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La economía mexicana deberá incrementar sus niveles de inversión productiva para poder revertir la precarización de su mercado laboral, concluye un informe del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC).
De acuerdo con el IDIC, la necesidad de incrementar la inversión se deriva de un hecho: el desarrollo social y económico del país depende de la salud de su mercado laboral. Sin empleo formal bien remunerado no se puede construir un Estado de Bienestar.
El IDIC precisó que México requiere condiciones favorables para que la inversión productiva pueda compensar el retroceso observado durante la recesión que se vivió entre el segundo y tercer trimestre del año.
De igual forma, indicó, la inversión es pertinente para evitar que los efectos negativos de una recesión, que no ha terminado, se extiendan más allá del 2020 y que causen un daño estructural sobre el mercado laboral nacional.
Por ello, agregó el IDIC, no se puede soslayar que la precarización del mercado laboral inhibe el fortalecimiento del mercado interno: ningún país puede aspirar al desarrollo sin contar con solidas capacidades productivas endógenas que se traduzcan en un vigoroso consumo privado. Para lograrlo se requiere revertir la precarización del mercado laboral.
Así, elevar la inversión productiva, pública y privada, es fundamental para construir un ciclo positivo en favor del desarrollo de México. Sin más inversión no hay posibilidad de lograrlo.
¿Por qué hacerlo? Las cifras del INEGI correspondientes al tercer trimestre del año muestran la magnitud de la recesión económica, y sus efectos adversos sobre el mercado laboral, en tres dimensiones:
- La caída en la población ocupada (PO) y la Población Económicamente Activa (PEA) en su conjunto exhiben las restricciones que la sociedad y economía mexicana han enfrentado:
- La minusvalía en ambas variables refleja las limitaciones que las familias tienen para obtener un ingreso económico decoroso y con ello solventar sus necesidades diarias.
- De igual forma la merma de la PO y la PEA, junto con la tasa de desocupación, señalan la menor capacidad de crecimiento económico que el país tendrá en los meses por venir: entre el tercer trimestre del 2019 y el mismo periodo del 2020, casi 4.2 millones de personas se excluyeron del mercado laboral, ya sea por desempleo o porque dejaron de participar en la actividad productiva de México.
- La precarización de las condiciones laborales: el aumento en la subocupación, la Tasa de Condiciones Críticas de Ocupación (TCCO) y en la Tasa de Presión General (TPRG) manifiesta parte de la erosión en el ingreso económico y la calidad del empleo que han enfrentado los trabajadores durante la primera etapa de la recesión asociada al Covid-19.
- La pérdida de empleo por tamaño de establecimiento: como se anticipaba, los micronegocios fueron los más afectados por la crisis económica, acumularon casi el 52% de la reducción en la población ocupada, la mayor proporción se dio en micronegocios sin establecimiento, es decir, en los directamente vinculados con la informalidad.
- De forma particular se puede señalar que la mayor afectación se dio en la ocupación de las mujeres: 2.3 millones de los cuales la parte más relevante fue justamente en los micronegocios (1.45 millones).
- La afectación en los micronegocios una incidencia social: constituyen la principal fuente de ingreso para las familias mexicanas. Si bien su esencia es de economía informal, su debilitamiento muestra que en esta ocasión no representan la válvula de escape que tradicionalmente habían constituido en otras crisis.
- Derivado de lo anterior se refuerza la necesidad de contar con un Programa de Reconstrucción Nacional basado en el fortalecimiento de la inversión productiva endógena y extranjera que se encuentre enfocada en la creación de empleo formal asociado a las oportunidades que generar la nueva situación en América del Norte.