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Existen tres enfoques de determinación de tipo de cambio con los que se puede explicar la apreciación actual -oferta y demanda, monetario y de “microestructura”- y proyectar hacia donde puede moverse el tipo de cambio en el largo plazo.
El enfoque de flujos dice que el tipo de cambio depende de la oferta y demanda de pesos Vs dólares. En 2022 ingresaron a México una gran cantidad de dólares por exportaciones (579 mil millones de dólares), remesas (58 mil mdd) e inversión extranjera directa (35 mil mdd), lo cual explica que el peso fuera la segunda divisa más apreciada en el año.
El segundo enfoque, el monetario, asume que los movimientos en tipo de cambio se dan por entradas y salidas de inversiones. Como tal, los instrumentos financieros de la economía local compiten con los instrumentos financieros de la economía foránea la tasa de interé. Así, los movimientos en el tipo de cambios son resultado de cambios en el diferencial de tasas de interés local y foránea.
Dentro del enfoque de activos también está el monetarista, que se caracteriza por los movimientos de sobre reacción del tipo de cambio, ante precios que no son completamente flexibles y tasas de interés que tardan en ajustarse.
Este comportamiento es común en divisas muy líquidas y sensibles ante noticias y especulación, como el peso. Aun y cuando el tipo de cambio sobre reacciona, tiende a regresar eventualmente a un nivel acorde al nuevo escenario, pero tarda en hacerlo, razón por la cual coloquialmente se dice que el tipo de cambio se sube por el elevador y se baja por las escaleras.
Cabe destacar que México tiene un diferencial de tasa de interés con Estados Unidos igual a 600 puntos base (6 puntos porcentuales), debido a que el Banco de México inició antes que la Reserva Federal con el ciclo alcista y además ha sido más agresivo en los aumentos de tasa. Debido a que la inflación se encuentra lejos del objetivo del Banco de México, se estima que mantendrá una política monetaria restrictiva con alzas en tasa de interés, al menos al mismo ritmo que la Reserva Federal de Estados Unidos.
Bajo este enfoque el peso ya no se apreciaría, pues el diferencial de tasas de interés se mantendría, a menos que la inflación no descienda al mismo ritmo que en Estados Unidos.
Reto de Inversión
Finalmente está el enfoque de microestructura.
Antes de explicarlo es importante mencionar que las divisas en un inicio eran usadas solo para hacer comercio internacional, después se utilizaron para llegar a instrumentos denominados en divisa extranjera, es decir para poder comprar instrumentos financieros de otros países.
Sin embargo, ahora las divisas se usan también como objeto de inversión. Esto último representa un reto para el análisis, pues las divisas no son un instrumento financiero ni un bien o servicio, por lo que las transacciones de divisas como inversión, en su gran mayoría terminan contabilizándose en la cuenta de errores y omisiones, dentro de la balanza de pagos.
Debido a que en errores y omisiones van a dar las transacciones no registradas en las otras cuentas, no es posible saber exactamente cuántas transacciones sobre el peso como objeto de inversión existen y por lo tanto no se puede hacer un modelo estadístico para encontrar sus determinantes.
Otra posibilidad sería preguntar a cada inversionista que es lo que espera hacer, pero esto es imposible al ser enorme el mercado cambiario y estar muy diluido. En su defecto se ha utilizado al mercado de futuros de Chicago, para tratar de deducir lo que ven y esperan los inversionistas sobre determinada divisa. Es precisamente este enfoque el que puede explicar mejor lo que ocurre actualmente con el peso.
¿Enteramente atractivo?
El peso mexicano es la divisa más líquida de Latinoamérica, pues no tiene horario de apertura o cierre y cotiza todos los días del año, incluso los que son feriados bancarios.
México tiene un régimen cambiario de libre flotación, por lo que no existe un tipo de cambio prefijado por alguna autoridad. El tipo de cambio es fijado por el mercado. De 1995 al 2022 solo en 11 años ha terminado con una apreciación.
Estos años son por orden de apreciación (mayor a menor): 2012, 2010, 2017, 2022, 2001, 2005, 2009, 1999, 2019, 2004 y 2018. La mayoría de los años con apreciación fueron precedidos por una fuerte depreciación causada por mayor aversión al riesgo global, aversión al riesgo sobre México, desequilibrios en cuenta corriente o posibilidad de desequilibrios futuros.
Esto implica que la mayoría de las apreciaciones históricas han sido resultado de un ajuste gradual del tipo de cambio, tras la sobre reacción ante un factor que desencadenó miedo a invertir o tener pesos.
