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México está creciendo como un país innovador, pero aún le queda un largo camino que recorrer. Por ello, es necesario profesionalizar a los emprendedores.
“Es necesario que lo hagamos porque tenemos problemas nuevos frente a nosotros, como el logro de los objetivos del desarrollo sostenible, tales como: agua limpia y saneamiento, trabajo decente y crecimiento económico”, asegura Eduardo Urzúa director de Emprendimiento Universitario de la Coordinación de Vinculación y Transferencia Tecnológica (CVTT) de la UNAM.
Urzúa piensa que, para tener proyectos exitosos, hay que dar prioridad a la formación teórica y práctica. “Hay personas que desde pequeñas son creativas e innovadoras, pero también hay aquellos que con un gran conocimiento en su materia aprenden a ser creativos e innovadores, mediante procesos de investigación, formación y capacitación”. Es decir, la innovación y la creatividad son habilidades que se pueden desarrollar.
Además de un modelo de negocios fuerte, el emprendimiento requiere planeación, así como conocer las necesidades de las personas, equipos multidisciplinarios que puedan integrarse de manera satisfactoria en redes empresariales; que faciliten la inserción en el mercado.
Urzúa asegura que en el programa de emprendimiento Innova UNAM de la CVTT hay más de 280 proyectos, de los cuales 118 se han graduado, y de éstos el 90% sobrevive porque se les incentiva a ser innovadores.
La CVTT surgió para insertar a la comunidad universitaria en las experiencias más avanzadas de desarrollos e innovación tecnológica que ha generado la UNAM, y apoyar su enlace y transferencia con los sectores de la sociedad que los requieran.
Innovador y curioso
Lourival Possani Postay, investigador emérito del Instituto de Biotecnología (IBt) y académico de la UNAM con más patentes registradas, —95 de las cuales 56 han sido aprobadas en diferentes países—, opina que para ser innovador es importante la curiosidad o interés por conocer qué pasa en la naturaleza, pero sobre todo seriedad hacia la actividad académica.
En los primeros años de trabajo, Possani identificó los componentes de los venenos –más de 100 en cada una de las especies distintas de alacranes– y cuáles eran tóxicas para el humano. Luego, por ingeniería genética produjo los componentes tóxicos que, inyectados en ratones, conejos y caballos, generan anticuerpos realmente protectores para la obtención de antivenenos que salvan vidas.
Recientemente, el científico y sus colaboradores encontraron un precursor de un antibiótico en el veneno de un alacrán de Veracruz, el cual ha sido sintetizado y probado in vivo contra la bacteria de la tuberculosis.