Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 55 segundos
IQ Financiero
Por Claudia Villegas
En niveles de 16 pesos – impensables para muchos – el tipo de cambio del peso frente al dólar desafía los pronósticos más pesimistas que no sólo auguraban un ajuste brusco sino hasta una devaluación en niveles superiores a 20 pesos.
La noticia es que la mayoría de los pronósticos descartan que ese nivel se alcance este año. Aún más, ni siquiera lo observan en 2024.
Incluso, ante el ingreso de inversión generada por la relocalización de cadenas productivas, los analistas de Citibanamex estiman que el peso seguirá acumulando fortaleza. Además, aseguran que la expectativa de que el Banco de México ya llegó a sus niveles máximos en la tasa de referencia luego de lograr un incremento de más de 600 puntos bases, también contribuirán a que el tipo de cambio se mantenga en niveles inferiores a 20 pesos. No se esperan más incrementos en las tasas de interés.
Sin embargo, acostumbrados como estamos a los ajustes bruscos del tipo de cambio, la fortaleza del peso nos parece sospechosa y hasta peligrosa.
¿Qué está pasando?
Los hechos: el peso mexicano es ya una de las divisas más líquidas de entre las naciones emergentes. El nivel de transacciones de nuestra moneda se compara ya con las que se realizan con el dólar singapurense y la rupia de la india. La desdolarización está en marcha y el peso está en medio de la reconfiguración e impacto para el dólar estadounidenses.
El gobierno de la India, por cierto, busca impulsar el comercio en rupias en una acción coordinada con Rusia y harán todo por lograrlo. Lo mismo sucede con China, a pesar de los esfuerzos del gobierno estadounidense por reducir la presión. Mientras tanto, México recibe dólares por remesas e inversión extranjera directa.
Así, la liquidez del mercado cambiario mexicano ha generado que en muchas transacciones financieras y hasta comerciales se use el peso como unidad de cambio.
A diferencia de otras épocas, por lo tanto, no son las posiciones extranjeras de inversiones de portafolios (en bonos del gobierno) los que determinan el valor del tipo de cambio. Los dólares no están entrando para invertir en Cetes, a pesar de los niveles tan atractivos que mostraron las tasas de interés. La inversión en bonos es nacional. Los mexicanos están invirtiendo en Cetes.
¿Nos afecta?
Los hechos: la deuda externa se ubica en dólares. ¿Entonces? El pasivo que adeudamos se ajusta a la baja.
Por cierto, desde que inició esta administración las inversiones de portafolios van a la baja. Consistentemente han salido del mercado mexicano. Cifras del Banco de México y de especialistas arrojaron que el saldo de la tenencia de inversionistas extranjeros en deuda gubernamental exhibió al cierre de junio un aumento por 27,100 millones de pesos (mdp), esto es, un incremento mensual de 1.7%. Sin embargo, hasta mayo, las salidas de inversión en este tipo de activos llegaron a 73,100 mdp, por lo que los ingresos del mes pasado no pudieron atenuar los retiros. En otras palabras, no son ya este tipo de inversionistas los que detentan la deuda del gobierno federal. Dicho esto, entonces, la fortaleza del tipo de cambio proviene del ingreso de remesas y de la confianza en la liquidez del mercado mexicano. En otras palabras, se siguen recibiendo dólares vía los envíos que realizan los trabajadores mexicanos en EU y, por supuesto, de la Inversión Extranjera Directa. En muchas partes del mundo se negocia, se pacta y se confía en el peso mexicano para realizar millones de transacciones. No debemos olvidar que este tipo de inversionistas que demandan pesos también toman en cuenta que la relación deuda/Producto Interno Bruto es menor al 50% frente a las posiciones realmente peligrosas de otros países que superan el 100%.
¿La mala noticia?
Dicen los exportadores que todos los días están perdiendo dinero mientras sus costos en pesos aumentaron por la inflación y los cambios en las leyes laborales porque tuvieron que pagar las cuotas del IMSS de trabajadores que mantenían bajo sistemas de outsourcing. Pero, entonces, ¿no sucede lo mismo con sus costos de insumos en dólares?. Lo menciono porque en casi los todos los casos, las empresas exportadoras o ensamblan productos con partes importadas o, en el caso del sector agropecuario, importan fertilizantes, semillas o maquinaria. ¿No tienen – entonces – un efecto compensatorio con el ajuste del tipo de cambio? Al parecer sí pero quieren conservar los márgenes no de su negocio sino el que obtenían cuando el peso se ajustaba frente al dólar. En conclusión, son factores geopolíticos los que cambiaron la relación del dólar con el mundo mientras el peso acumula varios factores que lo transformaron en un insumo para transacciones comericales y no más en un instrumento para especular. Los países altamente endeudados, con inversionistas controlando su deuda, son los favoritos de los especuladores cambiarios. El peso mexicano, al parecer, va de salida del club de la pelea.
La captura de márgenes que afecta a los consumidores
El costo del espectro – la contraprestación que se exige a los concesionarios – estaría ya dañando la competencia y la inclusión digital, de acuerdo con los abogados y expertos del Instituto para el Derecho de las Telecomunicaciones (IDET). Les platico que, si bien desde que se impusieron medidas asimétricas para reduir el impacto de la posición dominante de Telmex, el mercado de servicios de telecomunicaciones logró reducir tarifas para beneficiar al consumidor y se transformó en un factor de deflación (The Competitive Intelligence Unit), ahora el elevado costo del espectro estaría frenando el desarrollo del sector en el momento más inoportuno para la economía. Entendemos que el gobierno federal necesita recursos para continuar con sus políticas sociales. Sin embargo, qué pasaría si confirma que una parte – al parecer muy importante – de los apoyos sociales que entrega a los grupos vulnerables de la población se están invirtiendo precisamente en servicios de telecomunicaciones. Todos en este país queremos estar comunicados y los servicios de telefonía, de Internet, de mensajería y hasta de entretenimiento vía banda ancha y conexión inalámbrica se están convirtiendo en la carretera que mueve a la economía. ¿No sería mejor que el gobierno incentivara y desregulara este mercado? ¿No sería mejor tener a las empresas compitiendo para ofrecer los mejores precios, los mejores productos y hacer crecer el mercado generando empleos y reduciendo esa captura de márgenes? ¿No sería mejor que, finalmente, se exigiera al actor preponderante que cumpliera las obligaciones de su título de concesión y ofreceria el servicio que nos debe en las zonas más pobres del país? Por cierto, quizás las autoridades del IFT y los legisladores que insisten en esta captura de márgenes deberían valorar cómo cambiará el mercado la presencia de Starlink del magnate Elon Musk. En fin, también deberían valorar el factor T-MEC porque sabemos que la configuración del mercado de las telecomunicaciones (cobro de espectro y, por supuesto, el factor Altan) tiene muy preocupados a los funcionarios de la Oficina de la Embajadora Tai. Cuestionon de pensar, dicen por allí, fuera de la caja.