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Claudia Villegas
El Seguro Popular ciertamente tenía muchas fallas o áreas de oportunidad como dirían algunos, era un sistema plagado de corrupción, principalmente en la forma en que se operaba en algunos Estados, donde, poco a poco, fue convirtiendo en la caja chica de sus gobernadores.
Esa corrupción fue la razón (plenamente justificada-, aunque no demostrada), por la que, de un día a otro, y sin prever las consecuencias, se tomó la decisión de desaparecer al Seguro Popular.
El Seguro Popular, recordemos, no tenía hospitales, en realidad fue un ente financiero, a través del cual se debió brindar o haber brindado los recursos necesarios para la atención médica a quienes, hasta ese momento, nunca habían contado con seguridad social. El proyecto era muy ambicioso a la vez que simple, debía haber operado como cualquier seguro de gastos médicos en el mercado, con la diferencia que el usuario, pagaba solamente una muy pequeña cuota y el resto lo financiaba el estado mexicano, sin embargo, se fue pervirtiendo en su operación y termino llevando beneficio solo a unos cuantos.
Recordemos también que el Seguro Popular, al no contar con hospitales propios, lo que hacía era pagar los tratamientos contenidos en el entonces Catálogo Universal de Servicios de Salud (CAUSES) a los hospitales de la Secretaria de Salud del Estado que correspondiera.
El Seguro Popular pagaba tratamientos -incluidas algunas medicinas- a un costo acordado como parte de los tratamientos que prestaban los hospitales de los Servicios de Salud de los Estados, o entes -empresas- privados subcontratados por esos servicios de salud de los estados: así funcionó desde que nació hasta que murió.
Estaba muy limitado su alcance, pero era la única opción de recibir tratamientos y medicamentos para determinados servicios básicos, como algunas cirugías y partos, y que avanzó, hay que mencionarlo, en financiar la atención de algunas enfermedades que se denominaron “enfermedades catastróficas”, como algunos tipos de cáncer, que muchos mexicanos padecían y siguen padeciendo, y que fue -este “mecanismo”- su opción de lograr ser atendidos: millones de personas así tuvieron atención médica. Atención que casi nunca brindó la antigua Asistencia Pública.
El Seguro Popular, como otras instituciones en este sexenio, fue desmantelado, sin tener en ese momento, una alternativa viable para la atención de los pacientes, dejando a muchos de ellos sin tratamiento durante algún tiempo. Lo avanzado se perdió, lamentablemente.
Hola INSABI. Adiós INSABI
De forma abrupta y apresurada, se creó el Instituto de Salud para el Bienestar, el cual prometía una cobertura universal para un mayor número de padecimientos, en donde estarían al alcance de todos los mexicanos, las terapias de mayor eficacia existentes, sin que eso representara un desembolso adicional para los pacientes. Una gran promesa.
La idea era magnifica y como en el papel todo cabe, prometía un avance en salud que no se había tenido desde hace décadas.
El INSABI, se planteaba que sí llegaría a tener hospitales para cumplir cabalmente con su misión, lamentablemente estos no llegaron, lo mataron antes.
Se arrancó esa aventura con muy buenas intenciones, pero como se hizo bajo la premisa que los funcionarios deben ser 90% honestos, aunque su capacidad solo sea del 10%, resultó que solamente se derrumbó un sistema que reitero, tenía muchas fallas, pero funcionaba, y no se logró -hasta ahora- tener uno nuevo que cumpla lo prometido: una Institución que proporcione lo que ya había y más, mucho más.
Como ejemplo, la poca o nula experiencia de los responsables del abasto de insumos médicos para el naciente INSABI, provocó un desabasto que no habíamos visto en mucho tiempo, aunado a esa inexperiencia y con la promesa de acabar con la corrupción, se decidió ni siquiera voltear a ver al IMSS, la institución que, durante casi dos décadas, había venido haciendo las compras para todo el sector salud, bajo el esquema de compra consolidada con un porcentaje de abasto, en algunas de las instituciones, superior al 95%.
Fue tan grande el desastre en abasto que generó el INSABI con su compra consolidada fallida, que se hizo necesario pedir ayuda a la ONU, la cual, a través de la UNOPS, intento hacer las compras para todo el sector salud, por lo que restaba del sexenio.
Lamentablemente, la capacidad la UNOPS, se vio rebasada por mucho, no se lograron los ahorros esperados, no hubo una participación destacada de empresas extranjeras, pero si se generó un desabasto aun mayor, porque fue muy tarde, cuando nos percatamos de que la UNOPS, no tiene la capacidad para realizar las compras de la magnitud que México requiere y compra cada año.
UNOPS tampoco se hizo responsable de que los insumos adquiridos, llegaran al lugar donde se requieren, es decir, nos vimos en la necesidad de recurrir a los satanizados distribuidores de toda la vida, aunque ahora les llamamos operadores logísticos.
