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En unos cuantos días, el presidente López Obrador ha reconocido que no ha escuchado las recomendaciones y advertencias de sus especialistas más cercanos, en temas cruciales como el Aeropuerto de Texcoco y la militarización de puertos y aduanas.
En unos cuantos días, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha reconocido que, lo suyo, no es escuchar ni las recomendaciones ni las advertencias de sus más cercanos colaboradores y expertos en temas cruciales como la construcción del Aeropuerto de Texcoco o la militarización de puertos y aduanas.
El pasado 16 de febrero, López Obrador inauguró una de las principales rutas de acceso al polémico Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) el cual, a unos días de cumplir su primer aniversario, no ha despertado el interés de las aerolíneas comerciales.
De hecho, el poco interés por la primera gran obra de su gobierno lo llevó a decretar la prohibición de las operaciones de carga en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en medio del rechazo de diversas empresas del sector, para transferirlas al AIFA.
Aquel 16 de febrero, López Obrador reconoció que no sabía qué hacer con el proyecto de Texcoco, así que encargó un dictamen a tres de los especialistas más cercanos en los inicios del sexenio: Carlos Urzúa, quien sería designado secretario de Hacienda; Javier Jiménez Espriú, quien llegaría a Comunicaciones y Transportes; y Alfonso Romo Garza, a la postre jefe de la Oficina de la Presidencia.
“Los tres de confianza”, aclaró. “Y me entregaron el dictamen una tarde y los tres coincidían que había que continuar con el Aeropuerto de Texcoco… me fui a la casa de ustedes y no dormí esa noche porque no estaba yo convencido”.
Y la posición de los res expertos —detalló el presidente— no era solo por el tema económico sino porque implicaría modificar el diseño del espacio aéreo mexicano.
Ya este miércoles, López Obrador reconoció que desechó las recomendaciones de Jiménez Espriú en cuanto a transferir el control de los puertos del país a la Secretaría de Marina, y el de las aduanas a la Secretaría de la Defensa Nacional.
Según el presidente, la medida obedeció a que algunas terminales —específicamente mencionó Manzanillo y Lázaro Cárdenas— estaban “prácticamente tomadas por la delincuencia”. Esto, a pesar de que no se han presentado las denuncias correspondientes.
Sin embargo, “esto ocasionó oposición. Inclusive fue uno de los motivos por los que me presentó su renuncia el secretario de Comunicación, el ingeniero Jiménez Espriú”.
“De manera muy franca —detalló— me dijo ‘yo no estoy de acuerdo con esto porque siento que es militarizar el país’ y lo respeto mucho pero era muy importante el que se hiciera este cambio. Él actuó de acuerdo a su criterio, a sus convicciones, y yo también”.
Al final, Urzúa, Alfonso Romo y Jiménez Espriú, terminaron renunciando a la llamada Cuarta Transformación.