A tomar en cuenta
Por ejemplo, en 2016 el tipo de cambio superó por primera vez los 20 pesos por dólar y alcanzó un nivel nunca visto de 21.3897 pesos por dólar, ante la caída del precio del petróleo, la votación en Reino Unido por el Brexit y el triunfo de Donald Trump en las elecciones para presidente de Estados Unidos.
En 2017 la amenaza de Trump al comercio internacional de México provocó que el tipo de cambio alcanzara un nuevo máximo histórico de 22.0385 pesos por dólar, pero ese mismo año el tipo de cambio inició un ajuste a la baja, dado que la amenaza de sacar a Estados Unidos del tratado comercial con México y Canadá se diluyó. En 2018, el peso se vio afectado en México por las elecciones para presidente, que generaron aversión al riesgo. Sin embargo, el mayor golpe al peso se dio ante la decisión de cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, decisión que se tomó antes de iniciar de manera oficial el mandato del presidente López Obrador. Bajo esta circunstancia no sería justo analizar el periodo sexenal de AMLO contemplando su periodo en funciones, pues fue una decisión de esta administración la que provocó la depreciación del peso antes de cerrar el sexenio anterior.
El 2018 cerró con un tipo de cambio prácticamente igual al que inició el año, con una apreciación de 0.04% pero mostrando una alta volatilidad al alcanzar el tipo de cambio un mínimo de 17.9401 pesos y un máximo de 20.9605 pesos por dólar por la aversión al riesgo sobre México desencadenada por la cancelación del NAIM.
En 2019 el peso se apreció ajustándose después de la sobre reacción del 2018. El mercado temía por la autonomía del Banco de México y por políticas económicas que podrían quitar a México el beneficio del comercio internacional. Como nada de esto sucedió, el 2019 cerró con una apreciación del peso, pero con el inicio de una recesión.
Evidentemente, el desempeño del peso mexicano no reflejaba el desempeño de la economía.
En 2020 el ajuste a la baja del tipo de cambio se vio interrumpido por la pandemia, que provocó aversión al riesgo y nuevos máximos históricos del tipo de cambio como consecuencia de salidas de capitales, caídas en las exportaciones y la posibilidad de una lenta recuperación en México, ante la negativa de aplicar política fiscal contra cíclica.
En 2021 la pandemia y la volatilidad siguieron y fue hasta 2022 cuando, ante menor aversión al riesgo por la pandemia e incremento en el diferencial de tasa de interés entre Estados Unidos y México siguió el ajuste a la baja del tipo de cambio.
Argumentarios (y Riesgos)
No es casualidad que el tipo de cambio esté ahora en niveles similares a los de 2018. Tampoco es casualidad que después de conocerse que Tesla hará una mega fábrica en México el peso haya ganado impulso, ya que la apreciación del peso es el resultado de un ajuste gradual interrumpido por la pandemia.
Entonces, no es un Super Peso, es solo un tipo de cambio que funciona por libre flotación y que refleja las preferencias de los inversionistas a nivel internacional. Así, es muy posible que el peso siga apreciándose hacia niveles del 2017, alrededor de 17.60 pesos por dólar.
Las apreciaciones se esperan sigan siendo alternadas por periodos cortos de tomas de utilidades, en los que cabe la posibilidad de volver a alcanzar niveles cercanos a 18.30 pesos por dólar.
Los riesgos para el tipo de cambio son muchos, pues como se ha mencionado, depende del diferencial de tasas de interés, flujos de divisas que llegan al país y especulación que puede tornarse a favor o en contra del peso por factores internos y externos.
Bajo este contexto los principales riesgos internos al alza para el tipo de cambio son la posibilidad de políticas económicas que 1) resten autonomía al Banco de México y detenga su ciclo alcista por motivos distintos a la inflación o 2) disminuyan el flujo de divisas que llega al país por exportaciones, remesas e inversión extranjera directa.
Los riesgos externos se engloban básicamente en 1) la posibilidad de que disminuya el diferencial de tasas de interés con Estados Unidos en el corto plazo y 2) que las preferencias de los inversionistas cambien por otra divisa, ante aversión al riesgo global o por especulación en contra del peso.
Por cierto, México apenas ha terminado de recuperarse de las caídas del PIB de 2019 y 2020. Dentro de las 45 economías más grandes del mundo ocupa la posición 39 en recuperación económica, por debajo del desempeño de otras naciones de América Latina, como son los casos de Chile, Colombia, Perú y Argentina.
*Gabriela es directora de análisis económico en Grupo Financiero Base. Estudió la licenciatura en economía en la Universidad Autónoma de Nuevo León y la maestría y doctorado en finanzas en el EGADE del Tec de Monterrey.