UNOPS, el fracaso
Con UNOPS compramos mucho de algunas cosas y poco o nada de otras, además tuvimos que pagar por la distribución de todo, algo que en el pasado ya estaba incluida en el precio al que compraba el sector salud. Fueron meses en que se habló de los niños con cáncer que no contaban con sus medicamentos, fueron meses en los que se habló de pacientes que cerraban avenidas exigiendo les dieran medicamentos para continuar sus tratamientos.
UNOPS resultó una apuesta muy cara, los medicamentos e insumos médicos adquiridos, se debieron entregar en los operadores logísticos para que ellos lo llevaran a las instituciones de salud que lo requerían. Pero fue tal la desconexión entre las instituciones y el INSABI y UNOPS, que el producto permaneció en sus almacenes sin llegar al sitio donde se requería y cuando finalmente comenzó a llegar, gran parte del producto estaba caduco o próximo a caducar debiendo ser destruido. El contrato que se debería haber concluido en 2024, se debió concluir anticipadamente con el alto costo que significo la sanción estipulada en el contrato entre INSABI e UNOPS.
A pesar de las ventajas que el Estado Mexicano a través de la COFEPRIS, les brindo a las empresas que fabrican insumos y suministros médicos fuera de México, que consistió en que les fue facilitado enormemente el trámite de registro y evaluación de sus productos para ser comercializados en el territorio nacional, la participación de estas empresas extranjeras a las que incluso funcionarios de alto nivel acudieron a la India y otros países a invitarles, fue muy baja.
¿Podrá el IMSS Bienestar?
Adicional a esto, que nos cae la pandemia, muchos procesos se truncaron y otros ni siquiera pudieron arrancar. El abasto de medicamentos e insumos médicos se cayó, la transición de Seguro Popular a INSABI, fue tortuosa ya que los contratos debieron verse modificados para que el Instituto naciente, pudiera recibir los bienes y pudiera pagar por ellos, este proceso llevo varios meses, generando huecos en el tiempo donde no había producto con que atender a los pacientes que acudían a las clínicas y hospitales por su tratamiento, esto paso desapercibido para muchos, porque todos estábamos ocupados, tratando de sobrevivir al virus y lo único que teníamos en mente, era el momento de poder obtener la vacuna y así recuperar nuestras vidas.
Lamentablemente había muchos factores no contemplados y que tuvieron que irse resolviendo sobre la marcha, que retrasaron el correcto funcionamiento del INSABI.
Ahora, de nuevo sin previo aviso desaparecen al INSABI y se pretende sea substituido por el IMSS Bienestar.
El IMSS Bienestar, no es el IMSS al que todos los trabajadores que trabajan en alguna empresa bajo el esquema de salario o nomina paga y tiene derecho. El IMSS Bienestar es un organismo descentralizado que se espera pueda dar atención a los millones de mexicanos que no cuentan con servicio médico del IMSS, ISSSTE, PEMEX, SEDENA, SEMAR y que no pueden darse “el lujo” de pagar un seguro de gastos médicos.
El IMSS Bienestar, si tendrá los hospitales. Al menos eso se pretende. En realidad, es una nueva institución, con un modelo de trabajo, con un modelo operativo que ha funcionado por décadas en unos 50 pequeños hospitales en diversas plazas del país y que al menos, se merece el beneficio de la duda: puede funcionar, aun cuando ya estamos al cuarto para las doce y si todo marcha bien, en un futuro, tendrá el control de las unidades médicas de tercer nivel con que contaba el desaparecido INSABI para la atención de sus pacientes.
Ojalá el IMSS Bienestar no tarde mucho tiempo en alcanzar al menos, los estándares de calidad en la atención del IMSS, ya que parecer ser ese es el objetivo, solo así se entendería que compartieran el nombre, dos instituciones independientes entre sí.
Quedan muchas dudas en lo que viene, por ahora todo es incierto, por ejemplo, el INSABI e IMSS, tenían catálogos distintos de medicamentos e insumos médicos a utilizar y atendían padecimientos distintos, porque mientras el IMSS, atiende a sus derechohabientes de cualquier padecimiento que estos tengan, el INSABI estaba limitado a un catálogo de padecimientos que podía atender.
Entonces, no está claro si IMSS Bienestar hereda los padecimientos a atender y por ende los insumos médicos a los que sus pacientes tendrán acceso, es más, ni siquiera se sabe si el abasto de medicamentos, que tanto trabajo venia costando regularizar en INSABI, se va a mantener para IMSS Bienestar o si como ocurrió hace un par de años, se tirara todo a la basura y se arrancara de cero con nuevas licitaciones o nuevas adjudicaciones directas que tanta suspicacia han generado a lo largo de estos últimos año.
Otra vez, INSABI no estaba resolviendo el problema de salud para todos en México, sin embargo, empezada a tener cierto avance, empezaba a tener insumos para que los médicos pudieran atender a sus pacientes, insumos para que las unidades médicas pudieran empezar a regularizar su operación.
¿Estamos nuevamente desechando todo lo avanzado?, ojalá no, porque la tercera es -o puede ser- la vencida. Esperemos que ahora si se inicie una era de muy buena atención en Salud para los más necesitados. Queda muy poco tiempo para dejar esta Nueva Institución con una vida propia y despejada la ruta a seguir.
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