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Piensa mal y acertarás
Por Fernando Martin
Existen 2 caminos que comenzaron en distintos lugares y que se terminarán encontrando el próximo año durante las elecciones presidenciales en Estados Unidos y México, por mencionar algo más regional. Y no es causa del destino que la inteligencia artificial y la política se encuentren, pues el primer deber de cualquier político es conservar el poder (o eso estableció Maquiavelo hace medio siglo), haciéndose de cualquier herramienta para conseguir tal fin como lo fueron las redes sociales con Barack Obama, la televisión a color con John F. Kennedy y el ferrocarril con Abraham Lincoln.
Con la llegada de la inteligencia artificial de la mano de ChatGPT de OpenAI o Bard de Google en los últimos años, por mencionar algunos, nuevos horizontes y posibilidades se han abierto en el campo de batalla “no violento” como se le suele llamar a la política, presenciando en los últimos meses fotos, videos, audios y demás contenido con la finalidad de desinformar y manipular al público elector. La nueva tecnología es como una navaja, una de doble filo que puede tener sus virtudes y sus defectos no originarios, es decir, errores o acciones no atribuidos a la misma tecnología dada su falta de conciencia y la información sesgada con la que se le puede alimentar.
Cuando se les pregunta a ChatGPT o a Bard “¿Cuáles pueden ser los beneficios de la inteligencia artificial en la política?” Salen a relucir aspectos como más transparencia y eficiencia en procesos gubernamentales o la creación de plataformas que permitan mayor participación de la ciudadanía, siendo respuestas en las que coinciden ambos chatbots, pero resulta curioso que sus respuestas también muestran los riesgos en su uso para fines maquiavélicos como sesgar la información, deformarla para desinformar, manipular al público para fines particulares y hasta atentar contra la democracia misma. Ejemplos comienzan abundar, como un reciente video publicado por el Comité Nacional Republicano creado con esta tecnología en respuesta al anuncio del presidente Joe Biden de su intención de buscar la reelección presidencial en 2024.
Ahora bien, en el ámbito nacional y para un tema que no es exclusivo de la política en nuestro país ¿es posible dar más eficiencia a las encuestas electorales? Se suele decir que las encuestas no votan, pero en definitiva son usadas como estrategia política para crear una tendencia en el electorado. Hace un par de días fue tendencia en México una encuesta publicada por un periódico de cobertura nacional donde se le da a Claudia Sheinbaum una ventaja de 30 puntos aproximados sobre su más cercana perseguidora, Xóchitl Gálvez, atribuyéndole a varios partidos políticos un posible porcentaje de participación con el que básicamente perderían su registro ante el INE. Cabe recordar que las encuestas electorales no han sido muy precisas en diversos episodios de la política y, en palabras de ChatGPT y Bard, les suele faltar representatividad en la muestra, no suelen considerar como variable el cambio de opinión en el público votante y/o no suelen incluir aspectos importantes como la capacidad de un partido político de movilizar a sectores de la población el día de la elección ¿increíble o no? Que esta inteligencia artificial pueda analizar ésta última variable como necesaria para obtener encuestas más certeras y precisas, dado que la capacidad de movilización de un partido político ante las urnas el día de la elección es una estrategia que no suele ser bien vista, se le suele llamar “acarreo”, pero es una práctica antigua e inherente a la política de cualquier civilización o sociedad.
Lamentablemente el análisis y eficiencia que puede demostrar la inteligencia artificial en aspectos políticos y gubernamentales se puede encontrar viciado o sesgado, si es que la información con la que se le alimenta cuenta con dichas características. Por sí misma no puede valerse de precisar que ideología política es la mejor, pero si se le alimenta con información donde se le muestre los beneficios del libre mercado sobre una economía cerrada, será lógica su conclusión en pro del primer sistema económico dada su actual incapacidad de ser consciente sobre lo que es bueno o malo. Como una herramienta, está a merced de quien la usa.
El futuro nos alcanzó y quizá el papel de la inteligencia artificial en los procesos electorales en Estados Unidos y México para el 2024 no sea tan claro, pero la humanidad ya ha podido presenciar el potencial de herramientas relacionadas con la IA de forma reciente ¿o ya no se recuerda el caso de Cambridge Analytica y el uso de la big data en beneficio de cierto candidato y/o grupo político? La oportunidad está ahí y como elector se debe estar lo suficientemente informado sobre el potencial de la inteligencia artificial, más si se es usuario de las redes sociales, para poder emitir un voto de forma más responsable. La clase política lo sabe, ve la oportunidad, conoce el potencial y lo usarán bajo un nuevo grito de batalla que deje a “¡benditas redes sociales!” en el pasado.