Lecciones de management desde Stranger Things

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*Jorge Llaguno Sañudo, Profesor del área de Factor Humano de IPADE Business
School

La historia de los hermanos Duffer, Matt y Ross, creadores Stranger Things, muestra varias enseñanzas útiles no solo para quienes tienen la iniciativa de emprender un negocio sino también para quienes ya tienen una empresa.

La serie original de Netflix fue un fenómeno desde su primera temporada, allá en el lejanísimo verano del 2016, pero en el camino hacia la cuarta temporada sucedieron cosas que vale la pena revisar desde la perspectiva del management empresarial.

La primera temporada lograba capturar muy bien el espíritu de las películas y series en los años 80’s. La actuación y presencia de los niños actores -desconocidos entonces- le dotaba de una frescura y novedad atractivas. Y, por supuesto, la narrativa del misterio en el pequeño pueblo de Hawkings cautivó una enorme audiencia.

Una serie de problemas provocaron que las temporadas se fueran desfasando. La segunda se estrenó en octubre de 2017, tres meses más tarde de lo esperado. La tercera tardó dos años en llegar (2019) y, si bien también fue un éxito, la crítica y los comentarios de los fans no estuvieron exentos de cierta controversia. “Ya no era lo mismo”, la trama se había
vuelto “demasiado ambiciosa” y “menos aterrizada”, dirían algunos.

Entonces cayó la pandemia. Además de los problemas previos, los retrasos propios de la suspensión en la producción empujaron el estreno de la cuarta temporada hasta el verano de 2022 (¡tres años después de la anterior!), pero el éxito fue rotundo: 1,350 millones de visualizaciones en sus primeros 28 días, colocándola en el segundo lugar de las 10 más
vistas en Netflix. El acuerdo casi general es que la serie recuperó su espíritu e interés originales.

Aquí empezamos a revisar los aciertos y los desafíos que enfrentaron los Duffer para mantener la serie entre las favoritas del público.

El primero es que, convencidos del valor de su proyecto, desafiaron los cánones impuestos. Los Duffer habían decidido construir su serie alrededor de la nostalgia, por ello querían usar locaciones de la época y usaron como elementos de promoción imágenes de famosas películas de los años 70’s y 80’s. Incluían también música de la época y escenarios escogidos que podrían ayudar a recrear la atmósfera.

Más de 15 estudios los rechazaron. Los ejecutivos de las cadenas, imbuídos de sesgos cognitivos que acentuaban la percepción del riesgo negativo, se negaban a juntar “temática de horror” con “niños protagonistas”. Algo que hemos escuchado infinidad de veces: Star Wars, ET y Pulp Fiction fueron rechazadas de inicio. Paradigmas semejantes impiden a ejecutivos de banca tradicional asimilar las propuestas del mundo del Fintech. O a la industria automotriz, entender los cambios en la
movilidad urbana.

Pero los Duffer detectaron un nicho interesante y una oportunidad narrativa distinta: los adultos estaban dispuestos a ver un show sobre niños, si éste les permitía recordar su propia infancia. El show lo protagonizan niños, pero no es para niños: es para el niño que los adultos fueron. Este es el cambio sutil que apuntan los hermanos Duffer. Hoy nos parece obvio, pero para la industria no lo era hace 6 años y lo mismo sucede con cada nueva idea en cada nuevo sector.

Otro gran acierto de los Duffer ha sido experimentar, pero con atención a la respuesta del público. Ante el éxito es fácil intentar repetir la fórmula o exagerarla. Los cambios de las temporadas 2 y 3 nos sugieren un afán de experimentar, de llevar más lejos el misterio: incluir a los rusos, convertirlo en un tema de guerra fría, de gobiernos y conspiraciones, de monstruos etéreos… pero la respuesta fue clara: se perdía el espíritu original, el cual se logra recuperar en la cuarta temporada, en donde el “monstruo” tiene personalidad concreta y la historia vuelve a centrarse en los niños protagonistas.

Por supuesto que los Duffer se tomaron su tiempo, lo cual se nota en los retrasos entre temporadas, más allá de los problemas en la producción, otro acierto es haber aprovechado los retrasos para hacer análisis y correcciones a la oferta de valor.

Al margen de los miles de consejos que podemos aprender de las acciones de los personajes en la serie, me quedo con estas dos enseñanzas de los creadores: saber descubrir el nicho en el cual mi oferta de valor “da algo que la gente no sabe aún que quiere” (como diría el buen Steve Jobs), y luego experimentar, probar y aprender pronto de lo que las audiencias valoran.

*Jorge es profesor del área de Factor Humano de IPADE Business School y consultor
de empresas en temas como liderazgo, trabajo en equipo y negociación.

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