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En la última década, los países latinoamericanos han transitado sobre una trayectoria progresiva de adopción tecnológica, conectividad y digitalización. Las circunstancias extraordinarias acontecidas por la crisis del COVID-19 ha detonado a una aceleración en la apropiación e inserción de estas herramientas en los procesos económicos por parte de individuos, hogares, gobierno y empresas.
La transformación digital, hoy sufre una suerte de ‘empujón digital’, pues a pesar de las condiciones adversas, las diferentes unidades económicas han optado por modificar su accionar productivo apoyándose en herramientas digitales como la aplicación del teletrabajo, la oferta de sus productos a través del comercio electrónico y en general, la digitalización de los diversos procesos productivos.
Sin embargo, en Latinoamérica este empujón no ha permeado uniformemente a toda la cadena productiva, tal que las medianas y grandes empresas, en particular las del sector servicios, son las que han podido adaptarse de manera oportuna. Por el contrario, se observa que, en ocasiones, las micro y medianas empresas se han visto rebasadas en esta transición digital, quedando aventajadas en el mercado y en consecuencia han resentido en mayor magnitud el costo de la actual crisis, a partir del cese y cierre permanente de sus negocios.
Estado de Adopción Digital en las Empresas Latinoamericanas
A continuación, se proveerá a modo de diagnóstico, el estado que se registraba en la adopción de la conectividad en los procesos productivos de las empresas en principales mercados de Latinoamérica, como punto de partida, para dimensionar los efectos provocados por la pandemia.
En 2019, Brasil reportaba que 98 por ciento de sus empresas contaban con acceso a Internet, entre estas 7 de cada 10 cuentan con alguna plataforma de comercio electrónico (eCommerce en inglés). Por tamaño de empresa, 69 por ciento de las pequeñas tienen presencia en estas, una proporción no muy distante del registrado por las medianas y grandes empresas con 77 y 76 por ciento respectivamente. Ello posiciona al país como líder en transformación digital en la región.
De acuerdo con la Cámara de Comercio de Santiago, Chile ha pasado de ser un ‘Principiante Digital’ de nivel medio a uno ‘Intermedio Digital’ entre 2018 y 2019, bajo la métrica del Índice de Transformación Digital de Empresas (ITD). Destaca que 68 por ciento de las grandes empresas fueron ubicadas entre los rubros ‘Intermedio’ y ‘Líder Digital’. En contraste, una razón similar de las PyMEs se encuentra en el rango de ‘Principiantes’ a ‘Intermedios Digitales’.
En el caso de Colombia, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) realizó en 2018 un estudio sobre la adopción de internet en las empresas. Ahí se reporta una segmentación por industria que ejemplifica, cómo la naturaleza del proceso productivo incide en la demanda de herramientas tecnológicas y digitales por parte de las empresas. Es así como 97 por ciento de aquellas en el sector servicios cuentan con internet, 65 por ciento en el sector comercial y 52.8 por ciento en el industrial-manufacturero.
Transformación Digital de las Empresas Latinoamericanas, 2018-2019
(Proporción del Total de Empresas, %)
Fuente: The Competitive Intelligence Unit con información de Órganos Estadísticos Nacionales
En México, las medianas y grandes empresas se posicionan como punta de lanza en la transformación digital en los últimos años, puesto que 91.9 por ciento de estas contaban en 2018 con acceso a internet, de acuerdo con el órgano estadístico nacional (INEGI), mientras que las pequeñas alcanzan un nivel cercano de 81.2 por ciento. Sin embargo, habría que analizar de qué manera este acceso a la conectividad se traduce en su uso efectivo en la cadena productiva de estas empresas.
Entre las microempresas, sólo 17.1 por ciento del total tienen acceso a internet, son precisamente estas empresas las más rezagadas en conectividad y más propensas a cerrar sus operaciones durante la crisis pandémica, ante las menores capacidades de trasladar su negocio al ámbito digital. En suma, 78.7 por ciento del total de las unidades productivas en México aún no cuentan con el eslabón fundamental para impulsar o cimentar su operación a través de la conectividad.
En Perú, 92.6 por ciento de las empresas tenían acceso a internet en 2018, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), aunque únicamente 7 por ciento contaba con canales de comercio electrónico. Sin duda un área de oportunidad para la transformación digital en la subregión andina a través de los canales digitales de venta.
Por su parte, la Cámara de Comercio y Servicios del Uruguay reportó en 2019 que 6 de cada 10 grandes empresas contaban con canales de venta en línea, en contraste con 23 por ciento de las pequeñas y una razón de 16 por ciento de las micro. El promedio nacional se situó en 31 por ciento apenas por debajo del coeficiente de 35 por ciento registrado en las medianas empresas, la diferencia entre las microempresas y las grandes empresas se haría manifiesta en la crisis del coronavirus al no contar con condiciones equitativas en términos de acceso a las vías digitales de venta y distribución.
