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El Senador Ricardo Monreal asegura que los principales indicadores de la economía están mejor, mucho mejor que hace un año; que tenemos tasas en el mercado de dinero y bancario que están bajando, que contamos con un tipo de cambio más competitivo frente al dólar estadounidenses y cuentas externas bajo control.
Aseguró también que con este escenario la Cuarta Transformación está lista para lograr crecimiento y empleo.
El sector empresarial, mientras tanto, analiza con mucha cautela sus proyectos de inversión para el próximo año. El Consejo Coordinador Empresariales (CCE) así como el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios cierran filas con el gobierno federal mientras la COPARMEX mantiene una posición distante y, a veces, hasta crítica.
Así, el sector empresarial muestra una posición diferenciada que no significa una distanciamiento real. El sector privado necesita, como otros sectores del país, posiciones claras y más suaves frente a un cambio de régimen que se está definiendo y que buscará acumular los mayores logros en materia de redistribución del ingreso.
El problema será en el arranque de este 2020 cuando la economía no logre remontar los niveles de crecimiento que necesita para generar el empleo que invoca el Senador Monreal.
De acuerdo con la CEPAL a cargo de Alicia Bárcenas, estima que el próximo año la economía crecería al menos 1%. Con ese nivel de expansión del PIB, la economía mexicana no podría generar el millón de empleos que demanda el crecimiento poblacional y su integración a indicadores como la Población Económicamente Activa. De otra forma, la informalidad seguirá acechando a los jóvenes y, por supuesto, a millones de mexicanos que ya no son contratados por empresas que buscan personal menor a los 30 años.
Con un crecimiento de 5%, la economía podría crear, sin problemas, al menos un millón de puestos de trabajo. Así, una expansión de 1% para el PIB se transforma en un problema real y que, políticamente, afectará la franquicia política del Presidente.
En las últimas décadas, el mayor crecimiento del PIB se obtuvo durante el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce De León después del rescate bancario. Fue entonces cuando la banca invirtió en niveles histórico después de recibir miles de millones de pesos para no perder sus posiciones accionarias en los principales bancos del sistema crediticio. Esa fue una señal contundente para los inversionistas extranjeros y algunos nacionales. Ahora, la Cuarta Transformación aunque ha cambiado la ejecución de políticas públicas el modelo económico no se ha transformado sustancialmente. Por ejemplo, el capital privado interpretó de una manera muy positiva la decisión de renegociar los contratos para el suministro de gas natural aunque no tengamos claro cuánto se pagó de más y cuánto se pagó sin utilizar esos gasoductos.
En general, sin embargo, el capital privado necesita conocer cuál será la velocidad en la ejecución de las nuevas reglas que los gobiernos de la Cuarta Transformación están estableciendo. Por ejemplo, en el sector de las compras de gobierno, aún cambian los tiempos, no hay calendarios claros ni criterios establecidos. Las farmacéuticas, por ejemplo, siguen impacientándose sin que al momento se tenga claro cómo se desarrollará la compra consolidada de medicamentos. En el sector inmobiliario, mientras tanto, se dan a conocer las etapas de la consulta para proyectos inmobiliarios que impacten a la comunidad pero no termina de entender cómo se desarrollarán dichas consultas sin una influencia política perniciosa.
En fin, que lo mismo sucede con las licitaciones para carreteras, presas, puentes y demás mientras la inversión pública no logra catapultar la inversión del sector privado.
Así que para que la Cuarta Transformación logre generar mayor crecimiento y empleo tendrá que asumir el desafío de poner reglas claras.