Neuropoder y tecnophármakos: Capitalismo adictivo y banal

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“La batalla por las mentes se peleará en la arena de video”.
Videodrome (Cuerpos invadidos, 1983).

Por Fernando Ruiz Molina y Eloy Caloca Lafont

En la actualidad, distintos grupos de poder, tales como industrias, emprendedores, influencers, creativos y agrupaciones políticas, no solo buscan promover un mensaje, sino que han encontrado estrategias para incidir en nuestras experiencias más cotidianas con el fin de posicionar hábitos, consumos, formas de pensar y estilos de vida. Así, las organizaciones de mayor rendimiento y expansión invierten en inteligencia de datos para monitorear el éxito de sus conceptos o productos en Internet, tomando en cuenta: la circulación digital de publicidad multimedia; las controversias de moda; los temas o noticias que provocan humor, indignación o morbo —los trends o trendings—; y las emociones e interacciones más populares en línea. Sin embargo, los objetivos de las élites van más allá del marketing, porque, además de conocer a sus públicos conectados, innovan tácticas para enganchar a las y los usuarios mediante discursos, estéticas y diseños que despiertan la atención, demandan interacciones o expresiones, y garantizan el tiempo ante pantalla.

Para el filósofo francés Bernard Stiegler, la búsqueda de control social por parte de varias asociaciones de orden político, comercial o cultural recibe el nombre de neuropoder, y se centra en crear narrativas altamente seductoras que se vinculan con las aspiraciones, temores, placeres, vergüenzas o fantasías de diversas comunidades. De este modo, el capitalismo deja de limitarse a la oferta y demanda de bienes, causas o servicios, para apelar a la formación de afectos y efectos; es decir, sensaciones, percepciones y sentimientos que generan necesidades, motivan comportamientos y abren nuevos mercados.

Por lo anterior, podemos decir que el neoliberalismo, que promovía el uso de las telecomunicaciones o las redes sociodigitales para fomentar el consumismo y la privatización, hoy se ha convertido en un neurocapitalismo, capaz de alterar las mentes y los sentidos comunes, así como en un narcocapitalismo que convierte cualquier actividad, dentro o fuera de la Red, en una especie de droga o adicción potencial. No obstante, el atractivo de las nuevas mercancías e intercambios no sería posible sin tecnologías que fomentan dinámicas farmacológicas desde su concepción. Esto es, la dosificación de incitaciones o estímulos de corto plazo que pueden ir, desde la diversión y la risa, hasta la sorpresa, el alivio, la excitación o la curiosidad.

Toda tecnología digital corporativa y actual puede definirse como un tecnophármako. Este concepto parte del término griego phármakon (????????), que es, a la vez, remedio, anabólico o sedante; sin embargo, al unirse al prefijo tecno-, remite a un ensamblaje de infraestructuras, dispositivos, interfaces, contenidos y modos de uso, que captura a cualquier persona e interviene en sus nociones del entorno y de sí misma, interviniendo en aquello que desea, rechaza o valora.

El reloj inteligente que cuenta los pasos al salir a correr; las apps de comercio electrónico, citas románticas, finanzas personales y multijuegos en línea; la pornografía digital; las notificaciones de nuevos mensajes; y las plataformas donde subimos fotografías y microtextos, o en las que consultamos carretes o reels de videos cortos y atractivos, son ejemplos de tecnophármakos. Por ello es tan difícil desengancharse; se trata de tecnologías amigables, lúdicas e insertas en nuestras labores, relaciones afectivas, comunicación diaria y ocio.

Desde Tlatelolco LAB, laboratorio digital del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la UNAM, les invitamos a reflexionar críticamente sobre los tecnophármakos en el marco del último capitalismo. Usemos estas tecnologías con responsabilidad, priorizando nuestro bienestar y autonomía.

Fuentes

Bernard Stiegler (2019). The Age of Disruption. Technology and madness in computational capitalism. Polity.

Bernard Stiegler (2020). Nanjing Lectures 2016-2019. Open Humanities Press.

Joshua Neeves, Aleena Chia, Susanna Paasonen y Ravi Sundaram (2022). Technopharmacology. University of Minnesota Press, Meson Press.

Semblanzas

*Fernando Ruiz Molina es sociólogo, filósofo y doctor en comunicación y política, experto en piraterías, estudios culturales y tecnologías digitales. Es becario posdoctoral de CONAHCYT e investigador en Tlatelolco LAB (PUEDJS-UNAM).

*Eloy Caloca Lafont es internacionalista, filósofo y doctor en humanidades, experto en infraestructuras digitales, posmarxismos y tecnopolítica. Es investigador por CONAHCYT en Tlatelolco LAB (PUEDJS-UNAM) y profesor en la FCPyS de la UNAM.