Empujón Digital por la Crisis de COVID-19: Teletrabajo en Latinoamérica
La emergencia sanitaria causada por la pandemia de COVID-19 ha propiciado un ‘empujón digital’ en la región, es decir, ha acelerado la apropiación y uso de la conectividad. Ello ha permitido a las economías latinoamericanas continuar con una amplia proporción de las actividades productivas, educativas, sociales, culturales, de entretenimiento, de comunicación e información, entre muchas otras, amortiguando así, los estragos económicos de la crisis.
Durante los últimos meses, hemos sido testigos de los esfuerzos de las empresas por continuar sus operaciones pese a las condiciones de aislamiento social y al cese de actividades presenciales. En este sentido, el teletrabajo ha representado la solución orgánica a este problema.
Sin embargo, no todos los eslabones ni las distintas unidades económicas han podido continuar con su operación a distancia, lo que ha provocado el cierre de miles empresas.
En otros casos, el teletrabajo no ha sido aplicado de manera generalizada, debido a la imposibilidad técnica para ciertas industrias de operar sin la asistencia de personal, además de no contar con las herramientas y conectividad necesaria para realizar su labor desde casa.
Entre los mercados más destacados en implementación de teletrabajo se encuentra Chile. De acuerdo con la Asociación Chilena de Seguridad, 95.3 por ciento de las empresas del país han optado por realizar actividades mediante esta modalidad. Esto implica un incremento 14.0 puntos porcentuales respecto a aquellas que detonaron la iniciativa (81.3%) al inicio de la pandemia. Asimismo, 46 por ciento fortalecieron su presencia en canales digitales.
En Colombia, el DANE reportó que casi la mitad de las empresas (45.6%) que se dedican al Comercio, a la Industria Manufacturera, a los Servicios y a la Construcción han continuado con su operación normal, mientras que 43.4 por ciento lo hacen de manera parcial y solo 11.0 por ciento cerraron temporalmente. A nivel nacional, 80 por ciento de las empresas implementaron teletrabajo a través de internet, 72.2 pro ciento en actividades comerciales, 76.3 por ciento en la industria manufacturera, 81.3 por ciento en construcción, y 87.6 por ciento en servicios.
En el caso mexicano, dimensionado mediante la Encuesta sobre el Impacto Económico generado por Covid-19 (ECOVID-IE) realizada por el INEGI, se identifica que casi la totalidad (93.2%) de las empresas en México registraron al menos algún tipo de afectación debido a la contingencia sanitaria, mientras que 60.2 por ciento emprendieron acciones estratégicas para hacer frente a la contingencia. Destacan la entrega de pedidos a domicilio (45.0%), el lanzamiento de promociones especiales (33.8%), ‘home office’ (32.6%) y las ventas por internet (29.6%).
En cuanto al teletrabajo, las grandes empresas han implementado casi en su totalidad esta modalidad (94.7%), mientras que las pequeñas y medianas sólo lo han logrado en una proporción de 60.7 por ciento y 29.0 por ciento, respectivamente. Esto evidencia de manera contundente que la mayor pérdida de empleos y cese de operaciones se ha generado en las empresas de menor tamaño debido a la imposibilidad de continuar con la operación a distancia.
Implementación de Teletrabajo en Empresas (%)
Fuente: The Competitive Intelligence Unit con información de Órganos Estadísticos Nacionales
En Perú, el INEI reveló que 36 por ciento de las personas empleadas han trabajado de manera remota. A su vez, en Uruguay, la Cámara de Comercio y de Servicios del Uruguay encontró que 51.9 por ciento de las empresas fueron impactadas por la pandemia, al verse obligados a cerrar parcial o absolutamente sus operaciones. Muchos de estos casos son atribuibles a que una gran proporción de empresas aún no cuenta con canales de venta online, aunque la crisis ha impulsado la utilización de estas plataformas.
La inercia de este empujón digital continuará de manera transitoria en el corto y mediano plazos, con cada vez más individuos, hogares y empresas envueltos en la economía digital que habilitarán eficiencias, nuevas oportunidades y ventajas competitivas por la incorporación de herramientas digitales en los procesos productivos de cada país.
Sin embargo, la capacidad de adaptación y transición hacia una economía digital en la coyuntura actual radica en el estado de adopción tecnológica y digital del pasado, en el que destaca la histórica desigualdad de la región en términos de la adopción de la conectividad y el uso efectivo de las herramientas digitales entre empresas e industrias. Esta persistente brecha tecnológica representa un gran obstáculo para la propagación universal de sus beneficios entre la sociedad latinoamericana, no sería extraño que este empujón digital profundice, al mismo tiempo, esta disparidad.
Es fundamental que las políticas públicas de conectividad y de adopción de herramientas digitales en la región se focalicen en la población y agentes económicos desconectados y más desfavorecidos para la salvaguarda de empleo y la continuidad de sus operaciones, con la implementación de acciones que les permitan sobrellevar los profundos estragos de esta y futuras crisis.
Por Ernesto Piedras y Radamés Camargo,