciones de colusión con los prestamistas internacionales, en especial con el FMI, Argentina vive un complejo periodo electoral. Fue la pandemia y los viejos acuerdos lo que elevó la deuda en Argentina de manera desproporcionada y se han convertido en un claro ejemplo de cómo la dependencia al dinero de los acreedores se convierte en un dique para cualquier proyecto de gobierno. Antes, Yanis Varoufakis, cuando era el responsable del Ministerio de Finanzas de Grecia, nos dijo que el Minotauro Global, la Reserva Federal, absorbe a países enteros a través de sus deudas. Grecia estuvo a punto de declararse en moratoria y convertirse en el deudor rebelde de la Unión Europea. No pensábamos en 2012 que vendría la “excusa” perfecta para endeudarnos: la pandemia.
Y es verdad, la pandemia dejó a países altamente endeudados en medio de una crisis de inflación con tasas de interés al alza. Una verdadera espiral que nos mantienen atados sin desarrollar nuestras economías.
En el inicio de la pandemia, al gobierno de Andrés Manuel López Obrador le pedimos que considerara apoyos, rescates, lo que fuera necesario para salvar al empleo. Estábamos en medio de un shock emocional y preveíamos lo peor. En la Secretaría de Hacienda y Crédito siguieron al pie de la letra las indicaciones del Jefe del Ejecutivo: no habría contratación de nueva deuda para rescates, no se usaría ningún crédito o financiamiento para reducir el pago de impuestos, contribuciones o pagos de seguridad social como dictarían las lecciones neoliberales de Milton Friedman. Quizás es fue el momento clave para afinar el marco y el modelo económico del actual gobierno: la separación de los intereses del gobierno, de los intereses del sector privado.
El shock como modelo y la presión de Otis
Ahora mismo, Argentina y otros países de la región de América Latina viven con severas presiones por la carga de sus deudas. México, para concluir los proyectos de infraestructura del actual gobierno tendría ya aprobada en la Cámara de Diputados, la Ley de Ingresos con un techo de endeudamiento adicional por 1.9 billones de pesos. Esos recursos se destinarían a programas sociales y, por supuesto, al Tren Maya y a la conclusión de la refinería de Dos Bocas. Ahora, sin embargo, el desastre natural que dejó Otis y la necesidad de mitigar esos daños, coloca al gobierno mexicano en medio de una compleja coyuntura luego de que el presidente López Obrador ha dicho que no habrá “límites” para poner a Acapulco de pie.
¿Habrá necesidad de contratar nueva deuda?
Hasta ahora, lo que sabemos es que desde la Secretaría de Hacienda están negociando con la banca multilaterales (Banco Mundial, BID) garantías para que la banca de desarrollo pueda apuntalar los créditos que necesitará el sector turístico.
La clave será, sin embargo, mantener a raya la relación Deuda/PIB de la economía que al tercer trimestre se ubica en niveles inferiores a 50 por ciento.
Mantener a raya a los acreedores ha permitido que el gobierno en turno pueda desarrollar proyectos de infraestructura, pero – sobretodo – el impulso al mercado interno. Se detuvo también esa obsesión por llevar a cabo reformas para abrir a la inversión privada sectores estratégicos como el gas, el petróleo y la electricidad. Así, la transferencia de valor hacia al extranjero y hacia a actores privados se detuvo por primera vez en muchas décadas.
Por ello, esta nueva presión que enfrenta la economía: la reconstrucción de Otis debe pasar por ese mismo tamiz. Esta vez, sin embargo, será más difícil porque el desafío será poner de pie a Acapulco lo más rápido posible porque de esta ciudad depende casi el 70% del PIB de Guerrero.
En su libro La Doctrina del Shock, la canadiense Naomi Klein analiza cómo el huracán Katrina en 2005 permitió que una reforma educativa tuviera lugar en Louisiana transformándolo en un laboratorio para los intereses de escuelas particulares.
En Acapulco veremos, quizás, una reconstrucción acelerada que buscará beneficiar en primer lugar a los grupos más vulnerables y, después, los intereses de los grandes grupos económicos. Todo ello sin poner en riesgo la relación Deuda/PIB que, por ahora, nos ha alejado del shock de cada generación. Veremos. No hay nada escrito.
Premian al documental Caníbal: Indignación Total
El documental mexicano Caníbal: Indignación Total prevaleció en un concurso con casi un centenar de documentales y ayer fue galardonado como Mejor Documental con el Premio Internacional Apoxiomeno, otorgado por el International Police Award Arts Festival (IPAAF), el festival europeo de mayor alcance en la exhibición y premiación de lo mejor del ‘true crime’ y temáticas policíacas.
El equipo detrás de la realización de este documental está conformado por Grau Serra, director; Francisco Casasús, co-productor, quien hoy dirige los estudios de filmación Argos; Manuel Badía, de la casa productora Plétora Productions; y Javier Tejado, productor ejecutivo e investigador del caso.
La investigación periodística reveló el caso de Andrés F. Mendoza quien, emulando al personaje ficcionado de Hannibal, asesinó a cientos de mujeres, burlando a las autoridades mexicanas durante 31 años hasta que la familia de Reyna, su última víctima, lo descubrió.
A partir de este caso, el documental retrata la situación de violencia, impunidad e indiferencia que se vive en México, donde 11 mujeres al día son asesinadas. Evidencia, además, errores en el sistema de procuración de justicia, como la revictimización que sufren las familias.
En la premiación se agradeció a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y al Tribunal Superior de Justicia del Estado de México por su apoyo para transparentar la información de este caso.
Javier Tejado, productor ejecutivo del documental, quien recibió el premio en nombre de todo el equipo de producción destacó expresó el deseo de todo el equipo de que este premio logre fortalecer el compromiso colectivo y global para combatir la violencia de género en todas sus formas.
“Recibo este premio con humildad, en memoria de cada una de las víctimas del asesino serial, del feminicida, cuyo caso es revelado en este documental, esperando que esta producción obligue a las policías en México a actuar más diligentemente, y que también lleve a la sociedad a no callar lo que ve”, añadió.
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