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Piensa mal y acertarás
Resulta irónica la interpretación que varias personas le pueden dan a la célebre frase de la política mexicana “el que se mueve no sale en la foto”, atribuida al entonces poderoso líder sindical de la CTM, Fidel Velázquez, y más por aquellas personas de las cuales se tiene la creencia de su genialidad para la política como se le suele atribuir al presidente Andrés Manuel López Obrador. Si bien cualquier “mundano” puede darle una interpretación literal a la célebre frase, esforzándose por encontrar cabida en un lugar arriba de los estrados o escenarios en los mítines políticos, o buscando desesperadamente un lugar en la primera fila de asientos, esa reservada a la “crema y nata” de los que militan y/o simpatizan para determinado instituto político, ha parecido que las llamadas “corcholatas” del presidente han adoptado tal interpretación literal. Pero resulta irónico, dado que la frase hacía referencia a que cualquier aspirante durante el régimen priísta del siglo XX debía mantenerse quieto y disciplinado hasta el momento en que resultara “ungido” por el gran elector (llámese así a cualquiera de los presidentes en turno), pero es de conocimiento de la generalidad que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha utilizado su posición como titular del Poder Ejecutivo para estar en una constante campaña política, fría o silenciosa, descarada o utilitaria, dependerá de si se es opositor o simpatizante, y en ese afán de seguir dicha estrategia, su cálculo político lo ha llevado adelantar la sucesión presidencial. Sus “corcholatas” así lo han entendido y han planteado estrategias políticas con el fin de “llenar el ojo” al señor presidente, intentando llamar la atención casi a cualquier costo y minando poco a poco el poder de decisión del titular del Ejecutivo sobre la sucesión: que el ex canciller Marcelo Ebrard “obligara” a los demás aspirantes a renunciar a sus puestos en busca de “piso parejo” presentando primigeniamente su propia renuncia, adelantándose quizá a los deseos del presidente, o que este último pusiera bajo el escrutinio público a su amigo de la infancia, Adán Augusto López, al nombrarlo “corcholata”. Si no fuera así ¿no hubiera sido el presidente quien planteara más adelante la renuncia de los interesados en sucederlo marcando la pauta? ¿No hubiera permitido que la imagen del ex secretario de gobernación se desgastara antes de tiempo? O de la propia imagen de la ex jefa de gobierno de la Ciudad de México, la Dra. Claudia Sheinbaum.
Anticipar la sucesión presidencial le ha atraído y le traerá al señor presidente diversas decisiones que quizá no tenía contempladas. Hasta hace un par de semanas, la senadora Xóchitl Gálvez no aparecía en la carrera al grado de incomodar al partido en el poder o cuestionar si la postura del partido Movimiento Ciudadano de no ir en alianza, era la correcta. En una campaña hipotética donde la Dra. Sheinbaum se enfrentara a la senadora Gálvez, pone en duda a varios si la ex jefa de gobierno podrá con la recientemente vertiginosa aspirante de la oposición, aún entre militantes y/o simpatizantes del partido en el poder. La aparición en el mapa político de la senadora Gálvez ha cambiado algunos aspectos, entre ellos el hecho de que es una aspirante que podrá llevar a su favor a sectores indecisos y/o moderados, aparte de los tradicionalmente declarados de derecha o conservadores. La Dra. Sheinbaum es apoyada principalmente por sectores más radicales de MORENA, mismos que desdeñan al ex canciller Marcelo Ebrard por considerarlo más moderado. Ante una conjunción de una candidata de oposición proveniente de orígenes humildes, de centro- derecha, apoyada por un bloque opositor, capaz de atraer a moderados y conservadores, y con un carisma que puede eclipsar a la Dra. Sheinbaum, obligaría al señor presidente a considerar seriamente optar por un moderado de izquierda como el ex canciller que presentaría más “batalla” a la posible candidata de la oposición, atrayendo igualmente a sectores indecisos y/o moderados del público elector. Si sigue en tela de juicio del presidente optar por el ex canciller, es algo que posiblemente seguirá por el resto de sus días, independientemente del resultado.
Una de las estrategias a las que podrá optar la aspirante de la oposición y, quizá en su momento, la candidata presidencial, será entrar en el debate nacional directamente con el presidente, desdeñando o dejando en segundo plano hasta cierto punto, al que resulte candidato o candidata por el partido oficialista dada la capacidad del señor presidente de llevar la narrativa de la vida pública del país, por lo que el resultado de las elecciones presidenciales en el 2024, tanto para el partido en el poder como para el bloque opositor dependerá, en gran medida, de lo que haga o deje de hacer Andrés Manuel López Obrador.
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Escritor y colaborador de XOY Capital.