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Diana Daniels, Barcelona.
Son las 4 de la tarde y la calle vacía. Vía Layetana, una de las arterias mas importantes de Barcelona, da un aspecto fantasmagórico. La capital catalana que recibe un promedio de 25 millones de visitantes al año se encuentra en cuarentena, como hoy parte de este epicentro europeo en donde el coronavirus covid-19 desembarcó sigilosamente y que ha acaparado la atención de todos los tomadores de decisiones públicos y privados.
El fin de semana el gobierno central ha declarado la emergencia nacional, y esta mañana decidieron el cierre de sus fronteras europeas con Francia y Portugal. La semana pasada habían hecho lo suyo con Marruecos.
El pánico de compra por supuesto que se extendió durante el fin de semana, a pesar de la de que las tiendas anunciaron que estarían abasteciendo diariamente sus productos, (promesa que fue cierta) la gente no dejó de comprar. Este domingo y lunes, la policía estuvo activamente pidiendo a la gente que volviera a casa si te veía por la calle sin motivo de importancia aparente. Las únicas razones por las cuales podrías estar fuera de casa es porque ibas al médico, al banco, a hacer la compra o porque tienes que ir al trabajo. El 90% o más de las compañías están haciendo teletrabajo. Los colegios, restaurantes, bares, centros de ocio y hasta las Iglesias ya están cerradas.
La susodicha emergencia nacional, se adoptó después de varias semanas en las que el mismo gobierno sugería a la gente a hacer el llamado “social distancing”, distanciamiento social, que te instaba a poder trabajar de casa y pedía a la población no ir a lugares concurridos. Pero como buenos latinos, el no ir a trabajar suscitó una importante salida de gente en playas, plazas y bares y con ello el repunte del contagio.
A pesar de que, según especialistas, nos decían que España estaba a sólo dos semanas de distancia de Italia, en donde claramente el contagio venía empeorando, el gobierno no arreció sus medidas, y se quedo en fase 1. Tal vez una semana mas de lo que debía, y con ello en su fase dos, hasta que la fase tres ya nos sorprendió con los dedos en la puerta.
Estudios de la comunidad de profesionales y estudiantes egresados de Stanford, han hecho varios modelos en lo que se demuestra que, por día tardío de acción, el nivel de contagio crece hasta en un 40% y que países en donde su sistema de salud se va colapsado, el incremento de la tasa de mortalidad podría crecer entre un 3 y 5%.
Por ello, me resulta preocupante ver, desde aquí en Barcelona, el desinterés de la comunidad mexicana de lo que sucede porque todavía no se entiende que vivimos en un mundo completamente conectado. La economía y los mercados no son los únicos globales, las personas, ya somos globales. Todos conocemos a alguien que ha estado fuera o que ha tenido contacto con alguien de fuera, y si no lo conoces tu, seguro alguien cercano a ti y así se extiende el virus.
Imaginar que la Unión Europea cerraría sus fronteras a países vecinos y miembros de la Comunidad, un mes atrás, seria catalogado como algo impensable y hoy puede ser la clave para parar la pandemia que aterroriza no sólo al Viejo continente, pero amenaza al nuevo.
México no esta exento de este contagio, y como a ti, a mi también me preocupan mis familiares y los de mis amigos en México quienes son mayores de 60 año. No hace mucho, tuve que ir a México porque mi abuela estuvo muy mal, le dio un derrame cerebral, y estuve con ella cuidándola varias noches en un hospital público. Fue muy desilusionante ver la precariedad de nuestras instituciones de salud, teniendo que llevar tus propias toallas y pañales al hospital, y sirviendo uno como enfermera de noche, porque el personal en de piso es bastante escaso. Me muero de miedo de saber que mi abuela tendría que volver ahí en una emergencia virológica como lo es el coronavirus, porque no hay personal, ni camas, ni equipo suficiente que pueda afrontar la magnitud de lo que se vive en Europa. Y no habrá forma en que los familiares podamos echar mano, como ahora lo hacemos si hay enfermos contagiados del covid-19 en hospitales públicos.
Aquí en Barcelona, este domingo vimos las páginas de los diarios italianos con todas esas esquelas por la muerte de pacientes contagiados con el virus. Un escalofríos nos recorrió y una advertencia se quedó en nuestras mentes. En contraste, ver la apatía y la incredulidad con la que muchos paisanos mexicanos están tomando las alertas internacionales sólo da impotencia, frustración y tristeza.
Los reportes de muertos en España están creciendo exponencialmente cada 24 horas. Y la única forma de parar este virus, es empezar por el “Social Distancing”, hay que aplanar ya la curva, #Flattenthecurve como lo dice el hashtag en inglés en redes sociales. Es claro que países como el ejemplo de Corea del Sur que actuó drásticamente, primero testeando a todos los posibles, y con ello aislando a sus contagiados de inmediato, hizo lo correcto y con ello evito una hecatombe mayor. Estrategias como la americana y la británica en donde no están haciendo pruebas de contagio a sus habitantes para no demostrar que hay muchos, puede ser una propuesta de alto riesgo que terminara en alto contagio tal y como paso en Italia y España.
Los próximos quince días, podrían ser neurálgicos y claves para poder prevenir, detener y mitigar la expansión del corona virus en México, urgen medidas de claro distanciamiento social. Si el gobierno no las impone, la ciudadanía, demostrando que podemos ser una sociedad avanzada, debemos implementarlas por nuestra propia fuerza.
Por favor, hagamos conciencia social, si no hace falta salir, no salgas quédense en casa, no te expongas tu, a tu familia, ni a la de los demás.
*Emprendedora Mexicana, residiendo en Barcelona es CEO de Tinkerlink https://tinkerlink.com la aplicación que ayuda a la gente a encontrar empleo.